Sirena carioca
Marisa Monte es la voz femenina m¨¢s importante de su generaci¨®n en Brasil. Seis a?os despu¨¦s de su anterior trabajo, y tras vender casi dos millones de ejemplares de 'Tribalistas', vuelve con dos discos de autor: 27 canciones de pop y samba, de ritmo, delicadeza y lirismo.
Ten¨ªa 19 a?os cuando su nombre apareci¨® en peri¨®dicos y revistas. Se presentaba en clubes y peque?os teatros. Y evitaba emisoras de radio y televisi¨®n. Pocos la hab¨ªan o¨ªdo cantar, pero en los c¨ªrculos art¨ªsticos m¨¢s influyentes todos hablaban de ella. Levantaba pasiones. "Su rostro no es de este tiempo, es un camafeo victoriano", dec¨ªa el director de cine H¨¦ctor Babenco. "Si Boticelli estuviese vivo, ver¨ªa en el escenario la reencarnaci¨®n de su ideal renacentista de belleza", escribi¨® un columnista. Nadie hab¨ªa irrumpido con tanta fuerza en la m¨²sica de Brasil.
Seis a?os despu¨¦s de Memorias, cr¨®nica y declaraciones de amor, del que vendi¨® m¨¢s de un mill¨®n de ejemplares, Marisa Monte (R¨ªo de Janeiro, 1967) regresa y lo hace con dos discos: Infinito particular -m¨¢s autoral y pop, con arreglos de cuerdas y metales de Philip Glass, Eumir Deodato y Jo?o Donato- y Universo ao meu redor -que bebe en la atm¨®sfera de la samba a partir de una lectura elegante y personal de la cantante y compositora carioca-. En total, 27 canciones in¨¦ditas.
"Necesitamos la delicadeza m¨¢s que nunca.. Es importante respetar el ritmo natural de las cosas"
"Tenemos la obligaci¨®n espiritual de buscar la felicidad. S¨®lo as¨ª podemos hacerle bien al planeta"
Universo ao meu redor ("nuestra dimensi¨®n externa") comienza con la narraci¨®n radiof¨®nica de la llegada del hombre a la Luna y re¨²ne 14 sambas entre las que ha escrito Marisa Monte con sus parceiros (colaboradores), obras recientes de Paulinho da Viola y Adriana Calcanhotto, y otras de los a?os cuarenta o cincuenta de Casemiro Vieira, Yvonne Lara o Jayme Silva. Infinito particular ("la inmensidad ¨ªntima de cada uno") recoge 13 composiciones de la brasile?a con Arnaldo Antunes, Carlinhos Brown, Seu Jorge o Marcelo Yuka.
Iba para cantante l¨ªrica. Era el sue?o de aquella chica alta, delgada y p¨¢lida. Empez¨® a estudiar con 14 a?os. Y viaj¨® a Roma con el fin de ingresar en una afamada escuela. Ten¨ªa 18 a?os. Pas¨® nueve meses en Italia. Parad¨®jicamente, en la distancia descubri¨® Brasil. La que fue su primera profesora de canto ve¨ªa en ella una reencarnaci¨®n de la Callas -"llam¨® a mi madre para decirle que no pod¨ªa explicarlo, pero que los espiritistas lo explican"-. El d¨ªa que vio a su alumna preferida en un especial de televisi¨®n cantando a Marvin Gaye, Carmen Miranda y los Mutantes, la pobre puso el grito en el cielo.
Marisa Monte nunca se ha sometido al dictado de las discogr¨¢ficas. Se dej¨® cortejar. "Ten¨ªa una posici¨®n confortable antes de firmar por el p¨²blico que ya hab¨ªa conquistado en los conciertos", dice. Y desde el primer contrato impuso sus condiciones: "No quer¨ªa convertirme en salchicha de grabadora". Gan¨® la partida: controla todos los pasos.
