?Qu¨¦ queda de los 'neo-cons'?
Parece que cunde alg¨²n des¨¢nimo acerca de Irak e incluso algunos supuestos neo-conservadores de Washington se dan de baja del club. Sin embargo, el Gobierno de Estados Unidos acaba de hacer p¨²blica su nueva Estrategia de Seguridad Nacional, la primera revisi¨®n en cuatro a?os. Hay en ella mucha autocr¨ªtica y bastante novedad. Con notable lucidez, el documento del Departamento de Estado caracteriza la estrategia exterior americana como "idealista en los fines y realista en los medios". El idealismo sigue siendo la difusi¨®n de la libertad y la democracia en el mundo. El realismo, en contra de lo que quiz¨¢ cabr¨ªa sospechar, no significa m¨¢s confianza en la fuerza, sino al contrario, m¨¢s atenci¨®n a la diplomacia y al multilateralismo. Un giro apreciable con respecto a las prioridades de estos ¨²ltimos a?os.
Uno de los m¨¢s recientes casi arrepentidos, el famoso Francis Fukuyama (en su nuevo panfleto America at the Crossroads), caracteriza el movimiento neo-conservador en pol¨ªtica internacional con tres postulados que ahora cabe reevaluar a la luz de la nueva doctrina oficial. El primero es la importancia del car¨¢cter interno de un r¨¦gimen pol¨ªtico para su comportamiento exterior. Este acertado y bastante tradicional punto de vista ha llevado hace alg¨²n tiempo a sostener que la libertad y la democracia internas son la mejor plataforma para la paz internacional. El documento del Departamento de Estado ahora presentado sostiene nada menos que "la pol¨ªtica de Estados Unidos es la b¨²squeda y el apoyo de los movimientos y las instituciones democr¨¢ticas en todas las naciones y culturas, con el objetivo final de eliminar la tiran¨ªa de nuestro mundo". Los fines son, pues, bien idealistas. Pero se adoptan porque la teor¨ªa mejor establecida identifica la libertad en otros pa¨ªses con la seguridad propia, es decir, con la paz y la estabilidad internacional.
Como se est¨¢ viendo en la pr¨¢ctica, la mayor dificultad para la expansi¨®n de la democracia en el Pr¨®ximo Oriente y para su consolidaci¨®n en otras partes del mundo se encuentra en la tarea de construcci¨®n de estados y naciones, seg¨²n un viejo modelo europeo, hoy obsoleto incluso en la experiencia original, que se suele seguir sin mucha nueva reflexi¨®n. El empe?o de construcci¨®n estatal-nacional se ha mostrado especialmente dif¨ªcil en aquellos pa¨ªses a los que el pasado colonial convirti¨® en pastiches multi¨¦tnicos, incluidos Afganist¨¢n, Irak y el L¨ªbano. Por ello resulta especialmente novedoso que en la nueva estrategia americana se atienda a estructuras transnacionales, como el Amplio Oriente Pr¨®ximo, la iniciativa norteafricana Libertad para el Futuro, la Comunidad de Democracias o el Fondo por la Democracia de las Naciones Unidas, adem¨¢s de las m¨¢s veteranas Organizaci¨®n para la Seguridad y la Cooperaci¨®n Europeas, la Uni¨®n Africana o la Organizaci¨®n de Estados Americanos. Al fin y al cabo fue con organizaciones de este tipo como se construy¨® la paz en Europa en la segunda mitad del siglo XX, superando as¨ª la belicosidad inherente y largamente acreditada de los estados-nacionales soberanos.
El segundo postulado neo-con es el poder americano como instrumento de transformaci¨®n democr¨¢tica. ?ste ha sido siempre el elemento m¨¢s contradictorio, ya que los neo-conservadores han mantenido una desconfianza ideol¨®gica hacia la "ingenier¨ªa social", resultante de las malas consecuencias de las buenas intenciones revolucionarias, al tiempo que han postulado un intervencionismo que evoca al cl¨¢sico "d¨¦spota benevolente". El descarr¨ªo parece haberse derivado del abrupto final de la guerra fr¨ªa y el derrumbamiento del imperio sovi¨¦tico cual castillo de naipes, de donde surgi¨® la ilusi¨®n de que otras dictaduras podr¨ªan asimismo volar de un soplo. La revisi¨®n autocr¨ªtica es ahora muy notable. La nueva doctrina americana afirma sin tapujos que "las elecciones solas no son suficientes", sino que se necesitan valores, derechos e instituciones democr¨¢ticas para que la libertad sea duradera. Los americanos -se afirma- tienen una "responsabilidad en promover la libertad humana. Pero la libertad no puede ser impuesta. Debe ser escogida", se proclama, no sin solemnidad. Las f¨®rmulas democr¨¢ticas deber¨¢n adaptarse asimismo a la historia y la cultura de cada lugar.
De hecho, la misma ca¨ªda de la Uni¨®n Sovi¨¦tica fue resultado principalmente de sus fracasos internos, como con toda claridad afirm¨® Gorbachov, mientras que las presiones exteriores s¨®lo ayudaron a precipitarla. ?ste parece ser ahora tambi¨¦n el modelo ante las tiran¨ªas supervivientes, incluidas las de Ir¨¢n, Siria, Corea del Norte y otros. De todos modos, queda la duda acerca de c¨®mo surgir¨¢n, sin mucha presi¨®n exterior, los reformistas dem¨®cratas en una regi¨®n como el Pr¨®ximo Oriente, que est¨¢ dominada por los ingresos del petr¨®leo y los reg¨ªmenes sultanistas que mezclan la dominaci¨®n pol¨ªtica con la apropiaci¨®n privada, frente a la amenaza de la violencia islamista.
El tercer postulado neo-con fue la desconfianza hacia las instituciones y el derecho internacional. Ahora, en cambio, se da "fuerte preferencia" a la llamada "diplomacia transformadora", como subray¨® Condoleezza Rice hace unos d¨ªas, y a formas de cooperaci¨®n que vayan m¨¢s all¨¢ de las "coaliciones de voluntarios" con las que se emprendieron las intervenciones en Afganist¨¢n e Irak. Algunos hablan de un "multilateralismo m¨²ltiple", en el que se superponen diversas organizaciones funcionales y regionales formadas siempre por pa¨ªses democr¨¢ticos. En cualquier caso, el Gobierno americano se propone ahora "fortalecer las alianzas, la amistad y las instituciones internacionales".
Todo esto ser¨¢, como ya se dec¨ªa hace cuatro a?os, obra de varias generaciones. Nos encontrar¨ªamos, pues, s¨®lo "en los primeros a?os de una larga lucha", algo parecido a lo que fueron los primeros escarceos de la larga guerra fr¨ªa. Es, desde luego, posible que la opini¨®n p¨²blica americana, que no tiene nada de imperialista, se canse del esfuerzo y gire de nuevo hacia el aislacionismo antes de culminar la labor. Tambi¨¦n est¨¢ claro que el "idealismo realista" del Gobierno americano ha adolecido hasta ahora de notable incompetencia y ello podr¨ªa llevarle a nuevos fracasos y demoras. Pero lo peor que podr¨ªa ocurrir es que volvieran los 'realistas' tradicionales, aquellos que cultivaban la amistad con los m¨¢s diversos dictadores, ya que fue precisamente su pol¨ªtica la que aliment¨® y prolong¨® muchos de los conflictos del mundo y una general inestabilidad.
Josep M. Colomer es profesor de investigaci¨®n en Ciencia Pol¨ªtica en el CSIC y la Universidad Pompeu Fabra.
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