El 'macrobotell¨®n' y la amenaza fantasma
?Existe alguna relaci¨®n entre las protestas de los estudiantes franceses y las megaconcentraciones del botell¨®n? Se ofrecen dos respuestas por parte de los medios y sus tertulianos. La de los tradicionalistas airados que condenan con firmeza el fen¨®meno del botell¨®n, y la de ciertos situacionistas que tratan de ver en la simultaneidad francoespa?ola un s¨ªntoma de diversos males.
Para los primeros, nuestros vecinos denotar¨ªan seriedad al manifestarse contra la precariedad del trabajo, mientras los grupos nacionales ser¨ªan banales. De este modo, entre ambas naciones se abrir¨ªa una tremenda fosa. Aquellos vivamente preocupados por su futuro laboral y ¨¦stos s¨®lo embebidos en pas¨¢rselo bien aqu¨ª y ahora.
En general, los diferentes an¨¢lisis sobre los j¨®venes actuales no les auguran demasiado provecho en el pr¨®ximo futuro. Sea porque las condiciones econ¨®micas les perjudican, sea porque su dejadez moral les debilita respecto al talante de sus antecesores, el porvenir ha de present¨¢rseles incierto. La conclusi¨®n, en fin, ampliamente compartida entre los especialistas, todos mayores de 15 a?os, es que el horizonte social se deteriora, la cultura se hunde, los anhelos pierden vuelos y la Tierra enferma cada d¨ªa. M¨¢s que una generaci¨®n, la nueva cohorte se contempla como los representantes de una degeneraci¨®n. No leen, no visitan exposiciones, no se esfuerzan, no entienden la virtud del sacrificio, no se integran en las familias o en los partidos, se abstienen en las elecciones, faltan a la escuela, no creen en sus padres ni en Dios, se drogan y se hipotecan. Paralelamente se sumen en los videojuegos, se emboban con las pantallas y las retransmisiones deportivas, se fragmentan en los SMS, son bipolares, hiperactivos, padecen d¨¦ficit de atenci¨®n junto a una turbadora inclinaci¨®n por el porro y el porno. ?La muerte de la esperanza? ?La muerte del vigor? Fin, en todo caso, de una ¨¦poca.
Todav¨ªa hace medio siglo -con cuyo mayo de 1968 se compara sin tino la actual revuelta francesa- la mayor¨ªa de los padres discut¨ªan con sus hijos. Violentamente, en efecto, y dirigi¨¦ndose las diatribas dentro de una esfera de ideolog¨ªas y valores de nombres conocidos por ambas partes. Lo que sucede actualmente pertenece a otra dimensi¨®n. O, mejor: los caracteres del enfrentamiento pertenecen a dimensiones distintas.
En Francia, los j¨®venes airados no propugnan otro orden concreto pero tampoco les quedan ilusiones para seguir en ¨¦ste. Aspiran a sobrevivir y se defienden no ya de la explotaci¨®n sino de la condenaci¨®n, puesto que un desempleo que afecta en las banlieues a casi el 50% de los chicos se parece demasiado a una pandemia aviar que aniquila simult¨¢neamente a los pacientes y al mismo sistema general de sanidad.
En general, el sistema se colapsa y ya nunca, en su interior, caben las soluciones. Cuando el verano pasado se quemaban coches sin tasa los j¨®venes franceses representaban en forma de espect¨¢culo de masas el discurso nihilista sobre el fatal destino inmediato. M¨¢s o menos aquello mismo que hacen los j¨®venes espa?oles, en un acorde de alcohol y no de fuego, con el masivo espect¨¢culo del botell¨®n. La luz del d¨ªa y su horario organizado pertenecen a la generaci¨®n de los padres. La noche sin reglas es el territorio de la nueva generaci¨®n, cuya caracter¨ªstica no es ya la diatriba hacia los superiores sino la indiferencia.
El posible sistema en trance de inauguraci¨®n no se proclama, por tanto, antisistema, puesto que no obtiene del anterior su inspiraci¨®n ni su propia afirmaci¨®n. La deliberada pasividad del botell¨®n, la impuesta falta de empleo, el abstencionismo electoral, el absentismo escolar, la fatiga cr¨®nica es el correlato, de un lado u otro, del sinsentido del sistema y el sinsentido de la oposici¨®n.
?Recalentamiento del planeta? ?Licuefacci¨®n de los polos? La licuefacci¨®n del pensamiento, la licuefacci¨®n de alternativas se confunden con la implosi¨®n de la actual cultura, de la pol¨ªtica imperante, del conocido mundo de la raz¨®n. La gripe aviar llega as¨ª, en nuestros d¨ªas, sobre el terreno mejor dispuesto para efectuar la gran mutaci¨®n.
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