Italia: el doble desaf¨ªo del 'Professore'
Y bien, ?qu¨¦ ha pasado? Para entenderlo, fij¨¦monos ante todo en la esencia de las cosas: si se confirman los resultados difundidos por el Viminal, Silvio Berlusconi ya no ser¨¢ presidente del Gobierno, y tendr¨¢ que bajar las escaleras de Palazzo Chigi, que subi¨® triunfante hace cinco a?os. No ir¨¢ tampoco al Quirinal, adonde pensaba trasladarse durante siete largos a?os en caso de victoria del Polo, y dominar desde la Colina todo el panorama de la pol¨ªtica italiana. La ¨¦poca del Cavaliere a la cabeza del pa¨ªs parece pues terminada, mientras empieza la segunda era Prodi, con una perspectiva de gobierno fr¨¢gil en los n¨²meros, dificultosa por lo heterog¨¦neo de la coalici¨®n, d¨¦bil e incierta en su cultura pol¨ªtica y, sin embargo, plenamente leg¨ªtima. Porque el centro-izquierda, si nos atenemos a las cifras hasta hoy oficiales, al final ha vencido, despu¨¦s de la batalla electoral m¨¢s dif¨ªcil de toda la historia republicana.
Digamos enseguida que si en la hip¨®tesis nocturna de un empate (una C¨¢mara de derechas, la otra de izquierdas) se discut¨ªa sobre el derecho de la izquierda a tratar de gobernar, en el momento en que ha conquistado la mayor¨ªa en ambas ramas del Parlamento la Uni¨®n tiene el deber de intentarlo. Un deber constitucional, pero tambi¨¦n moral, porque Prodi se ha presentado a los electores pidi¨¦ndoles que manden a casa a Berlusconi, que cambien el gobierno para ayudar a Italia a empezar de nuevo y pasar p¨¢gina. Estamos todos bajo el efecto de una ducha escocesa sin precedentes: primero, el tam-tam continuo que da una ventaja muy clara a la Uni¨®n en el silencio electoral; luego, los primeros sondeos que anuncian una victoria segura; despu¨¦s, la correcci¨®n del rumbo, las regiones conquistadas hace un a?o por la izquierda que van a la derecha; el Cavaliere que gana terreno, el anuncio de su victoria en el Senado por un voto, una victoria que parece extenderse tambi¨¦n a la C¨¢mara; por ¨²ltimo, el vuelco, primero parcial, luego total, hasta la fiesta nocturna por la victoria, ya acechada por el anuncio berlusconiano del recurso para la verificaci¨®n de las papeletas.
La moderna religi¨®n de los sondeos se ha revelado como lo que es, una superstici¨®n de baja tecnolog¨ªa que aspira a subyugar la pol¨ªtica, determin¨¢ndola o reemplaz¨¢ndola, mientras cita al pueblo en lugar de movilizar a los ciudadanos. Una vez desgarrado el velo de la falsa profec¨ªa, surge la doble realidad de un pa¨ªs dividido en mitades, irreducible en sus divisiones fruto de culturas divergentes, intereses leg¨ªtimos separados y distintos y valores opuestos e irreconciliables. No es un resultado desde?able para el centro-izquierda el prevalecer en el discurso p¨²blico de un pa¨ªs en el que cada vez est¨¢ sorda una mitad, donde objetivamente a las consignas de solidaridad, igualdad, derechos y justicia les cuesta trabajo pasar, al ser transversales en su naturaleza pol¨ªtica. Y en cambio la Uni¨®n ha prevalecido al fin, con un margen estrech¨ªsimo y sin embargo claro, como si la sabidur¨ªa superviviente y residual de un pa¨ªs exhausto viera en la izquierda m¨¢s que en la derecha la ¨²nica posibilidad de mantener juntas a las dos Italias.
?Por qu¨¦ entonces esta sensaci¨®n difusa de victoria mutilada, con un ¨¦xito de sabor amargo? A mi parecer, la respuesta est¨¢ clara: por el descubrimiento de que incluso con la victoria del Olivo, Berlusconi muerde la mitad del pa¨ªs. Hay una mitad de Italia que despu¨¦s de 12 a?os de aventura, despu¨¦s de cinco a?os de mal gobierno, despu¨¦s de una campa?a electoral exagerada y desquiciada (que deber¨ªa asustar a los moderados) sigue eligiendo a Berlusconi, y no importa si el sue?o de 1994 hoy est¨¢ desinflado. Quiere a Berlusconi no ya por lo que promete, sino por lo que ya ha desvelado abiertamente. Elige su naturaleza en el momento en que se vuelve m¨¢s radical, su propuesta cuando coincide con su figura y poco m¨¢s, su pol¨ªtica cuando es revolucionaria y t¨¦cnicamente subversiva respecto a cualquier regla, su figura como paradigma agigantado y obligatorio de una moderna derecha.
Y es sin duda posible, o m¨¢s bien seguro, que una parte de estos electores vote a Berlusconi por sus intereses, siguiendo la invitaci¨®n del Cavaliere a hacer caso al bolsillo. Pero, por otra parte,vota a Berlusconi en contra de sus intereses, una vez vistos los malos resultados de su Gobierno, la incapacidad de hacer reformas, el crecimiento cero. Y por fin, y es lo que m¨¢s cuenta, hay un trozo de Italia que vota a Berlusconi en todo caso y a pesar de quien sea, por aut¨¦ntico ideologismo. S¨®lo as¨ª se explica la impetuosa recuperaci¨®n del Cavaliere: por su capacidad de transformar su base social hecha de peque?a burgues¨ªa antiliberal, de propiedad menuda, ancha y difusa, de intelectualidad radical y "revolucionaria", no s¨®lo en un bloque social, sino en una especie de aut¨¦ntica nueva "clase" dispuesta a moverse de forma homog¨¦nea en pol¨ªtica. Si esa clase adem¨¢s de bolsillo tiene alma, que la tiene, Berlusconi es hoy su se?or indiscutible. Parad¨®jicamente, cuando deja de ser presidente del Gobierno, Berlusconi empieza a ser una pol¨ªtica.
