Un 10 para Alonso

La superioridad del campe¨®n vigente, Fernando Alonso, est¨¢ resultando tan abrumadora en el Campeonato del Mundo de F¨®rmula 1 que en cada gran premio se disputan dos carreras distintas. Una la corre el espa?ol y no tiene mayor inter¨¦s que saber cu¨¢ndo alcanzar¨¢ el liderato, circunstancia que s¨®lo depende de su puesto en la parrilla de salida. Extra?amente, no ha conseguido todav¨ªa ninguna pole-position desde que anunci¨® su fichaje por McLaren para la pr¨®xima temporada. Hay ciertas suspicacias sobre el trato que Renault dispensa en los entrenamientos a sus dos pilotos, el italiano Giancarlo Fisichella y el propio Alonso. A la hora de la verdad, sin embargo, la actuaci¨®n del l¨ªder es irreprochable. Alonso toma la cabeza y no hay m¨¢s noticia suya hasta que traspasa la meta porque s¨®lo se le recuerda el error que cometi¨® el a?o pasado en Montreal. Infalible, ayer sum¨® en Melbourne su d¨¦cima victoria, que le permite doblar en puntos a Kimi Raikkonen y Fisichella.

No hay quien pare a Alonso a la que toma el mando mientras que a sus espaldas arde Troya porque se juega la otra carrera, tan concurrida como incierta. La prueba de Australia result¨® especialmente accidentada: a Fisico se le cal¨® el coche en la parrilla; los dos Ferrari se estrellaron contra un muro; Montoya se subi¨® al piano y se despidi¨®, y a Button se le quem¨® su Honda a 20 metros de la llegada.

Hasta cuatro veces tuvo que pararse un gran premio de perfil cinematogr¨¢fico. Alonso, en cambio, siempre viaj¨® alejado de cualquier conflicto y celebr¨® el triunfo con una naturalidad sobrecogedora: "Ha sido todo muy f¨¢cil".

El mejor piloto dispone del coche m¨¢s fiable. No ha lugar consecuentemente para la duda. La regularidad de Alonso contrasta con las penalidades de sus rivales. El asturiano ha ganado dos de las tres carreras disputadas y fue segundo en la otra, resultados que le ratifican como el m¨¢ximo candidato al t¨ªtulo. Alonso no perdona una ante unos adversarios irregulares. Los accidentes de ayer fueron tan estruendosos como las quejas de sus conductores. ?nicamente el campe¨®n parece ajeno a cualquier contratiempo con independencia de que llueva o luzca el sol, sea de noche o de d¨ªa, est¨¦ en Australia o en Imola.