Un Gobierno republicano y federal
Han pasado 75 a?os desde la victoria republicana en las elecciones municipales del 12 de abril de 1931. La proclamaci¨®n de la Rep¨²blica Catalana por Maci¨¤ abri¨® el breve periodo de la II Rep¨²blica y de la Generalitat de Catalu?a. Aquellos tiempos fueron excepcionales y de radical conflicto pol¨ªtico y social. Maci¨¤ y, especialmente, Companys tuvieron que gobernar en condiciones altamente adversas. Ahora, despu¨¦s de tantos a?os, las izquierdas republicanas gobiernan nuevamente Catalu?a. Afortunadamente, disfrutamos de la democracia, del autogobierno y de unas circunstancias pol¨ªticas que no tienen nada que ver con las de entonces. Por eso duelen los sobresaltos con que el Gobierno tripartito nos sorprende un d¨ªa s¨ª y el otro tambi¨¦n sin que consiga coger definitivamente el rumbo de la legislatura.
Se ha dicho con sentido del humor que el Gobierno de Maragall parece una pelota de goma porque siempre rebota y no ocurre nada. Ser¨¢ verdad, pero es bueno no confiarse porque las pelotas de goma tambi¨¦n se rompen. Hay paradojas que cuestan de comprender ante el momento pol¨ªtico actual. Falta direcci¨®n, consenso y lealtad.
Falta direcci¨®n porque la autoridad y el liderazgo del presidente de la Generalitat est¨¢ m¨¢s veces de lo que debiera en entredicho. El presidente de la Generalitat dirige la acci¨®n de gobierno y junto con los consejeros responde pol¨ªticamente y de forma solidaria ante el Parlament. Esto es lo que dicen el Estatuto vigente y el que se aprobar¨¢. Un gobierno de coalici¨®n y de mayor¨ªa compuesta, como es el actual Gobierno de la Generalitat, exige una continua negociaci¨®n de las cuestiones m¨¢s relevantes de forma que se alcance el acuerdo por consenso y no por votaci¨®n mayoritaria. Pero ello no da carta blanca a ning¨²n partido para vetar o bloquear la acci¨®n de gobierno. Un gobierno de mayor¨ªa compuesta no puede ser presidencialista por definici¨®n, pero s¨ª debe ser dirigido y liderado por su presidente. Entender este matiz es tan importante como saber distinguir entre un "Gobierno republicano" y un "Gobierno mon¨¢rquico". Jordi Pujol encabez¨® siempre gobiernos presidencialistas, o mejor dicho, gobiernos unipersonales porque ¨¦l mandaba y los dem¨¢s obedec¨ªan y ejecutaban. Esto es el gobierno de uno. No es deseable en sentido democr¨¢tico. Pero lo contrario no es el gobierno de todos y cada uno por su cuenta, sino un gobierno colegiado, republicano y encabezado por un primus inter pares. Direcci¨®n, consenso y lealtad son tres principios necesarios e interdependientes de todo gobierno de coalici¨®n y de mayor¨ªa compuesta que quiera durar.
Es dif¨ªcil entender algunas paradojas con relaci¨®n a la reforma estatutaria. Esencialmente dos. El Estatuto 2006 tiene una filosof¨ªa y un contenido federal en sus partes esenciales y, por el contrario, parece ¨¦sta una palabra prohibida. ?Por qu¨¦ no se menciona ni una sola vez, ni en el Pre¨¢mbulo? Su menci¨®n hubiera ahorrado muchos malentendidos nacionalistas porque, como repiti¨® Pi i Margall hasta la saciedad, la federaci¨®n une en la variedad. Dos t¨ªtulos tan importantes como el IV, dedicado a las competencias, y el VI, dedicado a la financiaci¨®n de la Generalitat, responden a criterios federales con la intenci¨®n de alcanzar o aproximarse a lo que ser¨ªa propio de un federalismo dualista. La m¨²sica nacionalista de uno y otro color ha impedido una discusi¨®n serena y directa del contenido federal de muchos art¨ªculos de la reforma estatutaria. El Gobierno tripartito adquiere una responsabilidad federal ante el inmediato futuro, porque este es el camino para desarrollar el Estatuto y para promover una determinada lectura y reforma de la Constituci¨®n de 1978. Esta ha sido la pr¨¢ctica del republicanismo catalanista. As¨ª lo establec¨ªa el pre¨¢mbulo del Estatuto de N¨²ria al querer para el Estado espa?ol una federaci¨®n entre todos los pueblos hispanos. Tambi¨¦n Companys defendi¨® el Estado catal¨¢n dentro de la Rep¨²blica federal espa?ola. Y, mirando hacia el futuro europeo, no hay otro camino democr¨¢tico y pluralista factible que la transformaci¨®n federal del Estado espa?ol. Lo veo dif¨ªcil y plagado de obst¨¢culos, pero es m¨¢s sensato que la ilusoria soberan¨ªa e independencia de Catalu?a.
Tambi¨¦n es una paradoja que el indudable ¨¦xito que representa el nuevo Estatuto 2006 tenga la contrapartida cr¨ªtica de ERC, que no sabe todav¨ªa cu¨¢l ser¨¢ su voto final. No es imprescindible que los partidos en el gobierno tengan una posici¨®n ¨²nica ante el refer¨¦ndum, ni es inevitable una ca¨ªda del gobierno por la falta de unidad en esta cuesti¨®n clave. Adem¨¢s, es preciso recordar aqu¨ª que la iniciativa de reforma procedi¨® del Parlament y no del Gobierno, entre las distintas opciones que permite el art¨ªculo 56 del Estatuto vigente. De todos modos, y a pesar de ello, no se comprende que un mismo Gobierno pueda presentar como ¨¦xito, como medio ¨¦xito, como fracaso y como medio fracaso la reforma del Estatuto. Esto s¨ª que es un Gobierno plural, pero poco est¨¦tico.
Los leg¨ªtimos y distintos horizontes de los partidos en el Gobierno de la Generalitat deben ser compatibles con la uni¨®n en un proyecto com¨²n y solidario. En una semana como ¨¦sta, en la que est¨¢n tan presentes los ideales republicanos y federales que representaron la II Rep¨²blica y la Generalitat de Maci¨¤ y Companys, vale la pena insistir en que Catalu?a puede ser gobernada de otra manera; es decir, en un sentido republicano y federal.
Miquel Caminal es profesor de Ciencia Pol¨ªtica de la Universidad de Barcelona.
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