Retorno sospechoso
Nada menos que 25 a?os despu¨¦s del fallecimiento de Jim Morrison, el teclista Ray Manzarek y el guitarrista Robby Krieger han protagonizado uno de esos retornos, cuando menos, sospechosos. Borrado el bater¨ªa John Densmore de este revival, el d¨²o ha escogido como frontman a lo m¨¢s parecido -a unos metros de distancia, ojo- a aquel malogrado l¨ªder que con su personal iluminaci¨®n consegu¨ªa que el peculiar sonido de una banda de blues rock m¨¢s bien normalita se elevara por encima de la vulgaridad hasta arder en una pira junto a los demonios espirituales de la generaci¨®n de los sesenta.
Desafortunadamente, el cantante Ian Astbury no le llega a Morrison ni a la altura del tac¨®n de la bota. Por esto, los himnos creados por el grupo, canciones que han atravesado varias generaciones, sonaron terriblemente huecos en el aspecto vocal. En el instrumental, podr¨ªan ser convincentes, pese a que Manzarek y Krieger, buenos instrumentistas, han sustituido aquel sonido misterioso que ten¨ªan sin bajista por el est¨¢ndar de bajo y bater¨ªa de un rock m¨¢s actual y previsible.
Riders on the Storm
Ray Manzarek (teclados y coros), Robby Krieger (guitarra), Ian Astbury (voz), Phil Chen (bajo) y Ty Dennis (bater¨ªa). Sala La Riviera. Madrid, 20 de abril.
El concierto transcurri¨® en tres tramos bien diferenciados. El primero, un brillante arranque que cont¨® con la explosi¨®n de salida de Roadhouse blues, Break on through, Love me two times, When the music's over y Alabama song, punto en el que el grupo empez¨® a perderle el respeto a su magn¨ªfico e hist¨®rico repertorio con bobos comentarios sobre los equipos de f¨²tbol espa?oles o las diferentes bebidas que se pueden encontrar en nuestro pa¨ªs. Despu¨¦s, la banda atac¨® otra tanda de temas que resultaron completamente prescindibles, con lo que el ritmo y el inter¨¦s del concierto decrecieron sobremanera.
Finalmente, el grupo remont¨® con la traca final: Touch me, Riders on the storm, Light my fire y un Soul kitchen con el que se despidieron del apasionado y multigeneracional p¨²blico que hab¨ªa abarrotado el local. Se despidieron imitando una corrida de toros en escena, lo que hace preguntarse a cualquier amante de los Doors si este par de m¨²sicos no hubieran sido m¨¢s felices en una banda menos atormentada y m¨¢s liviana.
Babelia
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