El 'Thyssen' de Venecia
A principios de mayo del a?o pasado, el anuncio de la marcha de la colecci¨®n de Fran?ios Pinault a Venecia provoc¨® en Francia una grave crisis. A menos de tres semanas del refer¨¦ndum sobre la Constituci¨®n europea, que ser¨ªa rechazada en perjuicio de las ¨¦lites, parec¨ªa simbolizar el hundimiento de Francia en la burocracia, las rencillas personales y bajo la influencia perversa de las asociaciones de barrio. Tras la elecci¨®n de un proyecto apocado para la reorganizaci¨®n del distrito de Les Halles de Par¨ªs, tras la preparaci¨®n de unos planes decepcionantes para los Juegos Ol¨ªmpicos de 2012, este pa¨ªs, que en los a?os ochenta se enorgullec¨ªa de ser el campe¨®n de las grandes realizaciones culturales, modelo de la obra p¨²blica eficaz, no cesaba de mostrar sus debilidades, tropezando bajo el efecto de las fuerzas del rechazo, de las intrigas pol¨ªticas, de los chantajes financieros y de los problemas administrativos.
El trabajo de Tadao Ando ha consistido en regularizar el edificio y en liberarlo de la influencia de Gae Aulenti
Fran?ois Pinault, la cuarta fortuna mayor de Francia, es due?o de la cadena de grandes almacenes Printemps, de la FNAC, de la casa de subastas Christie's, del 60% de la firma Gucci y de los vinos Chateau Latour, entre otras empresas. En lo personal, es desde hace a?os un gran coleccionista de arte contempor¨¢neo. En 2003 decidi¨® dejar los negocios en manos de su hijo para dedicarse de lleno a su afici¨®n por el arte y para ello estuvo en busca de un emplazamiento para exhibir una parte de su colecci¨®n. Sus gestiones para que la sede de su fundaci¨®n se instalara en en la isla Seguin, en Billancourt, sobre el Sena no lletgaron a buen fin.
"El tiempo de un emprendedor", explic¨® Pinault, "es el de su existencia, el de su edad, el de la impaciencia por materializar su sue?o. El tiempo de la administraci¨®n es el de sus procedimientos, sus replanteamientos pol¨ªticos o presupuestarios, el de una completa resignaci¨®n ante los meses que se convierten en a?os de retraso, en definitiva, de un trabajo interminable carente de pasi¨®n". Y as¨ª, con la confirmaci¨®n de haber comprado el palacio del Gran Canal por 29 millones de euros, declaraba la renuncia definitiva a su proyecto original.
Billancourt fue el sue?o inicial. En septiembre de 2000, el arquitecto japon¨¦s Tadao Ando proyect¨® para este lugar un buque de hormig¨®n armado sostenido por unos sesenta pilotes y que alcanzaba los 28 metros de altura. Con un precio estimado de 150 millones de euros, el proyecto consigui¨® la licencia de obras. Cuando se iba a colocar la primera piedra, un recurso antepuesto por asociaciones ecologistas hizo temer el naufragio, y Pinault prefiri¨® seguir a Venecia a su consejero Jean-Jacques Aillagon, antiguo ministro de Cultura al que el Ayuntamiento italiano hab¨ªa encargado dirigir el Palazzo Grassi, adquirido por la Fiat.
Fue ¨¦ste el ¨²ltimo de los palacios venecianos que se construyeron antes de la ca¨ªda de la Rep¨²blica Seren¨ªsima. Massari, su autor, complet¨® tambi¨¦n la Ca'Rezzonico de Longhena, y levant¨® la gran iglesia de los Gesuati, en la orilla de las Zattere, y la de la Piet¨¤ en la Riva degli Schiavoni. Levantado en la segunda mitad del siglo XVIII, cambi¨® de manos muy r¨¢pidamente, y lo adquirieron sucesivamente un artista l¨ªrico, un pintor austro-h¨²ngaro, un hotelero, un financiero griego, el industrial suizo Stucky (constructor de los molinos de ladrillo rojo de la Giudecca), el financiero Cini, un Centro de la Moda, y finalmente, en 1983, la Fiat, que encarg¨® su reestructuraci¨®n a Gae Aulenti. La dise?adora italiana hab¨ªa conseguido el proyecto de acondicionamiento del museo del siglo XIX en la Gare d'Orsay, transformaba las galer¨ªas del Centro Pompidou, iba a intervenir en Barcelona en el Palau Nacional de Montju?c, estaba, en definitiva, en la cumbre de su fama.
