Judas
Como ya es habitual, las vacaciones de Pascua bendicen al sector tur¨ªstico. Plena ocupaci¨®n hotelera por doquier. No as¨ª las iglesias, cuyo ¨ªndice de ocupaci¨®n viene siendo bajo de un tiempo a esta parte. Predominio del ocio sobre la piedad, qu¨¦ le vamos a hacer. Despu¨¦s de todo, tal como andan las cosas, hay que salir de cuando en cuando a descrisparse por tierra, mar y aire. La Semana Santa, con su recogimiento, sus crespones, su penita y sus azotes a la luz de las velas, con el aire cargado de incienso y azahar, se va convirtiendo en un espect¨¢culo ex¨®tico, misterioso, no exento de perversi¨®n.
Y para colmo, justo en estas fechas, resulta que Judas, agente desencadenante de la Pasi¨®n, estaba conchabado con J.C.
A decir verdad, la figura del ap¨®stol traidor hab¨ªa planteado desde el principio problemas de interpretaci¨®n, empezando por la propia traici¨®n. Nadie sabe muy bien qu¨¦ hizo Judas para que el Sanedr¨ªn le pagara treinta monedas de plata. Jes¨²s hab¨ªa entrado triunfalmente en Jerusal¨¦n entre palmas, hab¨ªa echado a los mercaderes del templo con violencia, predicaba a las multitudes. Su persona era notoria, nunca se ocult¨®. Entonces, ?qu¨¦ pista dio Judas a quienes le quer¨ªan prender? Ahora un texto fragmentario escrito en un harapo aumenta la inc¨®gnita al dar una explicaci¨®n que, por lo dem¨¢s, ya hab¨ªa sido propuesta con anterioridad. Borges sugiere, entre otras ficciones, que Judas pod¨ªa haber sido el verdadero redentor al asumir el crimen m¨¢s abyecto, con lo que Jesucristo s¨®lo ser¨ªa un actor secundario. La propuesta del manuscrito actual es m¨¢s tortuosa, puesto que no propone, como Borges, una conspiraci¨®n divina, sino un enga?o humano, una chapuza que, por cierto, lleva aparejado un suicidio. Demasiado burdo para insertarse en la ¨¦tica sutil del Evangelio. Un Judas colaboracionista tiene demasiadas connotaciones modernas, incluido el beso. Es, por decirlo de una vez, una figura vaticana. Frente a una sociedad que prefiere el viaje de placer al oficio de tinieblas, es preciso cerrar filas. Cuando van mal dadas, no sobra nadie, ni siquiera Judas Iscariote. Y si hay que negociar con la otra parte, por m¨¢s cr¨ªmenes que haya cometido, m¨¢s vale tenerlo a nuestro lado cuando se forme la mesa de negociaci¨®n.
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