"Este mundo est¨¢ traicionando a la vida"
Jos¨¦ Luis Sampedro cumpli¨® 86 a?os el 1 de febrero y casi simult¨¢neamente ha publicado una historia de amor que tambi¨¦n es una novela sobre la crisis del mundo. La senda del drago (Colecci¨®n Aret¨¦, Plaza & Jan¨¦s) ocurre en gran parte en la isla de Tenerife, donde desde hace a?os vive el autor. Nacido en Barcelona, Sampedro ha sido maestro de numerosos economistas, pero desde hace a?os cambi¨® la c¨¢tedra por la narrativa. Novelas suyas son La sonrisa etrusca y Octubre, octubre. Hace dos a?os public¨® un ensayo contra la invasi¨®n norteamericana de Irak, que reaparece como asunto central en La senda del drago, y recientemente public¨® con su esposa, Olga Lucas, el libro Escribir es vivir. Sobre su ¨²ltima novela, que naci¨® (como cuenta Olga Lucas) "de una conversaci¨®n con su agente, Carmen Balcells, que le incit¨® a escribir una especie de testimonio de sus ideas sobre la vida actual", hablamos este ¨²ltimo viernes, antes de que el novelista participara en un acto de reivindicaci¨®n republicana.
"En Tenerife es donde m¨¢s siento el contraste entre ese mundo que me preocupa y el que todav¨ªa sobrevive"
"Imponen tanto los Estados Unidos que incluso imponen que haya democracia en Oriente Pr¨®ximo"
Pregunta. Ha escrito usted una historia de amor...
Respuesta. S¨ª, sobre todo es una historia de amor. ?Lo ves extra?o?
P. No, todo lo contrario...
R. Lo digo por mi edad, a la gente le puede resultar raro que se escriba una historia de amor a mi edad.
P. Pero no es s¨®lo una historia de amor. Est¨¢ llena de reflexiones sobre la guerra, el ego¨ªsmo internacional, la libertad... ?c¨®mo naci¨®?
R. Desde 2002 trabajaba en lo que puede llamarse la decadencia del sistema en el que vivimos. Y en Tenerife es donde m¨¢s siento el contraste entre ese mundo que me preocupa y el que todav¨ªa sobrevive, que existe a¨²n en la isla, a pesar de las dificultades. Como soy, bueno o malo, m¨¢s novelista que otra cosa, lo que escrib¨ªa se fue haciendo cada vez m¨¢s novela.
P. Y en ella entr¨® la guerra de Irak con mucha fuerza...
R. En Madrid no tengo televisor, pero s¨ª lo tengo en Tenerife; vi las sesiones del Consejo de Seguridad y contempl¨¦ las explicaciones de Colin Powell
[entonces secretario de Estado de Estados Unidos]... Me pareci¨® tan horrendo lo que explicaba (?unos tubos que pod¨ªan servir para transportar agua los expon¨ªa como susceptibles de almacenar uranio enriquecido!) que interrump¨ª la novela y escrib¨ª Los mongoles en Bagdad (Destino)... Luego retom¨¦ la idea de la novela, que me ha permitido darle forma narrativa a mi indignaci¨®n...
P. Parte usted de una fabulaci¨®n: el personaje principal vive en una especie de burbuja, en una "nave de los locos"...
R. Conceb¨ª la novela en dos partes, y la primera, en efecto, se desarrolla en una especie de "nave de los locos", donde el personaje principal convive con seres extraordinarios a los que considera sus maestros, y la segunda pasa en Tenerife. Esta parte es, como dices, una historia de amor, e incluso el principio de la novela es tambi¨¦n una historia de amor. Es, en todo caso, una historia de amor a la vida que est¨¢n abaratando, que est¨¢n traicionando... Este mundo est¨¢ traicionando a la vida en aras del dinero y en aras de cosas muy inferiores.
P. ?Y qui¨¦nes son esos habitantes de "la nave de los locos"?
R. Son disidentes. Uno de esos maestros tiene el origen de un se?orito andaluz, pero se ha rebelado contra el sistema, y el otro est¨¢ enraizado en el mundo occidental, pero tiene una ascendencia budista que le permite ver el mundo como vac¨ªo y energ¨ªa... Los dos le ense?an itinerarios pero no les puede considerar maestros: maestro, le dicen, has de ser t¨² de ti mismo...
P. Y el Drago de Icod [localidad del norte de Tenerife] se convierte en un s¨ªmbolo de esa ense?anza...
R.El Drago est¨¢ a los pies del Teide, un pico que alcanza una altura como no hay otra en la pen¨ªnsula, siendo la pen¨ªnsula no s¨¦ cu¨¢ntas veces m¨¢s grande que toda la isla... El Drago es el s¨ªmbolo de c¨®mo la hierba puede ser ¨¢rbol, si se empe?a en ser tenaz, terriblemente hierba...