En el cuarto piso del imponente edificio del Centro Cultural Banco do Brasil, en el centro hist¨®rico de R¨ªo, recibe a los periodistas. Y ya se prepara para retomar la rutina de conciertos, hoteles y aeropuertos olvidada en estos ¨²ltimos cinco a?os, en los que produjo el ¨²nico disco del octogenario sambista Argemiro Patroc¨ªnio, grab¨® el informal Tribalistas con sus amigos Carlinhos Brown y Arnaldo Antunes, y amamant¨® y cuid¨® a su primer hijo, Mano Vladimir.
Ha entrado en la sala y ha ido saludando y besando a los periodistas uno por uno. Cuesta imaginar a Madonna haciendo eso.
Los norteamericanos son diferentes. [Risas]. ?Por qu¨¦ no voy a besar y saludar una por una a esas personas que vinieron de lejos para hablar conmigo? Cada uno merece atenci¨®n especial. Es lo m¨ªnimo. No s¨®lo lo hago con periodistas, tambi¨¦n con quien est¨¢ detr¨¢s de la c¨¢mara o se ocupa de la iluminaci¨®n.
En plena crisis de la industria, dos discos al mismo tiempo. ?No es una osad¨ªa?
Son dos por varios motivos. Hace tres a?os naci¨® mi hijo y pude estar en casa cuid¨¢ndolo con mucha tranquilidad, haciendo cosas que me interesan y para las que no ten¨ªa tiempo por viajar tanto. Siempre he hecho giras muy grandes y mi trayectoria se ha basado en esa relaci¨®n directa con el p¨²blico. En 18 a?os de carrera s¨®lo ten¨ªa cinco discos; ahora, siete. Es poco. Pens¨¦ que pod¨ªa, que deb¨ªa grabar m¨¢s. Aprovech¨¦ ese tiempo en casa para buscar sambas de la vieja guardia, componer m¨¢s. A la vez que hablaba con los sambistas empec¨¦ a digitalizar mis casetes con canciones escritas en diferentes momentos. Lo ten¨ªa todo organizado, pero en un soporte fr¨¢gil, y quise preservar las grabaciones. Fue como leer un viejo diario. Hubo un momento, no recuerdo muy bien cu¨¢ndo, en que percib¨ª que ten¨ªa dos repertorios muy n¨ªtidos. Uno, enfocado al universo de la samba, y el otro, un cuaderno de m¨²sica con mi trabajo autoral.
Dice que son sus discos m¨¢s femeninos.
Porque son ligeros, suaves. Percibo delicadeza, lirismo, en el disco de samba, un mundo donde la presencia femenina es rara. Recuerdo haberles dicho a los dos productores que eran discos de chica, que quer¨ªa un ambiente delicado. Necesitamos la delicadeza m¨¢s que nunca. Tienen una temperatura parecida, una intensidad similar por esa calma que tuve para hacerlos. Es importante respetar el ritmo natural de las cosas.
Eligi¨® a Al¨º Siqueira para producir 'Infinito particular' y a Mario Caldato en 'Universo ao meu redor'.
M¨¢s all¨¢ de que aprendo con cada persona con la que trabajo y eso me daba la posibilidad de aprender a¨²n m¨¢s, siempre quise trabajar con Mario. Y sent¨ª que era el momento. Me encantaba su trabajo con los Beastie Boys, Marcelo D2 y, m¨¢s recientemente, con Jack Johnson. Lo que me interes¨® es que nunca hab¨ªa hecho un disco de samba. Y yo no quer¨ªa hacer un disco nost¨¢lgico, tradicional, sino algo m¨¢s parecido a mi propio trabajo. Con Al¨º eran mis canciones, nacidas de una guitarra, y deseaba mantener la guitarra en pr¨¢cticamente todas las bases. Quer¨ªa trabajar con arreglos escritos, y Al¨º, con quien viv¨ª una experiencia maravillosa en Tribalistas, se form¨® en orquestaci¨®n y direcci¨®n de orquesta, y tiene o¨ªdo absoluto.
