Estrenando la paz en el campo de batalla
Clientes de una 'herriko taberna' y familiares de presos de ETA admiten su esperanza en que el alto el fuego se convierta en definitivo
Conforme avanzan las horas los gestos se van alejando de las palabras. Cada vez son m¨¢s los vascos que parecen actores de una pel¨ªcula mal doblada. Se sigue hablando de cautela, de escepticismo, de un camino que ser¨¢ largo y dif¨ªcil, pero las sonrisas que subrayan esas palabras reflejan un estado de ¨¢nimo diametralmente opuesto. Tambi¨¦n es as¨ª entre los simpatizantes de ETA y entre los familiares de los presos. Dos de ellos, Agust¨ªn y Josune, hablaron con este peri¨®dico el viernes por la noche mientras se manifestaban por las calles de San Sebasti¨¢n portando los retratos de los etarras encarcelados. Dijeron: "Claro que reconocemos el sufrimiento de los otros. La propia naturaleza humana hace que la reconciliaci¨®n sea muy dif¨ªcil, pero ya va siendo hora de que todos vivamos en paz... Aunque sea cada uno por su lado". Habr¨¢ quien piense que esto no es mucho, pero tambi¨¦n quien crea que, para empezar, no es poco.
"La reconciliaci¨®n es dif¨ªcil, pero es hora de vivir en paz", afirma el familiar de un preso
Otro ejemplo es Oiartzun. El viernes, a la una de la tarde, los restos del infierno tan reciente a¨²n lo presid¨ªan todo. El batzoki -sede social del PNV- aparec¨ªa tiznado de pintura despu¨¦s de los 14 ataques recibidos en los ¨²ltimos meses. Las fotograf¨ªas de seis de los presos de ETA nacidos en este pueblo de Guip¨²zcoa -verdadero basti¨®n de Batasuna- permanec¨ªan colgadas del balc¨®n del Ayuntamiento. El juzgado de Paz segu¨ªa apestando a humo. El lunes pasado, s¨®lo 48 horas antes de que ETA anunciara el alto el fuego, tres encapuchados entraron en el local a plena luz del d¨ªa, le dijeron a la ¨²nica empleada que o se iba o saldr¨ªa ardiendo y le metieron fuego al juzgado, que qued¨® destruido totalmente.
El decorado, por tanto, no invitaba a la esperanza y, sin embargo, en el interior de la herriko taberna ya se notaba que algo iba cambiando. Las herrikos o arranos -sedes sociales de Batasuna- suelen ser para el profano lugares hostiles e incluso poco recomendables. El viernes, pese a todo, tres simpatizantes de Batasuna -dos hombres y una mujer- que tomaban el aperitivo en la de Oiartzun aceptaron hablar del tiempo que ha de venir.
Las primeras frases, c¨®mo no, se refirieron a lo largo y dif¨ªcil del proceso. "Ahora es el Gobierno", dijo el m¨¢s veterano, "el que tiene que dar un paso. Zapatero llevaba mucho tiempo pidiendo una declaraci¨®n de ETA, pues ya la tiene, ahora a ver qu¨¦ hace". Se notaba la desconfianza hacia el reportero, pero aun as¨ª la conversaci¨®n flu¨ªa y sal¨ªan a colaci¨®n las pr¨®ximas cartas que se dispone a jugar la izquierda abertzale. "Ahora viene", a?adi¨®, "un periodo de movilizaci¨®n. Nos tenemos que unir en la calle, pedir el acercamiento de los presos, que el Estado nos demuestre que est¨¢ dispuesto a seguir adelante para superar el conflicto. Aunque no las tengo todas conmigo. Hay muchos intereses creados y no estoy seguro de todo el mundo quiera que esto se acabe".
