Paradojas de la vida
La marcha del pueblo jud¨ªo se denomin¨® ¨¦xodo, una manera tan po¨¦tica de decirlo que nada m¨¢s mencionarlo suena a Biblia y a concepto propio de una cosmovisi¨®n milenarista. Exodo es una novela de Le¨®n Uris que cuenta el nacimiento violento del Estado de Israel y que tanto apasionado lector e inspiraci¨®n tuvo entre mis correligionarios de correr¨ªas de juventud nacionalista. ?xodo ahora, para nosotros, que nos hemos quedado en mera comunidad aut¨®noma, aunque todo se andar¨¢, es lo que hacemos gregariamente cada operaci¨®n salida vacacional, convirtiendo los d¨ªas sacros de la pasi¨®n en escapada hacia un chiringuito costero perdido en la naci¨®n de naciones. Descanso para volver a los cinco d¨ªas con las pilas cargadas tras haber perdido la paciencia en los atascos y jugado a la brisca con un desconocido que result¨® ser de Falange Aut¨¦ntica y te lo confiesa sin ning¨²n pudor.
Armi?¨®n y Castro Urdiales se han convertido estos d¨ªas en hitos de nuestra gloriosa marcha -un pueblo en marcha, reza el eslogan gubernamental- a la tierra prometida. No rememorar¨¢n ning¨²n glorioso solar de batalla alguna, sino sitios donde perdimos la paciencia esperando llegar a un lugar tranquilo. Ese lugar tranquilo donde s¨®lo las voces altas de alguna familia catalana, seguida, porque no hay que ser menos, de otra de Mondrag¨®n, te haga levantar la mirada de tu peri¨®dico que a la vera de la piscina del hotel con un cafelito ma?anero te estaban diciendo que eras el ser m¨¢s feliz del mundo. Hasta que estas voces de altisonancia patri¨®tica te hacen caer en la cuenta que no es para tanto. Que quede claro, que no se les confunda con madrile?os a esos que vienen por ah¨ª: los primeros son catalanes y los segundos vascos. Qu¨¦ ser¨ªa de su idiosincrasia si no tuvieran Espa?a para venir de vacaciones.
"Amamos a Espa?a porque no nos gusta" se explicaba de esta manera tan coherente el fundador de la Falange, Jos¨¦ Antonio Primo de Rivera, el ide¨®logo, manda narices, del compa?ero de brisca. Como todo nacionalista era un insatisfecho. No me voy a volver profundo para explicar por qu¨¦ tanto nacionalista perif¨¦rico se va Espa?a a descansar. Igual es porque en el fondo es a los ¨²nicos que les gusta Espa?a, y se ven m¨¢s realizados gritando en su propio idioma a los cuatro vientos, cosa por la que en un hotel belga les llamar¨ªan la atenci¨®n, no por catalanes o vascos, sino por ruidosos.
Y se me ha aparecido el fundador de la Falange de sopet¨®n porque el Viernes Santo ha coincidido con el 75? aniversario de la II Rep¨²blica, que de una manera bastante inusitada ha sido recordado en los medios de comunicaci¨®n. Supongo que el recuerdo se debe al folclorismo que domina estos tiempos -yo hasta que no vea que se sustituye la Marcha Real por el Himno de Riego no creer¨¦ demasiado en los ap¨®logos actuales de la Rep¨²blica-. No deja de remover el recuerdo y los sentimientos que precisamente el Viernes Santo venga a coincidir con el aniversario de aquel r¨¦gimen en el que su prudente presidente dijera aquella imprudencia de que Espa?a hab¨ªa dejado de ser cat¨®lica. La guerra la perder¨ªan nuestros padres, pero mi generaci¨®n se tuvo que tragar todos los ejercicios espirituales ignacianos del mundo, todas la procesiones, todos los rosarios, porque al menos una ¨¦lite muy poderosa segu¨ªa siendo cat¨®lica y nos reeducaron, frente a los pecados de nuestros padres, a base de...
Paradojas de la vida. Nuestro patri¨®tico ¨¦xodo son los r¨ªos de muchedumbres humanas que se atascan en Castro o Armi?¨®n, ?que tipo de nacionalismo es este camino de la odiada Espa?a!, y el aniversario de la Rep¨²blica cae en Viernes Santo, el d¨ªa en que la gente, m¨¢s por idolatr¨ªa y folclorismo que por fe, llora ante los pasos de las procesiones, culmen de empacho barroco donde los haya. Mal andaba el que dijo que hab¨ªa dejado de ser cat¨®lica, misas retransmitidas en las cadenas p¨²blicas, convenio econ¨®mico con la Iglesia, las calles ocupadas por encapuchados, con el miedo que dan esas vestiduras con capirotes. Es una Espa?a verdaderamente negra y macabra que ha hecho suya la parte m¨¢s s¨¢dica de la agon¨ªa. Hay progres que dicen que las procesiones guardan clandestinos comportamientos de rebeld¨ªa gremiales del pasado, escondite de conversos. Que me lo vuelvan a explicar, para m¨ª resulta demasiado negro, Espa?a demasiado negra.
Menos mal que al final uno lleg¨® despu¨¦s del atasco al hotel de sus descansos, hurga con el mando a distancia las cuarenta cadenas de televisi¨®n que tiene, y al final descubre que lo que m¨¢s le gusta de toda la abundante programaci¨®n son unas trikitixas que est¨¢n poniendo en la primera de ETB. Y es que, a la manera en la que acaba El Busc¨®n, no se cambia de persona por cambiar de pa¨ªs, por lo menos si ¨¦ste es tan irracional como el que has dejado.
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