?Es el Estatut de la verg¨¹enza?
El autor reconoce que el texto que se aprueba hoy tiene defectos y es mejorable, pero critica a aquellos que lo han tachado como una "verg¨¹enza" y asegura que mejora sensiblemente el vigente desde 1982
Que el proyecto estatutario no sea plato de gusto para ciertos paladares, sean exquisitos o no, no deber¨ªa llamar la atenci¨®n. Si uno no ha sido tenido en cuenta en la negociaci¨®n porque carece de expresi¨®n pol¨ªtica propia, o teni¨¦ndola la misma carece de representaci¨®n parlamentaria, tiene ancho campo para manifestar su discrepancia. Si uno, aun teniendo expresi¨®n pol¨ªtica y representaci¨®n parlamentaria, se encuentra con que la suya no ha sido socio mayoritario del acuerdo en parte porque es minoritario, y en parte porque la estrategia de su formaci¨®n pasa por marcar distancias respecto de los grandes al efecto de afirmar el perfil pol¨ªtico propio, es l¨®gico que manifieste un cierto grado de escepticismo respecto de un texto en el que no tuvo arte ni parte. Que de ah¨ª se siga la catarata de descalificaciones que sobre el texto ha ca¨ªdo, es lo que no me parece de recibo.
Que el Estatut tiene defectos no ser¨¦ yo quien lo niegue, sin ir m¨¢s lejos, establece el ¨®rgano y procedimiento para exigir responsabilidad a los diputados por las acciones desarrolladas en el ejercicio del cargo, eso s¨ª, despu¨¦s de haberlos declarado inviolables y con ello exentos de responsabilidad legal por tales actos o, si se prefiere otra gaffe aun m¨¢s seria, mediante un juego de remisiones se establece que los miembros del Gobierno ser¨¢n inviolables por los actos que celebren en el ejercicio del cargo, lo que poco menos que imposibilita la exigencia de responsabilidad criminal en caso de prevaricaci¨®n, pongamos por caso. No haber seguido el ejemplo gallego o el catal¨¢n, y no haber remitido el texto al Consell Jur¨ªdic Consultiu al efecto de mejorar su correcci¨®n t¨¦cnica tiene, entre otras, esas consecuencias. Pero de ah¨ª a que este sea un Estatut vergonzoso no media el mar sino el Oc¨¦ano (Pac¨ªfico, por supuesto). Buen m¨¦todo para apreciar la correcci¨®n del calificativo consiste en comparar el texto nuevo con el antiguo. Es cierto que ello exige leerse ambos y compararlos, trabajo penoso donde los haya, como bien se sabe, pero que tiene la virtud de sacar a la luz un buen pu?ado de preguntas pertinentes (y tal vez por eso no se leen).
As¨ª queda muy bien criticar lo del idioma valenciano, novedad regresiva donde las haya... si no fuere porque la misma expresi¨®n se puede encontrar en el Estatut todav¨ªa vigente, sin que, al parecer, ello haya impedido ni la Llei d'?s ni la de la AVL y las cosas que esta dice. Resulta estupendo poner verde que se haya sacado del Estatut la barrera electoral porque su determinaci¨®n se deja a la Ley Electoral (valenciana), sin duda porque es criticable que la barrera deje de estar congelada en el Estatuto y su reforma deje de depender de un voto madrile?o para depender exclusivamente de votos valencianos. Indudablemente eso es horrible, en especial desde una perspectiva valencianista. Sin duda, debe ser vergonzoso que se haya incluido en el nuevo texto la posibilidad de tener un derecho civil propio, cosa que apenas permit¨ªa el actual, y no cabe duda que la recuperaci¨®n del propio derecho civil es particularmente vergonzosa: se debe a una iniciativa de la derecha. Debe ser igualmente vergonzoso que el nuevo texto prevea la creaci¨®n de una polic¨ªa auton¨®mica, eso debe ser muy malo, en especial a la vista de las quejas manifestadas por los portavoces del PNV, que han expresado su descontento por el hecho de que "a esos" se les permita contar con una polic¨ªa integral, y, adem¨¢s, reivindiquen la foralidad. Claramente inadmisible. Igualmente debe ser muy malo que se ampl¨ªe la competencia sobre ense?anza, que pasa a fijarse en los mismos t¨¦rminos que en el estatuto vasco. O que se ampl¨ªe la competencia aut¨®noma sobre la organizaci¨®n de los centros hospitalarios, cosa rechazable para cualquier nacionalista que se precie, como bien se sabe.
Pero lo apuntado no es lo peor, lo que resulta claramente inaceptable es que el nuevo texto contenga un cat¨¢logo de derechos sociales nuevos que no est¨¢n en el texto de 1982. Ya se sabe que la renta b¨¢sica de ciudadan¨ªa es una medida profundamente reaccionaria y es claramente cavern¨ªcola el reconocimiento de la autonom¨ªa personal en el ¨¢mbito de los tratamientos hospitalarios, supone un anuncio de la censura la previsi¨®n de un Consejo del Audiovisual y resulta intr¨ªnsecamente regresivo que el nuevo Estatut acoja la disoluci¨®n presidencial y, con ella, la posibilidad, hoy inexistente, de contar con un calendario pol¨ªtico propio. En fin, para qu¨¦ seguir.
Que el texto estatutario no es el que a uno le gustar¨ªa, y que adolece de serios defectos, t¨¦cnicos unos, pol¨ªticos otros, es algo que resulta evidente una vez uno ha tenido la santa paciencia de leer el Estatut. Empero, la cuesti¨®n no es esa, la cuesti¨®n es si nos hallamos ante un texto que mejora el precedente o no. Y me temo que defender que el Estatut de 2006 es peor, o igual, que el de 1982 es algo un tantico dificultoso. Criticar al proyecto actual y marcar las distancias respecto del mismo es algo leg¨ªtimo, esperable y aun debido. La copla de la verg¨¹enza sencillamente no lo es. Es cierto que buena parte de los cr¨ªticos del lado de la verg¨¹enza tienen excelentes motivos para expresarse como lo hacen, lo que no tienen es buenas y suficientes razones para hacerlo, y es de razones de lo que se nutren el "gobierno de la opini¨®n" y la "democracia deliberativa". Agur jaunak.
Manuel Mart¨ªnez Sospedra es profesor de Derecho de la Universidad Cardenal Herrera-CEU.
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