Marbella sin l¨ªmites
Los ciudadanos comienzan a conocer el alcance de la trama mafiosa que gobernaba Marbella. Los bienes confiscados hasta el momento a algunos de los 23 detenidos han sido valorados en una primera aproximaci¨®n en 2.400 millones de euros. La lista de esos bienes revela la voracidad con la que se ha dispuesto del fruto de la rapi?a: animales disecados, m¨¢s de cien caballos, cuadros de Mir¨®, una casa con un sal¨®n de 300 metros cuadrados, un helipuerto, propiedades inmobiliarias, cientos de miles de euros en met¨¢lico... La mayor parte pertenecen al cerebro que reg¨ªa el Ayuntamiento, el asesor de Urbanismo Juan Antonio Roca.
El juez instructor ha decretado la prisi¨®n incondicional para Roca y la alcaldesa Marisol Yag¨¹e, de quien dice que es una simple "marioneta" del cerebro de la banda, lo que no le impidi¨® disponer de un mill¨®n de euros, que presuntamente pretend¨ªa cargar al Ayuntamiento, para peque?os arreglos en su vivienda particular. Repugna a¨²n m¨¢s este enriquecimiento il¨ªcito con la imagen de un Ayuntamiento calificado en quiebra t¨¦cnica por el Tribunal de Cuentas.
Todas las administraciones tienen responsabilidades en el deterioro marbell¨ª. Los partidos, por su desastrosa actuaci¨®n en los a?os ochenta, lo que facilit¨® la llegada al poder del populista y corrupto Jes¨²s Gil en 1991. La judicatura, por su lentitud y en ocasiones connivencia con los mafiosos. Un par de datos: la Junta de Andaluc¨ªa impugn¨® por vez primera una licencia de obras concedida por el Ayuntamiento en 1995. Desde ese a?o hasta 2003, la etapa que cubre los mandatos de Gil y su sucesor, Juli¨¢n Mu?oz, el Gobierno aut¨®nomo present¨® 250 impugnaciones m¨¢s. Los tribunales s¨®lo aprobaron ocho en el ¨¢mbito administrativo. Por v¨ªa penal, del casi medio centenar de causas abiertas, ¨²nicamente se han celebrado tres juicios. Tan s¨®lo hay una condena, la del llamado caso Banana Beach, iniciado en 1998 y sentenciado siete a?os despu¨¦s, decisi¨®n que est¨¢ recurrida al Supremo. Es decir, hasta ahora, ninguna sentencia en firme.
La salida a semejante caos pasa por la disoluci¨®n de la corporaci¨®n municipal y el nombramiento de una comisi¨®n gestora que gobierne hasta las elecciones del pr¨®ximo a?o. Pasa tambi¨¦n por un necesario acuerdo entre los grandes partidos para salvar la ciudad. Y pasa por una actuaci¨®n judicial que, afortunadamente, ha comenzado a ser m¨¢s eficaz, as¨ª como por el mejoramiento de las fuerzas de seguridad. Pero, sobre todo, pasa por el convencimiento de la sociedad espa?ola de que Marbella no es un caso aislado. La corrupci¨®n urban¨ªstica y la connivencia de la clase pol¨ªtica con ella est¨¢ adquiriendo proporciones serias, especialmente en Andaluc¨ªa, Levante, Murcia y Canarias. Hay otras muchas Marbellas repartidas por la geograf¨ªa nacional y contra todas ellas los ciudadanos deben rebelarse. Hay que poner l¨ªmites a esta plaga de indecencia endureciendo la ley y mejorando y agilizando su aplicaci¨®n antes de que el c¨¢ncer devore a todos.
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