El legado de Giaquinto
Hay que agradecer a los responsables de la pol¨ªtica art¨ªstica del Patrimonio Nacional la organizaci¨®n de esta magna exposici¨®n del pintor napolitano Corrado Giaquinto (Molffeta, Apulia, 1703-N¨¢poles, 1765), figura clave en la evoluci¨®n del arte rococ¨® y que trabaj¨® en Espa?a durante nueve a?os, entre 1753 y 1762, la etapa culminante de su carrera. Se han reunido para la ocasi¨®n 70 obras, no s¨®lo, aunque predominantemente, espa?olas, lo cual es un merecido homenaje a su sobresaliente talento, tanto m¨¢s valioso cuanto es un gran maestro hist¨®rico hoy incomprensiblemente poco frecuentado, hasta el punto de que su centenario se sald¨® con un par de muestras menores en la propia Italia.
CORRADO GIAQUINTO Y ESPA?A
Palacio Real
Bail¨¦n, s/n. Madrid
Hasta el 25 de junio
Reivindicar su memoria es
otro m¨¦rito que a?adir a la ingente labor de Alfonso E. P¨¦rez S¨¢nchez, gran especialista en pintura italiana y, en este momento, en la plenitud de su rica madurez intelectual. Hay que a?adir que fue P¨¦rez S¨¢nchez quien, hace bien poco, tambi¨¦n realiz¨® una maravillosa retrospectiva en el mismo Palacio Real de otro gran artista napolitano y muy relacionado con nuestro pa¨ªs, Luca Giordano (1634-1705), cuya menci¨®n es aqu¨ª obligada, porque Corrado Giaquinto se form¨® contemplando la obra de este paisano. Por lo dem¨¢s, es asimismo obligado se?alar de entrada que esta exposici¨®n de Giaquinto, adem¨¢s de un selecto muestrario de la obra realizada en Espa?a, en parte perteneciente a Patrimonio Nacional, pero tambi¨¦n con un nutrido pr¨¦stamo del Museo del Prado, nos aporta muchos cuadros muy poco conocidos, algunos de calidad excepcional, procedentes de colecciones italianas p¨²blicas como los Uffizi y los museos del Vaticano y privadas como, sobre todo, las del marqu¨¦s de Luca di Melpignano.
Formado en N¨¢poles a la sombra de Giordano, Solimera y Nicola Maria Rossi, Giaquinto aprendi¨® tambi¨¦n en Roma de Carlo Maratta y Sebastiano Conca, y en Tur¨ªn del arquitecto Filippo Juvarra, lo que explica la riqueza de su registro y su aptitud escenogr¨¢fica. Este recorrido desde el profundo sur hasta el Piamonte, producido durante la primera mitad del siglo XVIII, nos ayuda a comprender, en efecto, su rica experiencia pict¨®rica y, en especial, su papel como protagonista en el desarrollo de la pintura rococ¨®. En este sentido, es interesante que viniera a Espa?a para sustituir al reci¨¦n fallecido Giacomo Amigoni, tambi¨¦n napolitano, pero formado en Venecia, como el genial veneciano G. B. Tiepolo, que, a su vez, cubri¨® su hueco en Espa?a. De toda esta pl¨¦tora de talentos transalpinos, los pintores espa?oles sacaron naturalmente provecho, pero, a tenor de su incomparable nombrad¨ªa, hay que destacar la deuda contra¨ªda con Giaquinto por parte del joven Goya.
Dada su ingente y variada
producci¨®n espa?ola, como consta en la fastuosa decoraci¨®n de la escalera principal, el sal¨®n de columnas y la capilla del Palacio Real de Madrid, y en otros sitios reales, la exposici¨®n nos aporta algunos de estos testimonios, como la serie de pinturas que realiz¨® para los oratorios del rey y de la reina del Palacio del Buen Retiro. En cualquier caso, no es cuesti¨®n de hacer un recuento prolijo de las obras ahora exhibidas, aunque s¨ª remarcar el buen tino de haber reunido muchos de sus maravillosos bocetos para sus pinturas al fresco donde luce su asombrosa inventiva, su sentido del movimiento y su refinamiento crom¨¢tico, que alcanza la brillante exquisitez de la porcelana.
Giaquinto despliega sus fi
guras como el ondear de una bandera, las contrapone y las contrasta, generando diagonales y animados zigzag, que demuestra su sentido narrativo y su dominio esc¨¦nico. Es por dem¨¢s fecunda su imaginaci¨®n, que le permite saltar de las escenas mitol¨®gicas o las alegor¨ªas m¨¢s elaboradas al sentimiento religioso m¨¢s intimista y l¨ªrico, una faceta que pudo desarrollar m¨¢s en la Corte espa?ola. Giaquinto fue uno de los ¨²ltimos representantes de esa incomparable corriente decorativa italiana, que consigui¨® una sofisticaci¨®n t¨¦cnica sorprendente durante el barroco decorativo, pero que se prolong¨® en el XVIII, dando unas claves l¨ªricas y sensuales a este sentido escenogr¨¢fico espectacular, que lo complet¨® con todos los matices de lo emocional. Como insigne representante de esta corriente pict¨®rica, Giaquinto dio r¨¦plica a la sensualidad er¨®tica almibarada de cierta pintura galante francesa, pero tambi¨¦n a la moda gala de ret¨®rico moralismo. En este sentido, ocupa un protagonismo muy singular que s¨®lo es superado por el longevo Tiepolo, cuya merecida irradiaci¨®n lo ha oscurecido injustamente porque, en arte, lo bueno no es enemigo de lo mejor.
Por todo lo apuntado, hay que celebrar esta oportun¨ªsima iniciativa de recrear el valor art¨ªstico de Giaquinto de la ¨²nica forma con que una reivindicaci¨®n es en este campo eficaz: con una amplia y muy bien pensada selecci¨®n de su obra, de la que estoy seguro disfrutar¨¢ encantado el p¨²blico aficionado espa?ol, a la par que comprender¨¢ mejor muchas cosas de la todav¨ªa poco conocida pintura espa?ola del siglo XVIII, excepci¨®n hecha de Goya, al que, como se ha destacado, le influy¨® el pintor napolitano.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.