El Barrio Chino antes de ser el Raval
Hubo una ¨¦poca en que los mejores sue?os de aventura infantil que ofrec¨ªa Barcelona consist¨ªan en simulacros de viaje: montarse al avi¨®n encadenado del Tibidabo, descubrir continentes desde una carabela inm¨®vil o subir hasta lo alto del monumento de Col¨®n con la esperanza de atisbar otro mundo. Otro Col¨®n, Joan Colom, andaba entonces tambi¨¦n muy interesado por los dos hemisferios. Pero los suyos eran humanos, prietos a veces, fl¨¢ccidos en otros muchos casos. Los descubr¨ªa paseando su c¨¢mara con discreci¨®n. Y ah¨ª estaban, embutidos en faldas de ropa chillona y de poca calidad, en lo alto de dos compases que acababan en afilados tacones. Joan Colom los retrat¨® una y otra vez, en el Raval, en un barrio de perdedores que encontraba en la miseria y la marginalidad el orgullo de saberse distinto.
Joan Colom, el gran retratista del Barrio Chino de la ¨¦poca franquista, expone en la Fundaci¨®n Cartier-Bresson de Par¨ªs
Las fotograf¨ªas de Joan Colom se exponen ahora en la parisiense Fondation HCB, es decir, Henri Cartier-Bresson. El ge¨®metra franc¨¦s se hab¨ªa interesado por los lupanares espa?oles cuando la prostituci¨®n no estaba prohibida, durante los a?os republicanos. Su mirada y la de sus personajes son muy distintas de la del barcelon¨¦s. En la de Colom hay una empat¨ªa evidente no s¨®lo con esas mujeres condenadas a vender su cuerpo, sino tambi¨¦n con los hombres que las miran, que se olvidan a s¨ª mismos conduciendo un autochoque, que venden fruta o regresan a casa. Es m¨¢s, la foto en la que Colom mejor consigue transmitir su respeto por los vencidos es posible que sea la de un perrito mil leches que teme ser pateado otra vez, de un momento a otro.
"A Cartier-Bresson le dije que yo hago la calle", recuerda Colom. En 2003 los dos fot¨®grafos se encontraron en Barcelona con motivo de una retrospectiva dedicada a HCB. Hoy el franc¨¦s, a trav¨¦s de la fundaci¨®n que perpet¨²a su pasi¨®n por la imagen, le devuelve el honor a Colom, hasta el 30 de julio. Luego, entre septiembre y noviembre, esas im¨¢genes de la cara oculta de Barcelona bajo el franquismo viajar¨¢n al Museum Folkwang, de Essen, en Alemania, todo ello gracias tambi¨¦n a la pol¨ªtica de difusi¨®n de la barcelonesa Fundaci¨® Foto Colect¨¤nia.
El punto de vista de Colom es sin duda el m¨¢s adecuado y el ¨²nico para poder pasearse por el Raval. La c¨¢mara baja a la altura del pubis, pone en el centro de la imagen los culos y los sexos de sus personajes. ?l los capta discretamente, sin inmiscuirse en su deambular. A veces el aparato se levanta hasta la altura de los ojos, pero eso s¨®lo es as¨ª cuando al fotografiado no le importa serlo. Los otros, los que no pueden abrocharse un abrigo al que s¨®lo le queda un bot¨®n, las mujeres con falda por encima de la rodilla y peinado muy por encima de la frente, con un cardado de rigidez prodigiosa y m¨¢s deslumbrante que un luminoso parpadeante, ¨¦sos son objeto del clic de Colom, de un coleccionista que quiere saber.
Es bien conocida la an¨¦cdota que convirti¨® a Colom en un fot¨®grafo c¨¦lebre al tiempo que le retiraba de la fotograf¨ªa. "Yo llev¨¦ las fotos a Oriol Maspons, que trabajaba en Lumen, en una nueva colecci¨®n que reun¨ªa texto e imagen. El material que les ofrec¨ªa pod¨ªa titularse Gent del barri y no era monotem¨¢tico. Yo me desentend¨ª y dej¨¦ todo aquello en manos de Maspons y ?scar y Esther Tusquets". El material se transform¨® en Izas, rabizas y colipoterras, un libro de Camilo Jos¨¦ Cela ilustrado por Colom. "Yo no ilustr¨¦ nada. Las fotos son anteriores al texto", dice con raz¨®n Colom. Y la verdad es que texto e imagen no andan muy hermanados. Cela se siente atra¨ªdo por la miseria, se cachondea de ella, lo lleva todo al terreno de la crueldad. Es escritura -brillante- de se?orito. Para Colom el esc¨¢ndalo hip¨®crita que acompa?¨® la aparici¨®n del libro fue motivo suficiente para colgar los trastos de retratar.
La exposici¨®n en la HCB re¨²ne 85 fotos tomadas entre 1958 y 1961. Y nos presenta tambi¨¦n material que muestra c¨®mo el fot¨®grafo recuadra lo que ha conquistado dejando colgar la c¨¢mara a la altura de la bragueta. El "instante decisivo" necesita de esos afeites. Para los parisienses la exposici¨®n de Colom ser¨¢ un descubrimiento, como lo ser¨¢ tambi¨¦n ver su filme de 30 minutos, en el precario s¨²per 8 de la ¨¦poca. Hoy la capital francesa es puntera en materia de fotograf¨ªa, sus instituciones se interesan por ella y le ofrecen espacios donde mostrarse. Esa curiosidad es la que desemboca, al mismo tiempo, en ganas de difundir la obra de Colom y en entusiasmo cuando se descubren las im¨¢genes de Colectivo Chroma en la llamada Maison de la Catalogne. Ese colectivo cierra el c¨ªrculo, fabrica sus fotos con la ayuda de la tecnolog¨ªa digital e inventa formidables y muy cre¨ªbles lugares inexistentes. El Pavillon de l'Arsenal, que acoge exposiciones relacionadas con el urbanismo, ha entrado en contacto con la gente de Chroma, qui¨¦n sabe si los Colom de hoy y del futuro.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.