Se oyen los instrumentos m¨¢s diversos e inesperados, desde kotos, kalimbas, ukeleles, surdos o cu¨ªcas hasta chelo, fagot, theremin, trompeta, ¨®rgano Hammond o arpa. ?C¨®mo logra una textura as¨ª?
Escuchando lo que necesitan las canciones. Las hay que son dichas para muchos; otras, al o¨ªdo. Cada una tiene una temperatura y eso ya gu¨ªa el arreglo. Y creo que me deja la libertad de usar cualquier fuente sonora a mi alcance. Todo vale. Desde el momento en que sirva bien a esa canci¨®n. Si hay algo muy fuerte en todos mis trabajos, es el compromiso con la palabra cantada.
Est¨¢n involucrados Philip Glass, David Byrne, Eumir Deodato?
Siempre ha sido as¨ª. Un disco son muchas horas de la vida de varias personas. La m¨²sica es un medio para comunicarse, como el di¨¢logo o la mirada. Y est¨¢ en mi naturaleza. Si tengo que hacer algo como ordenar un armario en casa, prefiero tener compa?¨ªa. Me gusta trabajar con los dem¨¢s y s¨¦ interactuar bien.
En su primer disco cantaba s¨®lo canciones de otros. Poco a poco fue surgiendo la compositora. ?Le cost¨® decidirse?
Sent¨ªa verg¨¹enza. Tard¨¦ tiempo hasta sentirme segura. Me parec¨ªa que con 19 a?os no necesitaba mostrarlo todo de entrada, que las cosas ten¨ªan su tiempo. Buscaba parceiros y sab¨ªa que ser¨ªa fundamental. No pod¨ªa ser s¨®lo una int¨¦rprete. Comenc¨¦ a escribir m¨¢s, aunque nunca pens¨¦ que Maria Beth?nia o Cassia Eller grabar¨ªan mis canciones.
Un cr¨ªtico norteamericano escribi¨® a prop¨®sito de alguien: "Es una cantante con cerebro de cantante?".
Los cantantes que m¨¢s admiro son aquellos que piensan bien. Aunque la voz sea escasa, o medio desafinada, est¨¢n el rigor, la autocr¨ªtica del proceso creativo, la dedicaci¨®n? Eso es lo que m¨¢s me cautiva, lo que me fascina. Entiendo la voz como instrumento para el pensamiento. No es nada sin eso. Hay gente con una voz bonita que no consigue transmitir porque canta de manera superficial o inadecuada. Hay que encontrar la forma, el tono, la intensidad. Todo eso forma parte de un proceso de pensar, sentir, analizar los sentimientos.
'Tribalistas', sin entrevistas ni conciertos, se convirti¨® inesperadamente en un ¨¦xito masivo.
Nos record¨® que la fuerza de la propia m¨²sica es lo que interesa. Me sent¨ª liberada. Ya no siento que sea una obligaci¨®n, que tenga que hacerse as¨ª, que cuando grabas un disco tienes que dar entrevistas y luego salir de gira. Me hizo ver que no se trataba de un dogma.
Lo que hicimos fue colocar la m¨²sica en primer plano. Vamos a hacer m¨²sica, s¨®lo m¨²sica y nada m¨¢s que m¨²sica. Asumimos un riesgo.
?Siempre se ha sentido independiente?
Nunca hice grandes concesiones. La m¨²sica ha sido siempre muy generosa conmigo y yo la respeto mucho. Me da muchas posibilidades de encuentros y realizaciones en la vida. Es una diosa. Y yo, una buena sierva. [R¨ªe].
Muchos la imaginan negociando duramente con los ejecutivos de la multinacional para evitar que usen sus canciones en un anuncio o alg¨²n recopilatorio.
