Un eterno aire de domingo
M¨²sica intensa y comida picante en Guadalajara, capital de Jalisco
Aquienes lleguen desde M¨¦xico DF y sus 20 millones de habitantes, Guadalajara les parecer¨¢ casi un pueblo. Un pueblo delicioso, soleado y colmado de historia. Pero que nadie se llame a enga?o: la capital del Estado de Jalisco es una urbe pugnaz, bulliciosa, moderna..., y mucho m¨¢s grande que un buen n¨²mero de capitales hispanoamericanas.
A 1.500 metros de altitud, con alrededor de seis millones de habitantes y 182 kil¨®metros cuadrados, resulta bastante f¨¢cil perderse. Inmensas avenidas, barrios residenciales, zonas comerciales, barrios contradictorios y sucios... Pero Guadalajara encierra una sorpresa, una m¨¢s bien t¨ªmida manifestaci¨®n de su car¨¢cter amable y profundamente orgulloso, que se descubre en poco tiempo. No hay en sus gentes, pese a la magnitud de la ciudad y su perfil cosmopolita -es sede de una de las ferias del libro m¨¢s grandes e importantes del mundo-, ninguna de esas prisas esquivas que concurren en habitantes de otras grandes urbes. Hasta los atascos que se forman parecen lentas procesiones que se aceptan con resignaci¨®n y sin malhumor. Guadalajara tiene una calidez de domingo de fiesta familiar, y su espl¨¦ndido centro hist¨®rico, cuidado y bullicioso, invita a pasear sin mayores precauciones. Quiz¨¢ por ello lo m¨¢s recomendable sea alojarse en alguno de los hoteles de la zona, desde donde se alcanza a pie cualquiera de esos solemnes edificios, museos y palacios que satisfacen el apetito arquitect¨®nico m¨¢s exigente.
Una primera visita lleva, por ejemplo, al teatro Degollado, que data de mediados del siglo XIX (se llam¨® teatro Alarc¨®n hasta la muerte del general Santos Degollado, gobernador de Jalisco). Su fachada se revisti¨® de cantera y se agreg¨® un Apolo y las musas de m¨¢rmol, donde puede leerse: "Que nunca llegue el rumor de la discordia". Actualmente es sede de la Orquesta Filarm¨®nica de Jalisco, as¨ª como del Ballet Folcl¨®rico de la Universidad de Guadalajara y el Ballet del Ayuntamiento. Muy cerca se encuentra la espl¨¦ndida catedral, del siglo XVI; Casa Jalisco, residencia oficial de los gobernadores del Estado, y el hermoso Palacio Legislativo, del siglo XVIII y con una cuidada fachada neocl¨¢sica. Un poco m¨¢s all¨¢, la Tesorer¨ªa General del Estado, un primoroso edificio art nouveau cubierto de cantera rosa, inesperado y sutil, en medio del ajetreo ma?anero y con cierto encanto melanc¨®lico por las noches.
Un paseo en calandria en una noche veraniega nos lleva de pronto a otro tiempo, sobre todo si recalamos en la plaza de los mariachis, donde se puede escuchar alg¨²n recital de esta m¨²sica desgarrada e intensa que mantiene un poderoso prestigio entre los tapat¨ªos.
El centro, m¨¢s all¨¢ de sus hermosos edificios, sugiere una visita a sus ajetreados negocios, sus muchas tiendas e infinidad de peque?os restaurantes donde probar la sabrosa, compleja y picante comida tapat¨ªa: el pozole -una sopa inacabable y contundente-, el menudo, la birria, los tacos y, para quienes se atreven con el chile, las tortas ahogadas, que se llaman as¨ª porque se sumergen, literalmente, en una salsa picante. Acompa?adas de la fresca y ligera cerveza local o con grandes copas de margarita, resultan estupendas. Uno de los restaurantes m¨¢s recomendados es La Chata, donde a ciertas horas es necesario hacer cola para encontrar mesa. Y para disfrutar de los mejores tequilas, reposados y a?ejos, un bar con encanto: La Fuente. Con un aspecto bohemio y algo descuidado, resulta casi una obligaci¨®n ir para conocer un poco del jolgorio entre popular, esnob e intelectual del bar. All¨ª pr¨¢cticamente s¨®lo se bebe cerveza y tequila. No pod¨ªa ser de otra manera, estando en la tierra de la bebida mexicana por antonomasia.
Amatitl¨¢n y Tlaquepaque
Reposado, a?ejo o blanco, disfrutar de un tequila, a palo seco o con lim¨®n y sal, resulta inevitable en Guadalajara, de la misma manera que visitar el pueblo del mismo nombre (al parecer, la primera producci¨®n de esta bebida se elabor¨® muy cerca de all¨ª, en Amatitl¨¢n, por la tribu de los tiquilos). Pero otro tanto ocurre con Tlaquepaque, a media hora escasa en taxi. Con ese nombre -que parece una palabra m¨¢gica- se conoce el pueblo donde encontramos artesan¨ªa fina, piezas de oro y plata, trajes t¨ªpicos y estupendos restaurantes. Coqueto hasta la exageraci¨®n, el pueblo est¨¢ tan arreglado, sus casonas resultan tan impecables y sus aceras tan limpias, que casi parece una imitaci¨®n de s¨ª mismo. Por el contrario, Tonal¨¢ se nos antoja algo m¨¢s tangible, pero tambi¨¦n menos cuidado, y puede que su oferta artesanal y su mercado est¨¦n dirigidos a un consumo interno. De todas formas, vale la pena perderse un rato en sus calles e impregnarse de sus olores, de su bullicioso comercio pueblerino.
Estos dos municipios tan distintosresumen muy bien lo que experimentamos en Guadalajara, una rotunda ciudad que parece convivir en paz consigo misma, tan pronto ajetreada como impasible: lenta como un sorbo de buen tequila y trepidante como una orquesta de mariachis.
Jorge Eduardo Benavides (Per¨², 1964) es autor de El a?o que romp¨ª contigo (Alfaguara)
GU?A PR?CTICA
C¨®mo ir- Aerom¨¦xico (915 48 98 10;www.aeromexico.com). Tiene vuelos desde Madrid, con escala, desde 795,38 euros.- Iberia (www.iberia.com; 902 40 05 00) tiene vuelos desde Madrid, con escala, a partir de 782,42 euros.Informaci¨®n- Turismo de Guadalajara (http://vive.guadalajara.gob.mx).- Turismo de M¨¦xico en Espa?a (00 800 11 11 22 66; www.visitmexico.com).
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