La mano que vac¨ªa el campo
El nuevo r¨¦gimen de ayudas de la UE incentiva a los agricultores menos competitivos a abandonar sus cultivos
Las parcelas cultivadas al este de Ciudad Real son pa?uelos de tierra bien peinada, pegados unos a otros como sin querer dejar hueco. Vistos desde la carretera, tejen una bandera crom¨¢tica repetitiva, hecha de los colores y dise?os de las vi?as, de los olivares y de los cereales que se alternan con constancia casi ininterrumpida. Casi.
Con los pies plantados justo al borde de aquel casi -un campo de unas cinco hect¨¢reas dejado sin sembrar- Juan S¨¢nchez bufa: "Esto va mal, mal, mal. Esto va cada vez peor". Ojos fijos en el pa?uelo de tierra vac¨ªo en el que deber¨ªa estar creciendo remolacha, el agricultor a?ade: "Da pena. Pero yo aqu¨ª no voy a sembrar nada este a?o".
La tierra de S¨¢nchez -que se encuentra cerca de la localidad de Daimiel, a unos 20 kil¨®metros de Ciudad Real- no es la ¨²nica en haberse quedado as¨ª en esta campa?a. No es el ¨²nico casi. No se debe a la escasez de agua, ni a las recientes heladas. Las causas no est¨¢n en el cielo. Se llaman bajo nivel de los precios y, aunque pueda parecer sorprendente, ayudas de la Uni¨®n Europea (UE).
"Nos vamos a ir todos a Madrid de alba?iles en la vejez", dice Lucas Mu?oz
La reforma de la Pol¨ªtica Agr¨ªcola Com¨²n (PAC), que ha entrado en vigor este a?o, ha desacoplado en varios sectores las ayudas a los agricultores de la producci¨®n. As¨ª, por ejemplo, un cultivador de remolacha tiene garantizada una subvenci¨®n independientemente de lo que haga con su tierra, de si la cultiva o no. Lo mismo pasa con productos como el algod¨®n o el tabaco.
"Esto nos est¨¢ poniendo ante nuestras propias limitaciones", considera Javier Alejandre, t¨¦cnico del sindicato Uni¨®n de Peque?os Agricultores (UPA). "Si cobras incluso sin sembrar, est¨¢ claro que te planteas si te compensa trabajar la tierra. La realidad es que en Espa?a, en muchas zonas de secano, la productividad es tan baja que, con los precios que hay, trabajando la tierra no se gana, o hasta se pierde. El nuevo r¨¦gimen parece una forma de librar el terreno de los que son menos productivos...". Y de abrirlo a los productos procedentes de pa¨ªses en desarrollo.
En este cuadro la remolacha y Ciudad Real son un s¨ªmbolo. La ayuda relacionada a ese cultivo ronda los 900 euros por hect¨¢rea y ni una fracci¨®n de ella est¨¢ ligada a la producci¨®n. Por otra parte, est¨¢n planificados una gradual bajada de su precio durante los pr¨®ximos cuatro a?os y hasta incentivos para los recortes de producci¨®n. Ante estas perspectivas, la azucarera local tom¨® hace unas semanas la decisi¨®n de cerrar. As¨ª que en la zona, incluso el que quiere no puede seguir cultivando remolacha cuando faltan centros cercanos en donde procesarla.
Naturalmente queda la posibilidad de optar por otros cultivos. Pero los agricultores de la zona no saben cu¨¢les. La prueba est¨¢ en las hect¨¢reas de S¨¢nchez. "?Qu¨¦ cultivo yo? Pues no lo s¨¦. Los precios est¨¢n congelados desde hace 20 a?os..., los gastos crecen..., cualquier alternativa es una aventura..., no me compensa arriesgarme". Las nuevas ayudas empujan hacia el inmovilismo. Pero eso no se traduce en agricultores tomando vino a la salud de la UE. Las ayudas no son tan buenas... "?Usted cree que si esto fuera bien, mi hijo estar¨ªa trabajando en una oficina de la ma?ana a la noche por lo que cobra?", dice S¨¢nchez.
