Memorias sin olvido
Ahora que el primer ministro chino anda por ah¨ª comprando pollos y ordenadores hay que recordarle lo del T¨ªbet: que no es suyo, que no es una provincia china y que lo que sucede all¨ª es un drama de ocupaci¨®n ante el que nadie debe quedar indiferente. La pieza de Ullate habla de esto y m¨¢s, se abre con un documental de referencias de car¨¢cter sinf¨®nico y tr¨¢gico, como una Pat¨¦tica respaldado por los cantos tibetanos, que tienen en s¨ª mismos una fuerza tremenda.
Concebido como un homenaje al concepto y coralidad de su maestro Maurice B¨¦jart al que se remite a veces sutilmente y a veces a la letra, en un buen homenaje a su tronco est¨¦tico natural hasta llegar a ese saludo final ¨ªntimo y personalizado en cada bailar¨ªn que tambi¨¦n recuerda un emotivo fin de fiesta de la danza que ya indica el prop¨®sito conciliador que anima subterr¨¢neamente toda la obra.
Ballet de la Comunidad de Madrid
Samsara. Coreograf¨ªa: V¨ªctor Ullate. M¨²sicas tradicionales del T¨ªbet y de la India. Escenograf¨ªa: Francisco Azor¨ªn. Vestuario: Anna G¨¹ell y Luis Fernando Dos Santos (realizaci¨®n). Luces: Nicol¨¢s Fischtel. Teatro de Madrid, 21 de abril.
Con un vestuario esmeradamente realizado y una banda sonora de gran impacto habr¨ªa que destacar a Marta Rodr¨ªguez Coca en su variaci¨®n donde exhibe una s¨®lida t¨¦cnica en giros y saltos, a trav¨¦s de su l¨ªnea elegante; a una madura y consolidada Ana Noya que acierta al convertirse en una bayadera, que se relaciona con las miniaturas de Jaipur. Tambi¨¦n es notable c¨®mo ha madurado mucho y bien Yevgen Uzlenkov, que ahora muestra un baile expansivo y de potencia. Y entre los nuevos hallazgos citemos al polaco Piotr Zbowicz y el espa?ol Rub¨¦n Ventoso, acotando del primero el gusto de su respiraci¨®n y su aliento l¨ªrico, lo que transmite.
Fue muy delicada la presencia de la japonesa Eri Nakamura en su solo acompa?ada de abanicos donde puso de manifiesto su seguridad sobre las puntas y su elegancia.
Samsara toca much¨ªsimos temas en una especie de fresco contempor¨¢neo sobre los males que aquejan al hombre en muchos sitios del planeta, desde la represi¨®n brutal a que se somete a la mujer, los homosexuales o la explotaci¨®n infantil que son dibujados en una sucesi¨®n de escenas aparentemente no conectadas entre s¨ª pero que consiguen una unidad coral que no necesita de esos reiterativos textos que aparecen proyectados y que se dir¨ªa que su exceso gratuito de citas budistas y seudobudistas le quitan fuerza y autenticidad al producto final. S¨ª es, sin embargo, muy ilustrativo de la intenci¨®n del autor ese gran ojo que primero aparece cerrado y al final se abre: y puede ser el exergo de referencia de Lobsang Rampa.
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