No pueden. Nunca han podido por contrato. Necesitan mi autorizaci¨®n. Las discogr¨¢ficas [pone voz engolada] son culpables de todo lo que sucede. Lo cierto es que no tengo historias tristes que contar. Mi relaci¨®n ha sido siempre muy saludable. Yo llego y les comunico lo que voy a hacer. Ya s¨¦ c¨®mo es la portada, el repertorio exacto. Un disco es un proceso muy personal. Nadie puede decirte lo que tienes que hacer. Muchos artistas tienen una relaci¨®n pasiva, como si la discogr¨¢fica fuese la madre que va a cuidar de ti y solucionarte la vida. Eso lo tienes que hacer t¨² mismo.
Una revista la incluye en la lista de las 10 mujeres m¨¢s poderosas de Brasil.
Colocaron en la lista cantantes, modelos y empresarias famosas, pero hay tantas mujeres que luchan a diario? Quienes sostienen los hogares brasile?os son las mujeres. Mujeres que trabajan fuera y cuidan de los hijos, preparan la comida, lavan los platos. La funci¨®n de la mujer, que cambi¨® al emanciparse y salir a la calle, hizo que aumentaran mucho sus responsabilidades, se tuvo que hacer mucho m¨¢s fuerte para sobrevivir.
?Hay sambas que pueden perderse porque apenas permanecen en la memoria de alg¨²n anciano?
Estoy segura de que ya se han perdido muchas. Contrat¨¦ a un estudioso para que me ayudara, pero es labor para un equipo acad¨¦mico de veinte investigadores. Un trabajo de a?os que requiere dinero. Tal vez lo podr¨ªa hacer alguna instituci¨®n cultural o una iniciativa privada consciente. Que lo haga el Estado es dif¨ªcil, porque ya los hospitales est¨¢n mal; las escuelas, horribles; la polic¨ªa, peor. Creo m¨¢s en la persona, por ejemplo el due?o de alguna empresa, que quiera financiar esa idea porque le parece algo importante. Creo que para saber lo que uno est¨¢ haciendo hay que saber lo que se hizo antes.
En ?frica dicen que cuando muere un 'griot' -depositario de la tradici¨®n oral-, una biblioteca arde?
Nunca olvidar¨¦ la ¨²ltima vez que visit¨¦ a Argemiro. Era su cumplea?os y me cant¨® una composici¨®n nueva. Le dej¨¦ una grabadora y le ped¨ª que la grabara. Muri¨® unos meses m¨¢s tarde sin haberlo hecho. Aquella samba sobre la vejez, sobre c¨®mo iba envejeciendo, es una de las cosas m¨¢s bonitas que yo haya escuchado. Y se fue con ¨¦l.
De adolescente prefer¨ªa buscar tesoros entre los viejos vinilos de las tiendas de discos usados que ir a centros comerciales. ?No era un poco rarita?
Siempre me sent¨ª distinta. Hay cosas que son reglas para mi generaci¨®n y que a m¨ª nunca me gustaron. Quiz¨¢ por eso haya tenido tiempo para pensar en otras cosas. A veces coges el mando a distancia de la televisi¨®n y vas recorriendo canales sin ver ni o¨ªr nada que realmente te aporte algo. El tiempo es un bien muy precioso que cada uno tenemos, y yo siempre intent¨¦ dar valor al m¨ªo. Hay muchas personas con una mirada cr¨ªtica, pero la mayor¨ªa necesita aprender que no tiene que conformarse con lo que le llega. Que la felicidad no entra por la ventana mientras est¨¢s echado en el sof¨¢. Que se puede ir en busca de eso. A uno le gustar¨¢ pasear; a otro, leer un libro; a otro, ir al cine, escuchar m¨²sica, hablar. Creo que tenemos la obligaci¨®n espiritual de buscar la felicidad. S¨®lo as¨ª podemos hacerle bien al planeta.
'Infinito particular' y 'Universo ao meu redor' est¨¢n publicados por EMI. Marisa Monte actuar¨¢ en Madrid y Barcelona a mediados de septiembre.
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