Quiz¨¢, mejor el silencio
Quiz¨¢ el silencio nos informe mejor. Quiz¨¢, el trasegar de los gorriones y las pocas golondrinas en este mes de abril. Quiz¨¢. Escuchar el p¨¢lpito del tiempo, y percibir el ajetreo de las gentes. Prestar o¨ªdo a la informaci¨®n precisa que proporciona el murmullo del aire o el crepitar de las plantas al crecer. Quiz¨¢. Ir m¨¢s all¨¢ de la palabra y del pensamiento mismo y percibir. Quiz¨¢, eso. Porque lo que se dice -o se calla-, lo que se escribe, los estados emocionales del momento, nos informan poco o mal de lo que verdaderamente ocurre ahora y quedar¨¢ tras ese "alto el fuego permanente" decretado por la infamia.
Lo que tenga que ser, llegar¨¢. No creo, desde luego, en los pron¨®sticos ni en el escepticismo. Tampoco en el optimismo ni en el an¨¢lisis puro -siempre hay un cierto conflicto entre raz¨®n y realidad-. No creo que todo "empiece al d¨ªa siguiente" ni creo que desconozcamos la libertad a causa de esa bajeza pol¨ªtica que ha sido el asesinato y la amenaza que se ha practicado en el Pa¨ªs Vasco -aterradora especialmente en los a?os de la democracia, no se olvide-. Conocemos lo que es ser libres: por eso nos plantamos en 1997. La libertad -imperfecta, mejorable siempre- es esto. No creo tampoco, desde luego, que quepa despreciar lo que sucede o lo que se dice que pasa. Si desafiar con matar es el primer paso para hacerlo, amagar con retirar las pistolas es el paso necesario para realmente hacerlo. Educa en ello, lo hace cre¨ªble.
Lo cierto y verdad es que el terror local era inviable desde que el 11-M Al Qaeda estableciera su franquicia del horror en estas tierras. Esa ley es imparable. En todo caso, era una situaci¨®n que necesitaba ser gestionada. ?Se est¨¢ haciendo bien/mal? Cuesta saberlo. Siempre puede reconvertirse el horror en mafia.
Uno percibe, sin embargo, alg¨²n rechinamiento en el decurso de los acontecimientos. Quiz¨¢ fue excesivo el fogonazo de entusiasmo medi¨¢tico aquel 22 de marzo. Demasiada valoraci¨®n r¨¢pida, demasiados verbos en pasado perfecto ("mataba"), demasiado protagonismo para quienes sostienen activamente la ignominia (esa sonrisa exultante de Otegi llegando al juzgado). Quiz¨¢, demasiado r¨¢pidas las reacciones en los tribunales. No lo s¨¦. Las personas, todas, son dignas de la m¨¢xima consideraci¨®n. Cada drama es total para quien lo padece. Las familias de las v¨ªctimas, las familias inermes muchas veces -no deben dolernos prendas- de los propios verdugos. Todos. Pero la apuesta es, s¨ª, la derrota de la hidra infame que emponzo?a el charco de la vida. Eso ser¨¢ lo que quede, o se nos hurte, para nuestros hijos. Es lo que cuenta.
De ah¨ª que, mientras uno admire las palabras sopesadas y sosegadas -vitales cree uno- de Maite Pagazaurtundua (juego limpio, entendimiento entre los dem¨®cratas, no a la ventaja pol¨ªtica y apelaci¨®n al sistema garantista de nuestras leyes; compromiso y amor hacia las ni?as, sus ni?as, todos nuestros hijos), le inquiete leer a un delegado episcopal de pastoral social, a un sacerdote, hablar de las "cuestiones t¨¦cnicas" de la "negociaci¨®n", de una "lenta ciaboga" en la izquierda abertzale, de "las partes implicadas", etc¨¦tera, con el lenguaje as¨¦ptico del forense (ambos en EL PA?S del domingo pasado). Resulta un punto obsceno trat¨¢ndose de lo que se trata. Y le inquiete escuchar esas comparaciones absurdas con el Ulster-Irlanda del Norte ("all¨¢, la negociaci¨®n dur¨® a?os").
De ah¨ª tambi¨¦n que uno valore, y valore mucho, el silencio l¨²cido del partido de Josu Jon Imaz este pasado s¨¢bado en la manifestaci¨®n de Bilbao, y su actuaci¨®n en general. Quiz¨¢ el silencio, quiz¨¢ escuchar la quietud en las cosas nos ayude a generar una corriente de fondo a favor de los valores de la libertad. Es lo que al final contar¨¢. (O no, y ser¨¢ nuestra desgracia).
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