Mejorar las universidades europeas
El autor propone que los alumnos reembolsen parte del coste de la ense?anza para aumentar la financiaci¨®n universitaria.
Yo empec¨¦ a impartir clases en la universidad hace muchos a?os. En aquella ¨¦poca, comenz¨¢bamos muy j¨®venes. S¨®lo ten¨ªa 22 a?os cuando consegu¨ª mi primer empleo en la universidad, en un peque?o colegio universitario de Inglaterra. No pod¨ªa imaginarme unos mejores inicios en la vida. El trabajar en la universidad -la vida de un acad¨¦mico- me parec¨ªa lo mejor. ?C¨®mo pod¨ªa alguien querer trabajar en los negocios o como abogado o funcionario con su rutina diaria fija? En el ¨¢mbito acad¨¦mico, uno no viv¨ªa en el mundo cotidiano (o eso me parec¨ªa a m¨ª). Como acad¨¦mico, una persona es libre de seguir sus intereses, vagar por la historia y entablar conversaci¨®n con las mejores mentes de ¨¦pocas pasadas y presentes. Por aquel entonces, trabajar en una universidad era b¨¢sicamente una ocupaci¨®n de la ¨¦lite. S¨®lo un 7% de los j¨®venes pod¨ªa conseguir plazas universitarias. La universidad apenas ten¨ªa rival como lugar para la aportaci¨®n de conocimiento. Hasta a?os despu¨¦s, los medios de comunicaci¨®n, los grupos de expertos, las asesor¨ªas de gesti¨®n y otros no empezaron a irrumpir en el terreno que hab¨ªa ocupado tradicionalmente la universidad. En Gran Breta?a, al menos durante ese periodo, incluso los salarios universitarios eran bastante elevados, equiparables a los de otros profesionales (desde entonces han quedado muy rezagados).
S¨®lo hay una fuente real de grandes ingresos adicionales: los estudiantes
Los pa¨ªses que no ampl¨ªen su educaci¨®n possecundaria no ser¨¢n competitivos
Avancemos varias d¨¦cadas. Ahora, en los pa¨ªses m¨¢s desarrollados, como m¨ªnimo un 30% de la gente llega a la educaci¨®n secundaria. En algunos pa¨ªses, el porcentaje es muy superior. En varios Estados, como Austria, Suecia y Australia, m¨¢s de un 50% de los j¨®venes llegan a la educaci¨®n secundaria. La Uni¨®n Europea se ha marcado el objetivo de tener a un 80% de los j¨®venes en la educaci¨®n possecundaria en un plazo relativamente corto. En un discurso pronunciado en abril de 2005, el presidente de la UE, Jos¨¦ Manuel Dur?o Barroso, afirmaba que "las universidades nunca han ocupado un lugar tan destacado en la agenda de la Comisi¨®n".
?A qu¨¦ se debe toda esta expansi¨®n? ?Por qu¨¦ existe tanta preocupaci¨®n entre los l¨ªderes pol¨ªticos por ampliar las universidades? Los motivos son principalmente econ¨®micos. Guardan relaci¨®n con las poderosas fuerzas que ahora est¨¢n transformando las econom¨ªas de todos los pa¨ªses desarrollados. Hace unos 30 a?os aproximadamente, m¨¢s del 40% de la mano de obra trabajaba en la manufactura: fabricaba cosas. En algunos pa¨ªses industriales, entre un 10% y un 15% de la mano de obra segu¨ªa en la agricultura. En la actualidad, esos porcentajes han sufrido un cambio bastante profundo. Ahora, en el conjunto de la UE, s¨®lo un 16% de la mano de obra trabaja en la fabricaci¨®n: la clase trabajadora est¨¢ menguando casi hasta la desaparici¨®n. Esa proporci¨®n, seg¨²n demuestran las ¨²ltimas cifras, ha ca¨ªdo hasta un 12% en Reino Unido, y s¨®lo alcanza un 10% en EE UU. Adem¨¢s, en los pa¨ªses de la UE no m¨¢s de un 2% o 3% trabaja en la agricultura.
