La violencia, problema de salud p¨²blica
En Espa?a se denuncian m¨¢s de 20.000 actos violentos al a?o, desde lesiones a homicidios
Vivimos en un mundo rodeado de violencia; cada a?o mueren en ¨¦l m¨¢s de 1,6 millones de personas como consecuencia de actos violentos. La violencia se ha convertido en un azote ubicuo; no hay pa¨ªs, ciudad o comunidad a salvo. Afecta a cualquier tipo de personas: adultos, adolescentes o ni?os, son v¨ªctimas o verdugos. En Espa?a, la violencia es tambi¨¦n, como en el resto de sociedades desarrolladas, un problema grave; s¨®lo en 2004 se describieron m¨¢s de 20.000 hechos violentos denunciados, que van desde las simples ri?as hasta los homicidios. "El siglo XX ha sido el m¨¢s violento de la historia de la humanidad y los comienzos del XXI parecen seguir la pauta", reconoce David Huertas, profesor de psiquiatr¨ªa de la Universidad de Alcal¨¢ de Henares (Madrid).
No existe un solo factor para explicar la conducta violenta de ciertas personas
Algunos expertos creen que el violento es un intolerante, pero no un enfermo
Una de las razones por la que apenas se ha considerado la violencia como una cuesti¨®n de salud p¨²blica es la falta de definici¨®n clara del problema. As¨ª lo reconoce el documento de la OMS en el que se se?ala la violencia como un problema de salud p¨²blica: "La violencia es un fen¨®meno sumamente difuso y complejo cuya definici¨®n no puede tener exactitud cient¨ªfica, ya que es una cuesti¨®n de apreciaci¨®n". No existe un factor que por s¨ª solo explique por qu¨¦ una persona se comporta de manera violenta y otra no. La violencia es un problema complejo enraizado en la interacci¨®n de muchos factores biol¨®gicos, sociales, culturales, econ¨®micos y pol¨ªticos.
"No creo que haya picos de violencia, sino m¨¢s bien est¨¢ enraizada en el comportamiento humano y el tejido social", asegura Eudoxia Gay, psiquiatra del Hospital Reina Sof¨ªa (C¨®rdoba). Por eso, no cree que la violencia sea un problema que deba "sanitarizarse" m¨¢s all¨¢ de la atenci¨®n a las v¨ªctimas. Sin embargo, la violencia es omnipresente. "Se asoma por todas partes; el cine, la televisi¨®n, la literatura, la pintura y hasta la moda se ven inmersos en una tendencia global hacia la hostilidad", dice Huertas. La violencia, pues, est¨¢ ah¨ª y su intensidad crece en todos los ¨¢mbitos hasta hacerse reconocible en la actualidad informativa. "Se nota un incremento en la agresi¨®n instrumental, pero tampoco falta la violencia por placer, t¨ªpicamente humana, caracter¨ªstica de los asesinos en serie".
La violencia est¨¢ tan presente que se percibe como un componente ineludible de la condici¨®n humana, un hecho ineluctable ante el cual se debe reaccionar. Pero, ?es realmente una condici¨®n del ser humano? Sigmund Freud y Carl Jung ya hablaban de la sombra o del lado oscuro del ser humano. "Lo ¨²nico que nos diferencia de los simios es la evoluci¨®n cerebral que nos ha llevado a la capacidad de socializar y, en definitiva, a la cultura", dice Huertas. A pesar de que los hechos parecen corroborar el auge de los comportamientos violentos, no todos los expertos coinciden. El psicoanalista Francisco Pere?a cree que no se puede afirmar que estemos asistiendo a una ¨¦poca m¨¢s violenta, sino a una dispersi¨®n de la violencia.
La desigualdad, la diversidad y lo que Pere?a define como dispersi¨®n se traduce en un aumento de un tipo de violencia m¨¢s cercana, m¨¢s casera, "una violencia s¨¢dica que se desarrolla en el entorno dom¨¦stico, familiar, laboral y escolar", afirma Huertas, del Hospital de Guadalajara. La destrucci¨®n de los inferiores o los otros ha existido siempre. "El acoso escolar, as¨ª como muchos otros actos de violencia, viene dado por que se ve al otro como ser indigno, inferior o distinto. Si hay una relaci¨®n de igual, si hay empat¨ªa, es muy dif¨ªcil que haya violencia; la empat¨ªa desactiva la violencia casi autom¨¢ticamente", indica Huertas. Pero adem¨¢s se est¨¢ produciendo un proceso de globalizaci¨®n, de exportaci¨®n de la violencia a todos los rincones del planeta. "Parad¨®jicamente, frente a la globalizaci¨®n, nos encontramos ante a un fen¨®meno de tribalizaci¨®n. La violencia se convierte en un rito antisocial de estas tribus para cohesionarse", explica Pere?a.
La b¨²squeda de las ra¨ªces de la violencia conduce a un escenario en el que no termina de haber un consenso definitivo. "Concurren elementos biol¨®gicos, psicol¨®gicos y ambientales. Los factores de riesgo son tanto personales -familias desestructuradas, ambientes marginales con drogadicci¨®n-, como sociales, ¨¢mbito en el que la competitividad interindividual de las sociedades capitalistas se traduce muchas veces en incomunicaci¨®n, individualismo y frustraci¨®n juvenil", explica Huertas.
Todos ellos construyen al violento, sea un sujeto o un grupo social, como r¨ªgido e intolerante y profundamente inseguro en su identidad. "Esta inseguridad le lleva a defenderse de la v¨ªctima a la que considera una amenaza. De no destruirla podr¨ªa ser destruido por ella", a?ade Eudoxia Gay. "Generalmente el violento es un intolerante, pero no un enfermo, y raramente los actos violentos son actos psic¨®ticos".