Los tres coincidieron en que ser¨¢ dif¨ªcil, muy dif¨ªcil, resta?ar tantas heridas abiertas en el pueblo durante tantos a?os. Y quisieron dejar claro que no es verdad que ellos se hayan alegrado del sufrimiento de los dem¨¢s. "Yo nunca he disfrutado cuando he sabido de un atentado", asegur¨® el m¨¢s joven, "pero tampoco la otra parte ha querido conocer lo que nosotros hemos sufrido. Yo tengo amigos que han estado en la c¨¢rcel dos a?os y que luego los han puesto en libertad sin cargos. ?Qui¨¦n les devuelve eso? Pero de ah¨ª a que hayamos disfrutado con el sufrimiento de los dem¨¢s...". Antes de despedirse, una frase: "S¨ª, la gente est¨¢ deseando que esto termine".
No hay ni 200 metros entre la herriko taberna y el batzoki. La ¨²ltima vez que Xabier Larrauskin, concejal del PNV y encargado del local social, recibi¨® la visita del periodista fue a cuenta de un ataque del entorno de Batasuna. En una caja de cart¨®n ten¨ªa reunidas 15 piedras, algunas de m¨¢s de un kilo, y una monta?a de cristales rotos. La puerta estaba entonces, y sigue ahora, te?ida de pintura roja y amarilla. El viernes, en cambio, Larrauskin se dispon¨ªa a meter en el horno ocho hermosos pollos de corral. "Hoy tenemos un almuerzo aqu¨ª con altos cargos del PNV. Es una reuni¨®n de trabajo, pero algo tambi¨¦n tendremos que celebrar, ?no cree?", dijo sonriendo.
El concejal, a pesar de la alegr¨ªa por las primeras horas de tranquilidad, se mostraba cauto. "El problema de aqu¨ª", explic¨® refiri¨¦ndose al entorno de Batasuna, "no es que no nos conozcamos, sino todo lo contrario, que nos conocemos demasiado bien. No s¨¦ yo si ser¨¢ tan f¨¢cil que esta gente acepte actuar pac¨ªficamente".
El jueves por la noche, un concejal socialista de Ermua (Vizcaya) que por primera vez en muchos a?os se atrevi¨® a salir de casa sin escolta, pon¨ªa el dedo en la misma llaga: "Para saber si esto [el alto el fuego de ETA] va en serio o no tendremos que esperar a las pr¨®ximas elecciones municipales, a ver en qu¨¦ plan vuelven a los ayuntamientos, si en plan democr¨¢tico o ejerciendo de matones como hasta ahora". A la espera de tales comprobaciones, una exclamaci¨®n de j¨²bilo a modo de despedida: "Pero qu¨¦ bien huele el pueblo sin escoltas".
Desde hace 14 a?os, los viernes por la tarde, los familiares de los presos de ETA se manifiestan por las calles de San Sebasti¨¢n. Anteayer hab¨ªa m¨¢s gente que de costumbre. Agust¨ªn, que actuaba de portavoz, y Josune, que tiene un hermano preso en la c¨¢rcel de Almer¨ªa, caminaban juntos. Se mostraron optimistas, aunque quisieron dejar claro que para ellos a¨²n nada ha cambiado y que, aunque mejorasen las condiciones de sus familiares presos, eso no bastar¨ªa para "solucionar el conflicto".
Aceptaron hablar del futuro. Dijeron que la organizaci¨®n Etxerat [significa hacia casa y pide el acercamiento] "no asume devolver con odio ni con venganza las bofetadas que recibe" y que tienen claro que "un conflicto es doloroso para ambas partes". A la pregunta de si admitir¨¢n la culpa, el peso de que sus familiares hayan matado a alguien, Agust¨ªn respondi¨® con una pregunta: "?Ha visto a muchos herederos biol¨®gicos de los cuneteros, de los que fusilaban en las cunetas, d¨¢ndose golpes de pecho por la calle, haciendo contrici¨®n?".
Tras enumerar las dificultades del proceso que viene, Agust¨ªn se despide: "Pero estamos esperanzados".
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