De ah¨ª que en las econom¨ªas avanzadas actuales, un 80% de la mano de obra o m¨¢s trabaje en los sectores de la producci¨®n de conocimientos o los servicios. La econom¨ªa del conocimiento es una realidad y supone un cambio enorme con respecto al pasado. La nueva econom¨ªa est¨¢ polarizada. Algunos obtienen MacEmpleos, es decir, empleos cualificados y bien pagados. Otros deben aceptar McEmpleos, es decir, trabajos relativamente poco cualificados de la econom¨ªa de los servicios: en McDonalds, Starbucks o en las cajas de los supermercados. Sin embargo, la mayor¨ªa de los trabajos -unos dos tercios de los nuevos empleos que se generan- son cualificados y esa proporci¨®n est¨¢ aumentando, no decreciendo. Adem¨¢s, muchos de los trabajadores de los McEmpleos los desempe?an s¨®lo temporalmente, como es el caso de los estudiantes que trabajan a tiempo parcial.
Por tanto, la demanda de mano de obra no cualificada se est¨¢ agotando. De ah¨ª la nueva importancia de una educaci¨®n superior en las sociedades contempor¨¢neas. Esa nueva importancia es muy real y trascendental. Los pa¨ªses que no ampl¨ªen radicalmente su educaci¨®n post-secundaria sencillamente no ser¨¢n competitivos en la econom¨ªa mundial, ni podr¨¢n lidiar con los problemas de la exclusi¨®n social y del bienestar.
Es justo decir que quienes trabajamos en universidades tenemos una actitud ambivalente hacia esos procesos de expansi¨®n a gran escala. Sin duda, es deseable que asista tanta gente como sea posible a las facultades y otros colegios universitarios. Por otro lado, a medida que la educaci¨®n superior se ha ido transformando en un fen¨®meno de masas, el estatus y el salario de los profesores universitarios han disminuido. Resulta dif¨ªcil captar a los mejores, ni siquiera para las principales universidades; muchos se sienten atra¨ªdos por los trabajos -como los de la industria o la banca- que en mi generaci¨®n (con nuestros esnobismos) no nos habr¨ªamos planteado siquiera.
As¨ª, en la econom¨ªa del conocimiento, ?cu¨¢l deber¨ªa ser el papel de las universidades y, sobre todo, el de las de ¨¦lite? Y, si las universidades de ¨¦lite son importantes, ?c¨®mo deber¨ªamos abordar el hecho de que las europeas hayan quedado rezagadas con respecto a sus hom¨®logas de EE UU? Porque las clasificaciones de las mejores universidades del mundo est¨¢n dominadas por instituciones estadounidenses, y s¨®lo un pu?ado de facultades europeas, como Oxford y Cambridge, figuran entre las 100 primeras del mundo. Muchos acad¨¦micos destacados abandonan Europa y se dirigen a EE UU; s¨®lo una minor¨ªa regresa alguna vez.
Europa mira con envidia al otro lado del Atl¨¢ntico. Sin embargo, no todo va bien en la educaci¨®n superior estadounidense, lo cual es el centro de intensos debates. En las universidades privadas, el precio de las matr¨ªculas ha aumentado de forma desorbitada. Las solicitudes de estudiantes de origen m¨¢s pobre se han desplomado. S¨®lo una peque?a minor¨ªa de instituciones puede permitirse ofrecer financiaci¨®n para cubrir parte del d¨¦ficit. Adem¨¢s, existen grandes preocupaciones por el papel cambiante de las universidades. ?stas, como se afirma de forma generalizada, se est¨¢n viendo demasiado arrastradas hacia el terreno de los negocios: ?qu¨¦ ha ocurrido con su misi¨®n cl¨¢sica de fomentar la investigaci¨®n desinteresadamente? Algunos detractores incluso han hablado de "la universidad en ruinas".