"Nos vamos a ir todos a Madrid de alba?iles en la vejez", comenta amargo Lucas Mu?oz, otro agricultor de la zona. "Es que sobramos los chicos. Se quedar¨¢n cuatro terratenientes con la tierra buena, y el resto se abandonar¨¢". Las cifras del Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE) no contradicen a Mu?oz e indican que el fen¨®meno que ¨¦l describe ya est¨¢ en marcha. Entre 1999 y 2003 el n¨²mero de explotaciones agr¨ªcolas en Espa?a ha pasado de 1.287.000 a 1.140.000, lo cual significa un 11,4% menos. Otros estudios indican cifras absolutas inferiores, pero con la misma din¨¢mica de descenso. Eso a pesar de las fara¨®nicas subvenciones europeas: en 20 a?os, Espa?a ha recibido unos 93.000 millones de euros.
En cuanto a la superficie agr¨ªcola utilizada -que experiment¨® un importante crecimiento en los a?os noventa ante la pol¨ªtica comunitaria de pagos ligados a la extensi¨®n cultivada- los expertos preven un descenso que afectar¨¢ tierras de secano.
Alrededor de esa din¨¢mica, el problema ser¨¢ encontrar cultivos que sean rentables y paliar las consecuencias de los abandonos sobre el tejido industrial y comercial que se hab¨ªa creado alrededor de los cultivos en cuesti¨®n. Remolacha y azucareras sirven de ejemplo perfecto.
Con vistas al futuro, "en algunos sectores la perspectiva de abandono es clara", apunta Juan O?ate, profesor del departamento de Ecolog¨ªa de la facultad de Ciencias de la UAM especializado en la materia. "Pienso en el pastoreo. Y en los cultivos de aquellas comarcas m¨¢s marginales donde el proceso de abandono ya se ven¨ªa sufriendo. Cuando se trate de tierras con una productividad aceptable, es probable que ser¨¢n adquiridas o arrendadas por otros agricultores, m¨¢s j¨®venes o con explotaciones m¨¢s eficientes".
Ciriaco V¨¢zquez, responsable de la subdirecci¨®n general de cultivos industriales y materias grasas del Ministerio de Agricultura, opina que "podr¨¢ haber abandonos de agricultores, pero la tierra se ir¨¢ sustancialmente absorbiendo".
"El abandono no se va a notar tanto en esta temporada", argumenta Alejandre, "hay un efecto inercia, el nuevo sistema acaba de entrar en vigor y ante la duda la mayor¨ªa ha sembrado. Pero tememos para el futuro. Por ello, hay que buscar todos juntos -nosotros, la administraci¨®n, la industria- soluciones. Porque tenemos aqu¨ª un problema que es s¨®lo nuestro. Las tierras del centro de Europa son m¨¢s productivas de las nuestras. Y nadie de Bruselas va a venir a resolv¨¦rnoslo".
El coste medioambiental
El abandono de cultivos y del pastoreo produce, adem¨¢s de consecuencias econ¨®micas y sociales, un evidente impacto en t¨¦rminos medioambientales. Juan O?ate, profesor del departamento de Ecolog¨ªa de la facultad de Ciencias de la Universidad Aut¨®noma de Madrid (UAM), lo sintetiza as¨ª: "Aumento del matorral, disminuci¨®n de la biodiversidad, aumento del riesgo de incendios y de erosi¨®n".
"Por eso", dice, "la introducci¨®n de las ayudas desacopladas se acompa?a con ecocondicionalidades, es decir con la obligaci¨®n de mantener en buen estado la tierra eventualmente abandonada. Es esencial que los Estados miembros definan bien estas obligaciones y controlen adecuadamente que se cumplan". Ese control es un coste.
En las perspectivas del sector est¨¢, clara, una opci¨®n para convertir esos costes en beneficios: los biocombustibles. Todos los expertos consultados coinciden en que los biocombustibles -carburantes obtenidos de materia prima como la remolacha, por ejemplo- representan una alternativa viable. "Europa es claramente deficiente en esta perspectiva, y Espa?a peor", dice O?ate. La alternativa permitir¨ªa, entre otras cosas, salir de la l¨®gica de las cuotas. La materia prima para hacer carburante no es precisamente abundante en Europa.
En Salamanca, una azucarera ha sido reconvertida para la producci¨®n de biocombustibles. "?Por qu¨¦ aqu¨ª no?", preguntan los agricultores de Ciudad Real. La respuesta la tiene el mercado.
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