El martes, con una mano deslegitim¨® y puso posdata a la victoria de la izquierda, aludiendo a peque?os embrollos en los esca?os que faltaban por comprobar. Y con la otra mano lanz¨® por sorpresa la propuesta de una gran coalici¨®n capaz de gobernar la divisi¨®n italiana, incluso con su salida personal del horizonte del gobierno. Por la alteridad de las dos formaciones en el panorama italiano, y por los tonos de la ¨²ltima campa?a, es un tipo de compromiso hist¨®rico berlusconiano in¨¦dito y sugestivo en la estructura europea, pero poco cre¨ªble en la traici¨®n definitiva a todo esp¨ªritu mayoritario. La derecha venci¨® en 2001 y gobern¨®. Si la izquierda ha vencido, es justo que gobierne, o al menos que lo intente. Eso dicen las reglas, que sin embargo, tienen tambi¨¦n un corolario: si Berlusconi ha perdido, es justo que vaya a la oposici¨®n, abandone el papel de deus ex machina, pase la mano.
?Qu¨¦ necesita la izquierda italiana para gobernar bien y no s¨®lo intentarlo? Dar¨ªan ganas de contestar que lo que no tiene: una identidad clara y resuelta, por lo tanto una conciencia de s¨ª misma. La contrapartida est¨¢ en el buen resultado de los partidos con una raz¨®n social clara como Refundaci¨®n, pero tambi¨¦n los Verdes y los Comunistas italianos, incluso el de Di Pietro. Los problemas empiezan con la Margarita, que no ve el largo plazo, y sobre todo con los Dem¨®cratas de Izquierda, reducidos en sus ambiciones al 17,5%, despu¨¦s de haber sido el eje central de la coalici¨®n durante cinco a?os.
Si antes el partido democr¨¢tico era una oportunidad para dirigentes como Rutelli y Fassino, hoy es una necesidad. Pero ay de ellos si lo conciben como un ensamblaje de aparatos. Tiene que tener y transmitir una huella de modernidad europea, de apertura y de inclusi¨®n (a partir de los socialistas, de los radicales, de la sociedad), de identidad nueva, de necesidad reformista, de cultura de gobierno, fuerte y radical. Tiene que ser una ocasi¨®n para renovar las clases dirigentes, desde la cima, sin miedos y sin reservas. En resumidas cuentas, tiene que ser algo nuevo, que se haga enseguida, creyendo en ello, sin astucias. S¨®lo as¨ª, cambiando la naturaleza de la izquierda, puede cambiar su suerte. Y s¨®lo as¨ª puede funcionar como centro de gravedad para el Gobierno de Prodi en esta ¨¦poca complicada.
Todo eso da a Prodi una tarea m¨¢s, una tarea doble. Tiene que intentar gobernar en una situaci¨®n dif¨ªcil, no s¨®lo por los n¨²meros, sino por lo heterog¨¦neo de una coalici¨®n que hay que transformar en fuerza de Gobierno, y por la debilidad de una cultura reformista a¨²n incapaz de desplegarse. Pero al mismo tiempo tiene que estar a la cabeza de este proceso de fundaci¨®n de un nuevo Olivo, que se llamar¨¢ partido dem¨®crata. El Profesor sabe que la suya es una victoria d¨¦bil, fr¨¢gil. Si sale para flotar, se va al fondo. Necesita romper, pensar a lo grande. Que empiece por su Gobierno, nombrando enseguida a los ministros, fuera de los juegos y de las condiciones, escuchando a los partidos, pero sin dejarse enjaular. Su debilidad es su fuerza: deber¨¢ usarla, como si el partido ya fuera democr¨¢tico.
La verdadera respuesta al movimiento berlusconiano de la gran coalici¨®n est¨¢ en la capacidad de Prodi para hablar al pa¨ªs, a todo el pa¨ªs. Debe intentarlo, empezando por los de ese Norte que por primera vez en la historia italiana se opone pol¨ªticamente al Centro, convirti¨¦ndose en el nuevo cofre ideol¨®gico del Cavaliere, las regiones berlusconianas contra las regiones rojas, con la derecha que obtiene un territorio expropiando a la Liga. La otra respuesta a Berlusconi est¨¢ en la capacidad del centro-izquierda para indicar una soluci¨®n limpia, pero que pueda ser compartida por el Quirinal. Hoy s¨®lo hay un nombre posible, el del presidente Carlo Azeglio Ciampi, que quiere dejar la Colina, pero que representa un punto de encuentro fuerte y seguro. Desde aqu¨ª hay que partir.
Como se ve, y por suerte, despu¨¦s del voto, la palabra vuelve a la pol¨ªtica. Que la izquierda, despu¨¦s del antiberlusconismo, demuestre que tiene una. La pol¨ªtica es la ¨²nica forma de hacer vivir a un Gobierno de Prodi, si nace despu¨¦s de la victoria. Y tambi¨¦n es el ¨²nico modo de derrotar de verdad a Berlusconi, despu¨¦s de haberle descabalgado.
Ezio Mauro es director del peri¨®dico italiano La Repubblica. Traducci¨®n de News Clips.
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