Los europeos deber¨ªamos escuchar esas preocupaciones mientras nos proponemos reestructurar nuestras universidades y mejorar su calidad a nivel mundial. Necesitamos m¨¢s universidades de ¨¦lite. ?Por qu¨¦? Pues porque son los centros primordiales de investigaci¨®n e innovaci¨®n, la fuente de buena parte de lo que influye en el resto del sistema universitario. Sin embargo, no debemos convertirlas en f¨¢bricas de conocimiento. El principal impulsor de la expansi¨®n de las universidades quiz¨¢ sean las preocupaciones econ¨®micas, pero las facultades no deber¨ªan estar supeditadas a los imperativos econ¨®micos. La educaci¨®n superior es vital, ya que ayuda a transmitir unos valores m¨¢s amplios de cosmopolitismo y ciudadan¨ªa. Conforme crece el sistema universitario, los valores humanistas y las tradiciones liberales deben continuar ocupando su lugar.
?C¨®mo podr¨ªamos cuadrar el c¨ªrculo con estas cuestiones? Buena parte de la respuesta debe residir en la financiaci¨®n. Excepto en uno o dos pa¨ªses con unos impuestos muy elevados, como Suecia, en Europa la expansi¨®n de la educaci¨®n superior se ha producido en gran medida sin recursos adicionales. El resultado es que (como en Italia), las universidades sufren una masificaci¨®n enorme y a su vez presentan unos ¨ªndices de abandono elevados. Adem¨¢s, est¨¢n los problemas se?alados anteriormente: condiciones laborales precarias para los acad¨¦micos, facultades de investigaci¨®n inferiores y falta de competitividad con EE UU.
No existe una f¨®rmula m¨¢gica para el problema de la financiaci¨®n de la educaci¨®n superior, como demuestran las tensiones y presiones del sistema estadounidense. Lo que est¨¢ claro es que, en la mayor¨ªa de los pa¨ªses, el Estado no puede soportar toda la carga. ?De d¨®nde puede provenir el dinero adicional? La industria puede contribuir parcialmente cuando existe una sinergia con las universidades en investigaci¨®n y desarrollo. Pero s¨®lo hay una fuente real de grandes ingresos adicionales: los estudiantes. En la econom¨ªa del conocimiento, la educaci¨®n superior confiere a quienes la experimentan grandes ventajas de ingresos durante todo su ciclo vital. ?Por qu¨¦ no iban a rembolsar parte de su coste quienes se benefician de la educaci¨®n universitaria?
Cualquier conversaci¨®n sobre contribuciones a su propia educaci¨®n tiende a suscitar una resistencia feroz de los propios estudiantes. Pero esas contribuciones canalizan nuevos recursos hacia el sistema, y permiten la mejora de las condiciones para todos, incluido el pago de unos salarios m¨¢s altos a los acad¨¦micos y tal vez un sueldo vinculado al rendimiento. A su vez, los pagos de matr¨ªculas suponen una mayor justicia, ya que, pasado cierto punto, no es justo que la gente que no asiste a la universidad pague por aquellos que s¨ª lo hacen.
El sistema m¨¢s justo es el introducido en Australia y, m¨¢s recientemente, en Reino Unido. La educaci¨®n superior es gratuita en el momento de utilizarla, y se establecen condiciones especiales de pr¨¦stamos. El pago se realiza despu¨¦s de licenciarse, y se organiza mediante el sistema de impuestos. Quienes no superan cierto nivel de ingresos no reembolsan nada. Una proporci¨®n considerable de los nuevos ingresos se destina a becas para estudiantes de origen m¨¢s pobre.
El sistema no es perfecto, pero en conjunto es el mejor de los que se ofrecen. Puede coexistir con las universidades privadas, siempre que ¨¦stas persigan tambi¨¦n activamente la captaci¨®n de estudiantes de sectores desfavorecidos de la sociedad. Si en un futuro pr¨®ximo no se establece un sistema como ¨¦se o similar en la mayor¨ªa de los pa¨ªses de la UE, no cabr¨¢ la posibilidad de que todas las universidades de Europa se pongan al nivel de las de EE UU.
Anthony Giddens es soci¨®logo brit¨¢nico, autor, entre otros libros, de La tercera v¨ªa: la renovaci¨®n de la socialdemocracia. Traducci¨®n de News Clips.
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