Israel con la OTAN
Dos prestigiosos analistas estadounidenses, John Mearsheimer y Stephen Walt, han provocado una pol¨¦mica en Israel y en Washington con un informe -El lobby israel¨ª y la pol¨ªtica exterior de EE UU, publicado por la nada sospechosa Kennedy School of Government de la Universidad de Harvard- que concluye que el "apoyo inquebrantable" de Washington a Israel y el impulso a la democracia en Oriente Pr¨®ximo han soliviantado a la opini¨®n ¨¢rabe e isl¨¢mica y "puesto en peligro no s¨®lo la seguridad de Estados Unidos sino la de gran parte del resto del mundo". El diario Haaretz se ha tomado muy en serio este documento, y ha se?alado que "la conclusi¨®n que Israel puede sacar (...) es que no ser¨¢ eternamente inmune". Es decir, que no debe contar con que el apoyo incondicional de Washington ser¨¢ eterno. Por ello es importante, seg¨²n el informe, una retirada de Cisjordania aceptada por los palestinos, EE UU y Europa, quiz¨¢s geogr¨¢ficamente similar a la que propone el primer ministro en funciones y previsible ganador de las elecciones de ma?ana, Ehud Olmert, pero sin que responda a una decisi¨®n unilateral.
La pol¨¦mica llega cuando en los ¨²ltimos meses, desde algunos sectores en EE UU, como los trabajos de Ronald Asmus, y posteriormente desde la fundaci¨®n FAES del Partido Popular en Espa?a, se ha propuesto que Israel (junto con Australia y Jap¨®n, ha a?adido Aznar) entre en la Alianza y que ¨¦sta haga del islamismo radical su enemigo. La raz¨®n principal esgrimida por la FAES es que la participaci¨®n de Israel en la guerra contra el terrorismo, servir¨ªa para contener "la marea del islam radical" que plantea "una amenaza existencial" al mundo occidental (como si Al Qaeda y sus ac¨®litos no hubieran atacado tambi¨¦n en pa¨ªses musulmanes). Mearsheimer y Walt consideran lo contrario: que el apoyo incondicional de Estados Unidos a Israel socava las posibilidades de luchar y ganar esa guerra, pues alimenta el apoyo a los extremistas.
De hecho, desde Israel se considera que la OTAN no debe nombrar al enemigo de forma tan espec¨ªfica, ni tampoco hay un excesivo inter¨¦s por entrar en la Alianza Atl¨¢ntica. Quiz¨¢s Israel peque en estos momentos de un exceso de confianza en s¨ª mismo al ver que ya no necesita plataformas especiales para tratar con los pa¨ªses ¨¢rabes, pues lo puede hacer de forma bilateral. Participa en el di¨¢logo euromediterr¨¢neo con la Uni¨®n Europea, y en el de la OTAN con siete pa¨ªses de la regi¨®n que tuvo un relanzamiento (en el que Espa?a ha tenido mucho que ver) en diciembre y luego con la primera reuni¨®n de los ministros de Defensa de esta formaci¨®n en Taormina en febrero, a la que seguir¨¢ otra con el Consejo Atl¨¢ntico el 6 de abril en Rabat. Israel s¨ª ha intentado demostrar que el acercamiento y la cooperaci¨®n con la OTAN, a la sueca o a la finlandesa, redundar¨ªa en beneficio mutuo, y se propone entrar en el Programa de Cooperaci¨®n Individual con la Alianza. Israel ha firmado un acuerdo de seguridad con la OTAN para poder participar en algunas actividades -antiterroristas, entre otras- y tener acceso a documentos clasificados, paso que no ha dado a¨²n Egipto, que tambi¨¦n se acerca a la Alianza.
Del ingreso de Israel en la OTAN, poco se ha hablado oficialmente ni ha sido objeto de debate en la campa?a electoral. El secretario general de la Alianza, Jan de Hoop Scheffer, que esta semana estar¨¢ de visita oficial en Madrid, no ha mostrado entusiasmo ante la idea. En Israel y otros pa¨ªses busca socios estrat¨¦gicos, no nuevos miembros, de la OTAN. El ingreso implicar¨ªa que, por el art¨ªculo 5 del Tratado de Washington de 1949, los dem¨¢s tendr¨ªan que acudir en ayuda de Israel si fuera atacado, lo que plantea un evidente problema de qu¨¦ fronteras defender. Adem¨¢s, la Alianza Atl¨¢ntica dif¨ªcilmente podr¨ªa dejar fuera a los palestinos. En un futuro la Alianza puede tener un papel que cumplir en este conflicto, pero no partiendo de la entrada de Israel. Esta s¨®lo ser¨¢, si acaso, posible el d¨ªa, lejano, en que el conflicto se haya resuelto. aortega@elpais.es
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