Primavera
Esta primavera de 2006 no da tregua ni un instante. Tras el anuncio etarra del alto el fuego permanente, el cese de hostilidades entre Rajoy y Zapatero, la ca¨ªda de la banda de Marbella y la aprobaci¨®n del Estatuto en el Congreso, ahora se anuncia el cierre del sumario del 11-M y el recambio parcial del Gobierno, en lo que parece significar la apertura de una aut¨¦ntica primavera pol¨ªtica para el presidente Zapatero. Consumido el s¨®rdido invierno en ventilar los agrios debates de aquel Estatuto imposible, y disueltas las sospechas conspirativas por el veredicto del juez Del Olmo, la fortuna parece sonre¨ªr de nuevo a Zapatero, que, aligerado del lastre con que le sobrecargaba su rival Bono, ahora ya est¨¢ listo para echarse a volar con sus propias alas hacia el objetivo ansiado de su reelecci¨®n con mayor¨ªa absoluta.
Respecto al sumario del 11-M, ya no hay m¨¢s que decir. Pero el veredicto judicial tampoco har¨¢ callar al PP, que seguir¨¢ empecinado en vocear con griter¨ªo su negacionismo m¨¢s falaz. Un negacionismo que si niega la culpabilidad islamista no es para sembrar sospechas sobre ETA o el PSOE sino para negar su propia responsabilidad, al no haber sabido prevenir el atentado ni tampoco admitir despu¨¦s su verdadera autor¨ªa, desvi¨¢ndola sobre ETA por miedo al castigo electoral. Y al insistir en su negacionismo, el PP caer¨¢ en la trampa que le tiende la prensa que le sostiene, a la que le interesa mantenerlo cautivo de su manipulaci¨®n para hacer negocio con el suicidio pol¨ªtico del PP.
Pero ya no importa que la gente de Aznar contin¨²e ladr¨¢ndole al sol, pues Zapatero ya ha pasado p¨¢gina y est¨¢ en otra historia completamente distinta. Aquel d¨¦ficit de legitimidad de origen con que lleg¨® al poder, impulsado por la onda expansiva del 11-M, ha quedado colmado por la nueva legitimidad de ejercicio adquirida gobernando en los dos ¨²ltimos meses, tras resolver con ¨¦xito el 21 de enero la embarcada del Estatuto y lograr que ETA proclamase el 22 de marzo su alto el fuego permanente. Y esto lo ha comprendido muy bien el ex ministro Bono, quien hasta ahora se postulaba como alternativa a Zapatero a la espera de que ¨¦ste fracasara en su empresa. Pero como no ha sido as¨ª, Bono ha tirado la toalla abandonando el campo al ver que su rival se le escapa y ya resulta inalcanzable para ¨¦l. En buena hora, pues si hab¨ªa alguien que desentonaba en un Gobierno que se pretende progresista era sin duda Bono, cuya arcaica ret¨®rica casticista, clerical y cuartelera le asimilaba al peor franquismo sociol¨®gico.
Pero para simbolizar esta nueva primavera del Gobierno todav¨ªa parece m¨¢s importante el nombramiento de Rubalcaba que el despido de Bono, pues es verdad que con ¨¦ste Zapatero se desprende de un lastre demasiado gravoso, pero lo que aqu¨¦l aporta a cambio es un activo pol¨ªtico de mucho mayor valor, destinado sin duda a revalorizarse. Tres virtudes adornan a Rubalcaba, haciendo de ¨¦l un hombre insustituible para el presidente, a pesar de que pertenezca a la vieja guardia (como tambi¨¦n ocurre con los otros pesos pesados del Gobierno: Pedro Solbes y Fern¨¢ndez de la Vega). Ha sido la ¨²nica persona capaz de resolver los peores desaguisados que estuvieron a punto de arruinar al Gobierno, como la Ley de Educaci¨®n (LOE) y el aciago Estatuto catal¨¢n. Adem¨¢s, Rubalcaba es un pragm¨¢tico, lo que representa ser casi un mirlo blanco en un pa¨ªs de intransigentes doctrinarios: y lo que m¨¢s necesita Zapatero para afrontar la cuesti¨®n vasca es pragmatismo, no dogmatismo. Por ¨²ltimo, Rubalcaba carece de ambici¨®n pol¨ªtica pues se lo impide su sentido del humor, por lo que jam¨¢s le har¨¢ sombra a Zapatero ni ser¨¢ rival para ¨¦l, como quiso ser Bono.
En fin, la ¨²nica cr¨ªtica que cabe hacer a esta primavera pol¨ªtica es la modestia del recambio gubernamental. Por valiosa que sea Mercedes Cabrera en Educaci¨®n, hubiera hecho falta m¨¢s gente como ella para superar los graves fallos que aquejan a nuestro Gobierno en materias como empleo y vivienda, que bloquean la emancipaci¨®n de mujeres y j¨®venes: ?podr¨¢n aguantar a la espera de pr¨®ximas primaveras?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.