"?Aqu¨ª hay un infiltrado!"
Ra¨²l Longhi, 'periquito' de coraz¨®n, ejerce como segundo de V¨ªctor Mu?oz en el Zaragoza
Ma?ana soleada del verano de 1973. La refrescante ducha le repuso del partido que jug¨® con la zamarra de la selecci¨®n de Mar del Plata, que reun¨ªa a los mejores futbolistas de esa ciudad argentina, contra el archifamoso Boca Juniors, pero no del susto que le asest¨® aquel hombre tan enjuto como atildado que, puro en mano, le susurr¨® al o¨ªdo: "Trabajo para el Espanyol. ?Quiere hacer unas pruebas?". El joven, de 20 a?os, sorprendido por la seriedad del entonces tesorero del club blanquiazul, Luis Acemar, todav¨ªa con los rulos empapados en agua, apenas acert¨® a responder: "El San Lorenzo est¨¢ muy interesado en m¨ª y apenas conozco a su entidad, pero me arriesgar¨¦, ir¨¦ con usted a Barcelona".
As¨ª empez¨® el idilio entre Ra¨²l Longhi (1952; Mar del Plata, Argentina) y el Espanyol. Hoy, sobre el c¨¦sped del estadio Bernab¨¦u, acurrucado en el banquillo como segundo de V¨ªctor Mu?oz, el entrenador del Zaragoza, se enfrentar¨¢ a su ex equipo. "Despu¨¦s de estar en ¨¦l m¨¢s de diez a?os, es l¨®gico que guarde un buen recuerdo del Espanyol y que le tenga un cari?o especial. Pero, como t¨¦cnico, me debo ¨²nicamente al Zaragoza", advierte.
Poco despu¨¦s de que empezara a pegarle a la pelota en su colegio, el Quimberley se fij¨® en Longhi. Su progresi¨®n fue mete¨®rica y a los 18 a?os debut¨® en la Primera Divisi¨®n de su pa¨ªs y fue seleccionado por Mar del Plata. Dos cursos m¨¢s tarde se encontraba en el hotel Manila, en Las Ramblas de Barcelona. Desde la ventana de su habitaci¨®n pod¨ªa ver la Casa de Tabacos de Filipinas, empresa que regentaba el hoy ya fallecido Manuel Meler, que era el presidente del Espanyol. "A ver si rindes igual que ¨¦ste", le dijo antes de ficharlo.
?ste era Roberto Mart¨ªnez, ariete argentino que deslumbr¨® en el antiguo estadio de Sarri¨¤. "?Ojal¨¢ presidente!", respondi¨® Longhi. A los pocos d¨ªas, tras jugar un partido amistoso contra Rumania, Jos¨¦ Emilio Santamar¨ªa, el preparador, le dijo: "Por m¨ª, no se preocupe. Dar¨¦ el visto bueno a su fichaje". Dicho y hecho. Pero a¨²n tuvo que pasar dos a?os cedido en el Sant Andreu para poder enfundarse oficialmente la el¨¢stica del Espanyol.
Como interior derecho y, ocasionalmente, como lateral del mismo costado, Longhi defendi¨® los colores espanyolistas durante siete a?os. Jos¨¦ Antonio Irulegui, Heriberto Herrera, Vicente Miera y Jos¨¦ Mar¨ªa Maguregui fueron sus entrenadores. Hasta que acab¨® su contrato y termin¨® su carrera en el Girona y L'Hospitalet.
Emprendedor, Longhi se aventur¨® en un negocio gastron¨®mico. Abri¨® La Casita, un restaurante precisamente en el barrio de Sarri¨¤. Incontables directivos y futbolistas se enfrascaron en sus mesas en charlas futbol¨ªsticas. Tambi¨¦n acud¨ªa a ellas el entonces barcelonista V¨ªctor, quien hab¨ªa entablado una buena amistad con ¨¦l porque, rivalidad aparte, ten¨ªan amigos en com¨²n.
En 1986, ¨¢vido de f¨²tbol, Lon-ghi comenz¨® como t¨¦cnico en el San Cugat, en Regional Preferente. Dos a?os despu¨¦s pas¨® tres meses en el Espanyol como segundo de Jos¨¦ Mauri. Volvi¨® al San Cugat y pas¨® por el N¨¤stic y el Figueres. Hasta que V¨ªctor, en el Logro?¨¦s, le llam¨®. Se separaron un tiempo porque ¨¦l se fue al Leonesa y V¨ªctor al Lleida. Pero se reunieron en el Villarreal. Ahora llevan las riendas del Zaragoza.
Ante la final copera, V¨ªctor, sabedor de sus antecedentes periquitos, siempre encuentra el mejor modo de chincharle: "?Aqu¨ª hay un infiltrado!".
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