Bolsas, bolsos, mochilas: la vida contin¨²a
En la ¨²ltima d¨¦cada, La Monnaie de Bruselas ha visitado con todos sus efectivos orquestales y corales los tres principales teatros de ¨®pera en Espa?a: Liceo, Real y Euskalduna en las temporadas de la ABAO. El Real ha dado un paso m¨¢s y ha coproducido Boris Godunov, de Mussorgski, en una versi¨®n que se estren¨® anteayer en Bruselas con Klaus Gr¨¹ber de director de escena y el pintor espa?ol Eduardo Arroyo como escen¨®grafo.
Lo primero que se plantea en Boris es qu¨¦ versi¨®n elegir, si la orquestada por Rimski Korsakov, con la escena del acto polaco, o la original de Mussorgski. En los ¨²ltimos a?os existe cierta fiebre filol¨®gica y los teatros se suelen decantar por la segunda, en siete escenas, que se representan sin interrupci¨®n. En Bilbao en 2002, con Gergiev, y en Barcelona en 2004, con Weigle, as¨ª se hizo. La versi¨®n presentada anteayer en Bruselas tiene una escena m¨¢s, la revolucionaria del bosque de Kromy, y est¨¢ basada en la edici¨®n cr¨ªtica de Pavel Lamm. Despu¨¦s de la quinta escena se produce un descanso de casi media hora, un error monumental a efectos de tensi¨®n dram¨¢tica, que es de esperar que el Real corrija en el inicio de su temporada 2007-8, fecha prevista para su presentaci¨®n en Madrid.
Boris Godunov
De Mussorgski. Direcci¨®n musical: Kazushi Ono. Director de escena: Klaus Michael Gr¨¹ber. Escenograf¨ªa: Eduardo Arroyo. Con Jos¨¦ van Dam, Anatoli Kotscherga y Dmitri Voropaev, entre otros. Coproducci¨®n con la ?pera Nacional del Rin y el Teatro Real de Madrid. Teatro de La Monnaie, Bruselas, 18 de abril.
En La Monnaie, el espect¨¢culo estuvo sostenido por la sensacional direcci¨®n musical de Kazushi Ono, un maestro en estado de crecimiento art¨ªstico imparable, que sabe mantener las tensiones dram¨¢ticas en su justa medida y crea adem¨¢s una atm¨®sfera pasional irresistible. La orquesta y el coro del teatro le siguieron en estado de trance. El punto m¨¢s d¨¦bil estuvo en el personaje de Boris. El bar¨ªtono belga Jos¨¦ van Dam es uno de los cantantes m¨¢s carism¨¢ticos de las ¨²ltimas generaciones -y m¨¢s a¨²n en su tierra natal- pero no tiene la fuerza en este momento ni el sentido dram¨¢tico que su personaje requiere. Canta bien, desde luego, y es un excelente actor, pero no es suficiente. Del resto del reparto -homog¨¦neo en su conjunto- hay que destacar las excelentes actuaciones de Kotscherga como Pimen y de Voropaev como el Inocente.
El t¨¢ndem Gr¨¹ber-Arroyo no tuvo su d¨ªa m¨¢s feliz. El director de escena sabe contar muy bien una historia, pero en esta ocasi¨®n careci¨® de fantas¨ªa para elevarla po¨¦ticamente, sobre todo en las situaciones colectivas. El gran hallazgo de la puesta en escena fueron las bolsas de todo tipo que portaban los integrantes del coro, magn¨ªfica met¨¢fora de una situaci¨®n de provisionalidad y pobreza. En cuanto a Arroyo, s¨®lido escen¨®grafo donde los haya, no alcanz¨® la inspiraci¨®n de otras veces. Sus insectos, su zepel¨ªn con el ojo de Dios o su linterna en la escena final no acababan de integrarse en una narraci¨®n poco dada a toques de ingenuidad pop. Fueron s¨®lidas escenas como la de la posada, o la de las habitaciones de la casa del Zar, o la asamblea de los boyardos. Pero el nivel de imaginaci¨®n estaba lejos del de Aida en Amsterdam o Don Giovanni en Recklinghausen en la cuenca del Ruhr, pongamos por caso, lugares donde, curiosamente, se le abuche¨®. En Bruselas no hubo m¨¢s que ovaciones cerradas a su trabajo. As¨ª es la vida.
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