Berlusconi se niega a admitir la derrota y propone un Gobierno de gran coalici¨®n
El primer ministro saliente habla de "un pa¨ªs dividido en dos" y alude al ejemplo alem¨¢n
Silvio Berlusconi reapareci¨® al fin, tras dos d¨ªas de silencio. No era ya el candidato tronante de la semana pasada, sino un pol¨ªtico habil¨ªsimo que, disfrazado de estadista, tendi¨® ambas manos a Romano Prodi. En la primera mano, un pu?al: Berlusconi se neg¨® a reconocer el resultado del recuento provisional y declar¨® que no se considerar¨ªa vencido hasta que, dentro de d¨ªas o semanas, hubiera datos definitivos y certificados.En la segunda mano, una rama de olivo: Il Cavaliere indic¨® que, con el pa¨ªs dividido al 50%, hac¨ªa falta "sentarse a una mesa y hacer como en Alemania".
Con esa referencia a Alemania abri¨® un debate sobre la hip¨®tesis de una gran coalici¨®n, rechazada en t¨¦rminos tajantes por Prodi pero no mal vista por el empresariado. En un momento, el presidente del Gobierno saliente recuper¨® la iniciativa y sembr¨® un par de dudas en el ¨¢nimo de la ciudadan¨ªa italiana. ?Y si la victoria del centro-izquierda fuera irreal? ?Y si una gran coalici¨®n sirviera para sacar al pa¨ªs del atolladero?
Acerca del resultado de las elecciones, Berlusconi invoc¨® un antecedente de 2001. En esa ocasi¨®n, los dirigentes de La Margarita se negaron a aceptar los datos electorales, que daban una amplia mayor¨ªa al centro-derecha, y esperaron al recuento oficial, el que supervisan personalmente funcionarios del Ministerio del Interior. Los datos definitivos mejoraron en un 0,5% el porcentaje obtenido por La Margarita y a?adieron otros cuatro diputados a su grupo parlamentario. "Dicen que nosotros hemos perdido la C¨¢mara por 24.000 votos; nos bastar¨ªa una correcci¨®n del 0,1% para que se invirtieran los t¨¦rminos y nos correspondiera una amplia mayor¨ªa", declar¨® Il Cavaliere.
Berlusconi se mostr¨® razonable acerca del alcance de un hipot¨¦tico (e inveros¨ªmil) vuelco del resultado. "Si al final gan¨¢ramos nosotros, no cambiar¨ªa nada", explic¨®. "El pa¨ªs seguir¨ªa dividido en dos partes iguales y en esos casos no sirven de nada un gobierno y una oposici¨®n atrincherados en sus respectivas posiciones. Quiz¨¢ convendr¨ªa tomar ejemplo de un importante pa¨ªs europeo, hablo de Alemania, y sentarnos a una mesa". El resultado deducible de esas negociaciones, una gran coalici¨®n, no se ver¨ªa lastrado por el peso del propio Berlusconi. "No tengo ambiciones personales", asegur¨®, dando a entender su predisposici¨®n a dar un paso atr¨¢s. Tambi¨¦n dijo que pensaba exclusivamente en el "bien del pa¨ªs". Ambas afirmaciones pod¨ªan resultar discutibles.
Indic¨® que cuando existiera la "certeza de los n¨²meros" no s¨®lo estaba dispuesto a telefonear a Romano Prodi para felicitarle, sino a reunirse con ¨¦l para comentar los aspectos de un relevo de poderes. Su tono conciliador se extendi¨® a¨²n m¨¢s all¨¢, hasta el punto de pedir disculpas por su celeb¨¦rrimo coglioni (gilipollas), un exabrupto pronunciado "durante una campa?a electoral bastante incandescente". "Ruego excusas si ante un grupo de empresarios amigos utilic¨¦ una palabra que no figura en el diccionario de la elegancia; no iba dirigida a los electores del centro-izquierda, sino a mis amigos empresarios y a mis propios electores del centro-derecha", explic¨®.
Silvio Berlusconi fue acompa?ado en su aparici¨®n ante la prensa por los otros l¨ªderes de su coalici¨®n. Junto a ¨¦l, en una imagen de unidad que desminti¨® los temores a que la derrota resquebrajara su coalici¨®n, se sentaron Gianfranco Fini (Alianza Nacional), Lorenzo Cesa (Uni¨®n Democristiana de Centro) y Roberto Maroni (Liga Norte). Fue Maroni quien matiz¨® el tono conciliador de Berlusconi: "Que no esperen de nosotros", dijo, refiri¨¦ndose al centro-izquierda, "la menor cooperaci¨®n, que no esperen de nosotros una actitud resignada: haremos una oposici¨®n dura desde el primer momento de la legislatura".
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