Expansi¨®n de la ense?anza
1 y 2. La Rep¨²blica produjo una eclosi¨®n cultural en todos los ¨®rdenes: aparecieron editoriales nuevas (como C¨¦nit), se renovaron otras viejas (Espasa Calpe, Biblioteca Nueva), se tradujeron autores hasta entonces desconocidos, aument¨® el n¨²mero de lectores (usuarios de bibliotecas, compradores de libros y prensa, floraci¨®n de la novela y del ensayo), aparecieron o adquirieron nuevo relieve autores, como Sender, Barea, Garc¨ªa Lorca, Alberti, Miguel Hern¨¢ndez, Ortega, Aza?a, Machado, Valle-Incl¨¢n, Unamuno, Juan Ram¨®n, P¨¦rez de Ayala, etc¨¦tera. Se percibi¨®, intensamente, el empuje intelectual de la Instituci¨®n Libre de Ense?anza, tanto en el predicamento de muchos de estos escritores (y de cient¨ªficos como Men¨¦ndez Pidal, S¨¢nchez-Albornoz, Garc¨ªa Morente, Bernis, Cajal, Cabrera, Catal¨¢n, etc¨¦tera) como por la creaci¨®n de programas tan originales como las Misiones Pedag¨®gicas, La Barraca, las Universidades Populares, el renovado prestigio de la Residencia de Estudiantes, de la Junta de Ampliaci¨®n de Estudios, del Instituto Escuela... Se trataba de un renacimiento cultural que un¨ªa valores de ¨¦lite (palabra a la que vulgarmente se atribuyen connotaciones injustamente peyorativas), tan exaltados por Ortega o el propio Aza?a, con valores, sentimientos y prop¨®sitos decididamente democr¨¢ticos, como los que animaban a los citados proyectos de las Misiones y otros. Durante la Rep¨²blica tuvo lugar una gran expansi¨®n de la ense?anza, sobre todo primaria; pero es forzoso reconocer que esta expansi¨®n tambi¨¦n es una continuaci¨®n de la obra de la dictadura de Primo de Rivera y de los gobiernos de la monarqu¨ªa, especialmente tras la creaci¨®n del Ministerio de Educaci¨®n en 1901. Las tasas de escolarizaci¨®n, por ejemplo, aumentaron fuertemente en primera y segunda ense?anza; pero la tendencia se inicia hacia 1925. En ense?anza superior, en cambio, aumentaron con la Rep¨²blica m¨¢s en ense?anzas t¨¦cnicas que en la universitaria, todo lo cual tambi¨¦n indica esa relativa democratizaci¨®n.
La cultura no se improvisa: cultura es correlato de acumulaci¨®n; en la Rep¨²blica floreci¨® una planta que ven¨ªa cultiv¨¢ndose y creciendo desde finales del XIX. Fue la culminaci¨®n de la llamada Edad de Plata de la cultura espa?ola. Esta culminaci¨®n y esta eclosi¨®n se debieron al nuevo ambiente de libertad y de entusiasmo popular que la Rep¨²blica alumbr¨®, pero no hubieran sido posibles sin el desarrollo cultural y cient¨ªfico de los decenios anteriores, que quiz¨¢ comenz¨® con el nacimiento de la generaci¨®n del 98 o quiz¨¢ antes, con el establecimiento de la Instituci¨®n en 1876.
3. Hay que insistir en la importancia de la acumulaci¨®n en materia cultural y cient¨ªfica; la Guerra Civil cort¨® de cuajo la floraci¨®n de que hablaba y de las consecuencias de ese corte seguimos siendo v¨ªctimas hoy d¨ªa, porque nuestra cultura hoy probablemente desmerezca comparada con la cultura de la Rep¨²blica y, desde luego, desmerece comparada con lo que hoy ser¨ªa de haber tenido aqu¨¦lla la debida continuidad.
Los valores culturales de la Rep¨²blica han pervivido m¨¢s como un recuerdo rom¨¢ntico que como una base firme sobre la que construir, tanto m¨¢s cuanto que la Rep¨²blica en paz s¨®lo dur¨® cinco a?os y tres meses y, sobre todo, que la guerra seg¨® la vida de muchos y mand¨® al exilio (exterior, pero tambi¨¦n interior) a un n¨²mero a¨²n mayor. Podr¨ªa decirse (exagerando un poco) que las huellas culturales de la Rep¨²blica son m¨¢s perceptibles en M¨¦xico o en Argentina que en Espa?a.
Es doloroso decirlo, pero las instituciones culturales y cient¨ªficas en la Espa?a de hoy son m¨¢s herederas de las franquistas que de las republicanas. La autocomplacencia es la mayor enemiga de la reforma profunda y ¨¦sta es necesaria si realmente queremos volver al esp¨ªritu y la cultura de la Segunda Rep¨²blica.
Gabriel Tortella es catedr¨¢tico de Historia Econ¨®mica y autor del libro Los or¨ªgenes del siglo XXI (Gadir).
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