Risas y llanto en una noche electoral larga y angustiosa
El botell¨®n ayud¨® a sobrellevar la incertidumbre en las calles de Roma
Tuvieron que pasar 12 horas para que Romano Prodi, en torno a las tres de la madrugada, pudiese clamar ante la multitud congregada frente a la sede su partido, en la plaza romana de Santi Apostoli: "Hemos ganado". Durante la larga tarde, noche y madrugada electoral, que comenz¨® a las 15.00 con el cierre de los colegios, La Uni¨®n vivi¨® lo que a cualquier otra formaci¨®n le puede pasar en toda vida pol¨ªtica: gan¨® unas elecciones, luego las perdi¨®, para despu¨¦s empatarlas y, finalmente, proclamar una victoria ajustad¨ªsima, que en realidad era s¨®lo una victoria parcial, porque los resultados definitivos no se conoc¨ªan todav¨ªa.
El diputado electo Enrico Letta, que gan¨® anoche un esca?o por Mil¨¢n, pas¨® toda la velada junto a Romano Prodi -es uno de sus principales asesores en asuntos econ¨®micos- en la sede de La Uni¨®n. "Estuvo incre¨ªblemente tranquilo todo el tiempo. De hecho, era ¨¦l quien segu¨ªa con m¨¢s atenci¨®n el recuento y estudiaba las posibilidades", relata Letta, de 39 a?os, en una conversaci¨®n telef¨®nica. "Fue una noche muy complicada", agrega. "Hubo tres momentos muy diferentes: primero una gran victoria y una derrota clara de Berlusconi; luego, con las primeras proyecciones, entre la hora de la cena y la medianoche, cre¨ªmos que hab¨ªamos perdido el Senado y tal vez la C¨¢mara de los Diputados. Finalmente, lleg¨® la victoria, una victoria ajustada, pero una victoria", afirma.
La fiesta en la sede de La Uni¨®n se convirti¨® en la espera eterna de 10.000 personas
La jornada electoral se prolong¨® hasta muy de madrugada en medio de la confusi¨®n
Ayer por la ma?ana, en la sede de La Uni¨®n, situada en la segunda planta de un palacio romano, se respiraba una mezcla de alegr¨ªa, cansancio y desconcierto. "No he dormido; pero los principales responsables del partido se fueron a la cama en torno a las cuatro", explica un joven responsable de prensa de la coalici¨®n que lidera Prodi y que ayer se proclam¨® vencedora de las elecciones legislativas italianas. La noche fue rica en momentos surrealistas, entre otras cosas porque, dado que las sedes de La Uni¨®n y de Forza Italia se encuentran apenas a un centenar de metros, era posible ver las dos caras de la moneda en minutos.
A las tres, cuando las televisiones difundieron los sondeos a pie de urna, todo parec¨ªa claro: se anunci¨® una comparecencia de Prodi para las seis y media de la tarde y una fiesta monumental en la plaza del Popolo, capaz de albergar una multitud mucho m¨¢s grande que la de Santi Apostoli, a partir de las nueve de la noche. "Estoy en la plaza y he cogido sitio para escuchar a Il Profesore. No dejes de venir", ped¨ªa Gabriela, psic¨®loga de 50 a?os, a una amiga por tel¨¦fono a las cinco de la tarde.
R¨¢pidamente baj¨® a la carpa blanca instalada para la prensa el coordinador de campa?a de Prodi, Fabrizzio Morri. Aunque hizo una llamada a la prudencia e insisti¨® en que eran datos provisionales, s¨ª asegur¨® que Italia "hab¨ªa pasado una p¨¢gina de su historia".
En la sede de Forza Italia, en la calle de la Umilt¨¢, ning¨²n dirigente asomaba la nariz y, naturalmente, no se hablaba de fiesta para nada. Ante la puerta, unos pocos seguidores de Berlusconi y votantes de la coalici¨®n que lidera, la Casa de las Libertades, lamentaban los resultados. Los responsables de prensa esperaban una comparecencia de Il Cavaliere, m¨¢s pronto que tarde, para valorar unos resultados que a esa hora parec¨ªan irreversibles. Los diferentes dirigentes de la coalici¨®n enfilaban r¨¢pidamente el ascensor sin detenerse a hablar con la prensa, salvo el senador Paolo Guzzanti que, antes de que las proyecciones cayesen como un jarro de agua fr¨ªa sobre La Uni¨®n, reconoci¨® la derrota en la C¨¢mara, pero agreg¨®: "Todo depende de lo que ocurra en el Senado".
Cuando cambiaron las tornas, la fiesta en la plaza del Popolo se retras¨® para finalmente anularse, un hecho que aprovech¨® una de las cadenas de Berlusconi para enviar a una periodista a la zona, pr¨¢cticamente desierta en la fresca noche primaveral, durante la que constantemente amenaz¨® lluvia. "No parece que haya mucha gente celebrando", dec¨ªa ante los adoquines desiertos. En la sede de la calle de la Umilt¨¢, un miembro del gabinete de prensa, que s¨®lo unas horas antes se hab¨ªa mostrado nervioso y hosco, estaba ahora encantador: "Si la victoria se confirma, habr¨¢ una fiesta, aunque sea a las tres de la madrugada, en un lugar que todav¨ªa no hemos determinado".
A esas horas, la multitud congregada en Santi Apostoli ante la sede de La Uni¨®n eran en su mayor¨ªa j¨®venes que, frente a un escenario vac¨ªo, segu¨ªan en una pantalla gigante los vaivenes num¨¦ricos de la noche en un ambiente a veces de botell¨®n. La fiesta se hab¨ªa convertido en una noche electoral eterna, que unas diez mil personas segu¨ªan por televisi¨®n.
A la una de la madrugada, cuando estaba claro que el resultado iba a ser muy ajustado y que pod¨ªan ganar cualquiera de las dos coaliciones, apareci¨® Romano Prodi y se subi¨®, en medio de las aclamaciones de la multitud, al escenario instalado en un cami¨®n amarillo (est¨¢ claro que el centro-izquierda no comparte las supersticiones del mundo del teatro aunque, tal y como se les dio la noche, quiz¨¢ deber¨ªan empezar a hacerlo). "Me disculpo por el retraso. Ahora no tenemos los resultados en la mano, aunque esperamos tenerlos en las pr¨®ximas horas. Muchas gracias a todos", asegur¨®.
Una hora y media despu¨¦s no fue Prodi el primero en anunciar la victoria, sino Piero Fassino, el l¨ªder de los Dem¨®cratas de la Izquierda (DS, en sus siglas en italiano), quien desde su sede romana, en la via Nazionale, se?al¨® que La Uni¨®n dispon¨ªa de "diputados suficientes para gobernar el pa¨ªs". Quince minutos despu¨¦s, acompa?ado por los principales dirigentes de La Uni¨®n, Romano Prodi volvi¨® a subir al cami¨®n amarillo para pronunciar la frase que sus partidarios esperaban desde las seis: "Hemos ganado". El premio para las mayor¨ªas que prev¨¦ la ley electoral de Berlusconi favoreci¨® a La Uni¨®n en el Congreso, pero en el Senado todo segu¨ªa abierto por el voto de los italianos en el extranjero. La plaza de Santi Apostoli se vaci¨®, pero la madrugada electoral no hab¨ªa terminado.
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