Los seres humanos somos agresivos por naturaleza, fruto de nuestro pasado antropoide, pero pac¨ªficos por cultura. "Tenemos la capacidad de filtrar ese instinto agresivo y convertirlo en un comportamiento social gracias a la cultura. La agresividad en s¨ª no es mala; lo que es patol¨®gico es la forma en la que se canaliza la agresividad", a?ade. Y diferencia entre agresividad y violencia. "La primera es el instinto natural de defendernos y actuar de forma violenta en pro de la supervivencia, hombres y mujeres por igual. La violencia es una configuraci¨®n perversa de la agresividad, un subtipo de agresi¨®n f¨ªsica extrema entre seres humanos y no existe en ninguna otra especie animal. Por ello, la violencia es siempre patol¨®gica y genera una disfunci¨®n social".
Lo mismo piensa la doctora Gay: "Es un acto de relaci¨®n en el que el sujeto del acto violento pretende destruir de una manera, imaginaria o real, a la v¨ªctima. El acto violento siempre tiene un sentido utilitario a trav¨¦s del cual se pretende el sometimiento del otro". Para Gay, no hay que confundir agresividad con violencia. La primera es biol¨®gica, instintiva y esta mediada por reacciones neuroqu¨ªmicas. La violencia es relacional y utilitaria, pretende conseguir poder sobre el otro, en un sentido amplio del t¨¦rmino. El caso m¨¢s paradigm¨¢tico es la transmisi¨®n de la violencia de g¨¦nero a los hijos en familias afectadas".
La propia indefinici¨®n de la violencia supone un grave problema para su total comprensi¨®n. "Los t¨¦rminos violencia y agresividad son complejos y se utilizan indistintamente. La agresividad se refiere m¨¢s bien al comportamiento; no es instinto, sino m¨¢s bien la carencia de un instinto", se?ala Pere?a.
Huertas considera que la agresividad es un instinto conveniente per se, pero que puede trasformarse en un comportamiento objetivo a trav¨¦s de factores neuroqu¨ªmicos. De esta forma, la agresividad no se transmitir¨ªa gen¨¦ticamente, debido a lo que es un instinto natural, sino que se trasmitir¨ªa el descontrol de la agresividad, "es decir, la propensi¨®n a la violencia".
Desde un punto de vista psicobiol¨®gico, la violencia recidivante podr¨ªa tener un tratamiento farmacol¨®gico. Para el control qu¨ªmico de la conducta violenta se aconsejar¨ªa el uso de una serie de compuestos que act¨²an sobre la agresividad. "Este arsenal terap¨¦utico estar¨ªa indicado ante un caso de violencia recidivante en el que, tras un an¨¢lisis psiqui¨¢trico, se diagnosticara un trastorno mental. No se pueden emplear, por ejemplo, en aquellas personas que cometen actos de violencia sin motivo; son personas que se est¨¢n saliendo del proceso de sociabilizaci¨®n. Ante esto es necesario educaci¨®n, psicoterapia, etc¨¦tera", reconoce Huertas. Pere?a va un poco m¨¢s lejos y considera que la tendencia de los humanos es al liderazgo y a la violencia. "La ¨²nica forma de luchar con la violencia es la diversidad y la mezcla de razas, religiones, etc¨¦tera. Eso y la culpa; ahora mismo est¨¢ de moda la ausencia de culpabilidad y tendemos a achacarlo todo a la enfermedad".
M¨¢s all¨¢ y m¨¢s ac¨¢ de los genes
En su libro Neurobiolog¨ªa de la agresividad, David Huertas aventura algunas causas de la violencia. "El individualismo, la falta de solidaridad, la masificaci¨®n urbana, la contaminaci¨®n ac¨²stica o atmosf¨¦rica o el aprendizaje de la violencia por imitaci¨®n pueden explicar en parte esta situaci¨®n". Adem¨¢s, si a?adimos a esta sociedad de frustraciones el consumo de drogas psicoactivas, se produce un resultado explosivo. Tambi¨¦n se ve favorecida por la impunidad y tolerancia con la que se asumen determinados actos violentos, "como la violencia en el deporte o contra los animales", sostiene la psiquiatra Eudoxia Gay.
"La crueldad es la violencia organizada y orquestada socialmente y que tiene mucho que ver con el sentido de la vida. Por ejemplo, todas las religiones se sienten perseguidas, pero tambi¨¦n son perseguidoras", afirma Francisco Pere?a. En este sentido, el sentimiento de culpa ser¨ªa una conquista moral en la tendencia de hacer da?o. "El hombre es un lobo para el hombre, pero la culpa lo diluye", dice Pere?a.
El avance de la biolog¨ªa molecular abre la puerta a la identificaci¨®n de genes que podr¨ªan relacionarse con el comportamiento violento. "La psiquiatr¨ªa biol¨®gica o la psicobiolog¨ªa tratan de resolverlo todo con unos genes de la agresividad. Pero, ?cu¨¢l es el genotipo de los ni?os de las favelas?", se pregunta Pere?a. "No podemos consentir que no exista un acto libre de la conducta humana y que todos estemos condicionados gen¨¦ticamente; si hay un gen de la violencia, entonces s¨ª existe determinismo". Este psicoanalista no considera la violencia desde un punto de vista patol¨®gico, pues "de esa forma, toda la humanidad estar¨ªa enferma".
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