Celtiberia marbell¨ª
Confieso que las miro -leer es un verbo excesivo para el caso- desde siempre. Al principio con la mala conciencia propia de una universitaria con aspiraciones intelectuales. Despu¨¦s, cuando la vida me relaj¨® y me ense?¨® a disfrutar de la frivolidad sin complejos, empec¨¦ a hojearlas m¨¢s tranquilamente, dejando rienda suelta a la Maruja que todos llevamos dentro. Las revistas del coraz¨®n no castigan mi bolsillo, pero forman parte de mi ind¨®mita curiosidad cuando las encuentro en todos los rincones donde saben, sabias ellas, depositarse pacientemente. Una puede estar mirando una revista de hace tres meses en la peluquer¨ªa o en el m¨¦dico, y no pasar nada, como si el tiempo tuviera otro ritmo en el color¨ªn, como si fuera vencido. Debe de ser por ello por lo que los personajes de la Celtiberia marbell¨ª me suenan desde antiguo, cual extra?a prolongaci¨®n del No-Do franquista pasado por un tinte de color. Siempre los encontr¨¦ horteras, fatuos, barrocos hasta el desprop¨®sito, t¨ªpicas encarnaciones del mal gusto ancestral del nuevorrisquismo, aquello que la alta burgues¨ªa de antes llamar¨ªa "el dinero sin clase". Desde luego, clase no ten¨ªan, pero no s¨®lo en el vestir o el hablar, es que la mayor¨ªa parec¨ªa que no hab¨ªa ido a las aulas ni en las ¨¦pocas gloriosas del "florido pensil". Algunos cronistas de la Marbella actual, especialmente los que tienen m¨¢s mili a sus espaldas, expresan reiteradamente su a?oranza por la Marbella de antes, cuando la Gunilla montaba sus fiestorras con todo el derroche propio del personaje. "Aquella Marbella luc¨ªa, ahora est¨¢ llena de freakies", me dice una esforzada cronista rosa. Sin embargo, si lucir significaba aquello, la exhibici¨®n fastuosa del lujo gratuito, sin otra funci¨®n que mostrarlo y derrocharlo, una se atreve a asegurar que los freakies de ahora son dignos sucesores de sus notables ancestros. Marbella, para desgracia de Marbella, siempre ha sido un espacio donde el dinero r¨¢pido y f¨¢cil, a borbotones, ha llenado las arcas de todo tipo de desalmados y, con ellas, ha llenado sus calles de toda la horter¨ªa nacional y de parte del extranjero. De los Kashogui a las Gunillas, pasando por Dinio y Marujita, todos formaban parte de la fauna m¨¢s variopinta, extravagante y vulgar que pod¨ªa encontrarse por estos lares. La guinda de la mona de Pascua la pon¨ªa el s¨¦quito del dictador saud¨ª cuando llegaba con sus Rolls Royce, sus criados pomposos, sus familiares millonarios y sus mujeres esclavas, e inundaba de d¨®lares las tiendas marbell¨ªes, y de verg¨¹enza la dignidad de un pa¨ªs democr¨¢tico. Solo faltaban las excursiones del jefe del Estado a saludar al amigo tirano para que mi alma republicana saltara por los aires, de quemada que estaba.
Todo esto ha sido, durante d¨¦cadas, la Marbella del Hola y el Lecturas. Y la hemos contemplado en su pornogr¨¢fica exhibici¨®n lujosa, con la cortina de humo de la cr¨®nica social, quiz¨¢ movidos por la verg¨¹enza ajena que provoca el sin pudor del nuevorriquismo, pero sin que saltaran por los aires las alarmas democr¨¢ticas que cab¨ªa esperar. Marbella no se ha escondido durante d¨¦cadas, y sin embargo, ?qu¨¦ no ha ocurrido en la democracia espa?ola para que pudiera perpetrarse el enorme desprop¨®sito financiero, pol¨ªtico, urban¨ªstico, delictivo marbell¨ª? Si una mira el mapa de la costa marbell¨ª a vuelo de p¨¢jaro, queda tan horrorizada por la piedra que saquea su expoliado paisaje que alguna pregunta, sin m¨¢s, tiende a hacerse. Y las preguntas resultan de una enorme incomodidad. Desde la Marbella protofascista de Gil hasta la actualidad han pasado tantos a?os de continuismo corrupto que las explicaciones que ahora nos dan las administraciones suenan a malas excusas y peores justificaciones. Leo que el fiscal Jim¨¦nez Villarejo ya exigi¨® que la Agencia Tributaria investigara el patrimonio de Juan Antonio Roca en 2003. Pero, que me perdone Villarejo -a quien guardo una sincera devoci¨®n- si expreso mi consternaci¨®n severa. La vieja idea de que Espa?a es el pa¨ªs de Europa donde el gran fraude vive mejor queda rotundamente confirmada con el esc¨¢ndalo marbell¨ª. Deb¨ªan de estar ciegos, sordos y mudos estos chicos de la Tributaria si hasta 2003 no empezaron a mirarse algunos patrimonios y si, encima, no supieron encontrar las trampas. Y mira que Roca se exhib¨ªa, con su gusto de millonario barriobajero, en la mejor escuela del estilo decorativo de las mafias rusas y de las fortunas del petrod¨®lar. ?Todos los inspectores de Hacienda marbell¨ªes est¨¢n libres de sospecha? Pues deben de ser los ¨²nicos que est¨¢n exentos, porque desde jueces hasta polic¨ªas, desde pol¨ªticos hasta notarios, abogados y toda la fauna de rigor, todos han tenido algo que ver con la impunidad de la trama marbell¨ª. S¨®lo fallando todos los mecanismos de control democr¨¢ticos, justicia incluida, se pod¨ªa crear un r¨¦gimen de corrupci¨®n que ha durado d¨¦cadas y que ha comportado la creaci¨®n de enormes fortunas cuya exhibici¨®n p¨²blica era notoria, desacomplejada y brutalmente sospechosa. No dir¨¦ que el sueldo de un camarero no d¨¦ para hacerse multimillonario, pero ?cu¨¢ntas vidas necesita?
Y s¨ª, fall¨® la Junta de Andaluc¨ªa, notoriamente, irresponsablemente, tristemente. La Junta ten¨ªa que haber evitado mucho antes la ferocidad del sector piedra marbell¨ª, tan voraz que ha llegado a la categor¨ªa de esc¨¢ndalo europeo. Creo que es de rigor asegurar que la especulaci¨®n urban¨ªstica en Marbella no ha tenido quien la persiguiera. Claro que, si miramos toda la costa andaluza... sorpresas encontramos. Y de la impunidad han nacido estos lodos, estas fortunas y estas miserias. Acompa?ado todo por la inhibici¨®n irresponsable de los dos grandes partidos, incapaces de frenar la evidente corrupci¨®n pol¨ªtica que durante d¨¦cadas ha gobernado la ciudad. Marbella es su delito, el de los delincuentes que la ley tipifique, pero es nuestra verg¨¹enza, una verg¨¹enza colectiva que contamina la credibilidad de un sistema democr¨¢tico. Nos lo dice todo el mir¨® encontrado en el lavabo del se?or Roca: prepotencia, vulgaridad, dinero f¨¢cil y una notoria, escandalosa, reiterada y hasta hoy segura impunidad. Un mir¨® en el v¨¢ter y la democracia haciendo la siesta.
www.pilarrahola.com
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