P. Bajo el Drago ese personaje principal [Mart¨ªn Vega] vive esa historia de amor... Sorprende hoy que un amor como ¨¦se tarde tanto en consumarse...
R. Dura tanto por el car¨¢cter de Mart¨ªn Vega; es un car¨¢cter que le hace mucho m¨¢s capaz de comprender que de actuar. Es una comparaci¨®n que yo hago tambi¨¦n entre lo europeo y lo norteamericano. La cultura de los Estados Unidos es una cultura pragm¨¢tica, "esto lo puedo hacer", pero de comprender, nada... Mientras es hierba ¨¦l se va comparando con los ¨¢rboles, y ante Runa, el amor que halla en la isla, no se encuentra inferior sino dependiente... Ella no ha tenido buenas experiencias con hombres, as¨ª que tampoco fuerza las cosas... Y cuando se halla enferma y se siente inferior es cuando ese amor por fin cuaja...
P. Es casi un elogio de la lentitud.
R. Desde luego. Hay un proverbio ¨¢rabe que dice que la lentitud es de Al¨¢ y la prisa es del demonio. Eso es tambi¨¦n muy tinerfe?o, la lentitud, la vivo en sus calles, y sobre todo en esa zona de la plaza de Weyler [en el centro de la capital de Tenerife], donde la gente a¨²n se sienta en las escaleras de las casas a conversar... Se dirigen a m¨ª, muchas veces, con lo que alguien llamar¨ªa timidez y que yo creo que es una dignidad respetuosa... Eso es civilizaci¨®n, lo contrario de la destrucci¨®n de la civilizaci¨®n que est¨¢ ocurriendo por ah¨ª.
P. La invasi¨®n de Irak es la que simboliza la barbarie de la que usted hace met¨¢fora en la novela.
R. Ese hecho ha sido espectacular por la magnitud de la mentira y los extraordinarios efectos que esa mentira ha tenido. ?Unos se?ores que planean poner una democracia en tres meses y que desde hace m¨¢s de tres a?os no han hecho nada de nada! ?Y la mentira de las armas! Pero no es m¨¢s que la explosi¨®n de una enfermedad general. Que al se?or Bush se le siga considerando respetable, que ning¨²n gobierno de ning¨²n pa¨ªs se atreva a decir que lo suyo es por lo menos un crimen de lesa humanidad...
P. Nadie ha perdido perd¨®n, tampoco Espa?a, cuyo gobierno fue colaborador...
R.Tampoco han pedido aqu¨ª perd¨®n por la dictadura; ni siquiera han reconocido que hubo una dictadura.
P. La novela tambi¨¦n es un alegato contra la invasi¨®n cultural norteamericana.
R. Es m¨¢s una cr¨ªtica de la decadencia de la civilizaci¨®n europea. Yo reconozco que en Estados Unidos hacen cosas estupendas, pero no debe significar que los otros no hagan nada y lo acepten todo. Imponen tanto los Estados Unidos que incluso imponen que haya democracia en Oriente Pr¨®ximo, y cuando en democracia gana Ham¨¢s exclaman: "?Pero qu¨¦ democracia es ¨¦sta!".
P. El libro es ficci¨®n, pero est¨¢ lleno de referencias a la actualidad.
R. No quise hacer ni ideolog¨ªas, ni panfletos; Olga me ha ayudado much¨ªsimo a quitar lo que hubiera sonado a panfletario, as¨ª que introduje hechos para que hablaran por s¨ª mismos.
P. En la novela usted trata el asunto de la inmigraci¨®n, que tiene bien presente en Tenerife.
R.A los inmigrantes no les atrae Occidente, es que all¨ª no pueden vivir... Ellos creen que se les recibe bien, porque comparan con lo que tienen... Pisar la tierra ya es para ellos algo importante. Lo hacen con un fatalismo total, como una loter¨ªa.
P. La novela trata tambi¨¦n sobre el malestar democr¨¢tico. ?C¨®mo resolverlo?
R.La democracia est¨¢ corrompida. Hay que reinventarla. Con la existencia de la inform¨¢tica muchas de las instituciones de la democracia resultan obsoletas.
P. ?Y Espa?a en qu¨¦ situaci¨®n est¨¢?
R. En una situaci¨®n deplorable.
P. ?No hay zonas de optimismo?
R. En lo ¨²nico que conf¨ªo es en que la vida tiene mucha m¨¢s inventiva que nosotros.
P. ?Y esta noticia del posible final de ETA no le estimula?
R. El est¨ªmulo m¨¢s fuerte que me produce es la evidencia de que el terrorismo cl¨¢sico, por as¨ª decirlo, tiene dificultades para continuar. ?Que eso vaya a conducir a la paz? Habr¨¢ chinitas en el proceso, pero espero que se imponga la evoluci¨®n de las cosas...
P. O sea, que el mal tiene fecha de caducidad.
R. S¨ª, pero el bien tambi¨¦n tiene fecha de caducidad. Pero sobre todo caduca el mal.
Babelia
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