El futuro del Polo
El conflicto que estos d¨ªas mantienen abierto los trabajadores de Volkswagen de Pamplona con la direcci¨®n de la empresa puede que no sea sino uno m¨¢s de los m¨²ltiples episodios, habidos o por haber, propios de las nuevas relaciones laborales que tratan de establecer las grandes empresas que cuentan con inversiones y plantas de producci¨®n distribuidas entre diferentes pa¨ªses.
Aparentemente, las caracter¨ªsticas de este conflicto laboral no se diferencian demasiado de tantos otros que se suceden a diario en un buen n¨²mero de compa?¨ªas: ante la firma de un nuevo convenio colectivo, la patronal ofrece unas condiciones que son rechazadas por el comit¨¦ de empresa y, como consecuencia de ello, los sindicatos inician un proceso de movilizaciones. Sin embargo, tras este conflicto, y otros que se plantean con caracter¨ªsticas similares, se esconde una estrategia empresarial orientada a homogeneizar, a la baja, las condiciones laborales existentes en sus diferentes factor¨ªas, aprovechando las posibilidades brindadas por la actual globalizaci¨®n financiera y productiva.
Las condiciones laborales en algunas plantas de producci¨®n acaban determinando as¨ª las de las dem¨¢s
Desde hace unos cuantos a?os, y pese a las apariencias, se est¨¢ conformando un aut¨¦ntico mercado global de mano de obra. Las dram¨¢ticas im¨¢genes que vemos a diario sobre las pateras cargadas de emigrantes intentando alcanzar Europa, o las que nos llegan espor¨¢dicamente sobre lo que acontece en la frontera entre M¨¦xico y Estados Unidos, pudieran hacer creer lo contrario, pues dan cuenta de la no existencia de un mercado libre en lo que a la movilidad de la mano de obra se refiere. Y lo cierto es que, m¨¢s all¨¢ de la ret¨®rica sobre el libre mercado, los trabajadores no pueden ofrecer su fuerza de trabajo all¨¢ donde quieran hacerlo, a diferencia de lo que ocurre, por ejemplo, en el mercado de capitales, En este, por el contrario, vemos a diario c¨®mo billones de d¨®lares se mueven libremente a lo largo y ancho de la econom¨ªa mundial. Todo ello pudiera hacernos pensar que estamos lejos de un mercado de trabajo globalizado.
Sin embargo, nada m¨¢s lejos de la realidad. Porque, m¨¢s all¨¢ de algunas actividades fuertemente unidas al territorio (la agricultura o los servicios personales), en otras muchas es el capital el que va en busca de la mano de obra, sin necesidad de que ¨¦sta se mueva de donde se encuentra. Y as¨ª, numerosas grandes empresas escudri?an nuevos emplazamientos en los que los costes laborales sean menores, o utilizan la amenaza de trasladarse a otros lugares como estrategia para lograr acuerdos m¨¢s favorables para ellas en la negociaci¨®n colectiva. De esta forma, las condiciones laborales existentes en algunas plantas de producci¨®n acaban determinando las de las dem¨¢s, en lo que constituye la mejor expresi¨®n de ese mercado de trabajo global que, de hecho, viene lentamente conform¨¢ndose de facto durante los ¨²ltimos a?os. Jung, el presidente de Volkswagen Navarra lo dec¨ªa bien claro la pasada semana al afirmar que, "si para el 7 de abril no se consigue la estabilidad en la producci¨®n y la firma del convenio en los niveles ofertados, nos veremos obligados a planificar la fabricaci¨®n del sucesor del Polo en otras plantas". D¨ªas antes, en Alemania, el presidente del Grupo Volkswagen, Bernd Pischetsrieder no se hab¨ªa andado con rodeos al se?alar: "Espa?a ya no es un pa¨ªs tan competitivo para producir autom¨®viles como lo era antes. Su atractivo se ha reducido".
No parece probable que Volkswagen cierre la factor¨ªa de Landaben pues, a fin de cuentas, los grandes fabricantes del sector automovil¨ªstico siguen ensamblando millones de coches en sus plantas de Francia o Alemania, lugares con costes laborales superiores al nuestro. Sin embargo, tambi¨¦n en dichos pa¨ªses los sindicatos han tenido que ir aceptando importantes reestructuraciones y rebajas en los ¨²ltimos a?os. Y es que la silenciosa pero imparable globalizaci¨®n del mercado laboral puede servir, tanto para cerrar plantas, como para forzar la paulatina homologaci¨®n a la baja de las condiciones laborales. Para las grandes empresas es tan s¨®lo una cuesti¨®n de oportunidad.
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