Inaugurada hace 20 a?os, en mayo de 1986, su intervenci¨®n acoger¨ªa decenas de exposiciones, a menudo en montajes dise?ados por ella misma, que atraer¨ªan a cientos de miles de visitantes. Las obras consiguieron la adaptaci¨®n a las normas modernas para los espacios de exposici¨®n, se reforzaron los forjados, se instal¨® la red el¨¦ctrica, la de climatizaci¨®n, la de seguridad, se distribuyeron conductos t¨¦cnicos disimulados en falsos techos y paredes. Aulenti utiliz¨® grandes paneles blancos, regulares, despegados de los muros y coronados por cornisas inclinadas. Piero Castiglioni, encargado del dise?o de la iluminaci¨®n, coloc¨® bater¨ªas de focos hal¨®genos muy visibles, brillantes, incluso deslumbrantes en medio de las cornisas.
Por todos lados reinaba un sistematismo adornado con diversos elementos estil¨ªsticos, como diagonales y tri¨¢ngulos, algunas de las caracter¨ªsticas que hicieron juzgar "azteca" su trabajo en el Museo d'Orsay. Aunque con el uso pod¨ªa fatigar, y aunque ciertos de sus caracteres adolec¨ªan de un gusto demasiado posmoderno para albergar una colecci¨®n de arte contempor¨¢neo, ¨¦ste fue sin embargo un momento de coherencia en la historia del Palazzo Grassi.
El trabajo de Tadao Ando, al que Pinault trajo consigo a la laguna, ha consistido en regularizar el edificio y en liberarlo de la tan persistente influencia de Aulenti. El conjunto es ahora monacal, neutro, hier¨¢tico y de esp¨ªritu minimalista, "como una caja de Donald Judd", seg¨²n el arquitecto. En algunas salas se han colocado falsos techos, en otras se ha permitido que aparezcan los techos del siglo XIX, las vigas decoradas, las molduras, el artesonado, los entrelazados de figuras geom¨¦tricas. Los marcos de las puertas son severos y sin adornos. Las escaleras y la cafeter¨ªa se han cubierto de marmorino blanco, los paneles son blancos y satinados, los techos son de marmorino gris claro, y los suelos, de lin¨®leo gris, recubren los antiguos m¨¢rmoles y los raros terrazos de m¨¢rmol fragmentado. El sistema de iluminaci¨®n se ha redise?ado, y se ha integrado en vigas de acero instaladas en los techos con un radicalismo que evoca incluso m¨¢s un cierto minimalismo art¨ªstico. Las ventanas de los salones se han complementado con postigos interiores que refuerzan la luz neutra, cl¨ªnica y extraterritorial de las instalaciones, favoreciendo la concentraci¨®n sobre la obra en vez de sobre el paisaje del Gran Canal.
El ventanal del patio se disimu-
la con un toldo formado por elementos en tensi¨®n de tejido transl¨²cido, retomados del proyecto de Billancourt. Para la apertura se instalar¨¢ en el vest¨ªbulo una obra de Carl Andr¨¦, una especie de "alfombra" sobre la que en teor¨ªa se podr¨ªa caminar, la 37th piece of work, constituida por 1.296 piezas de metales diversos que componen una especie de tablero de ajedrez de 11 metros de lado. La exposici¨®n inaugural Where Are We Going? abre ma?ana. Presentar¨¢ hasta el oto?o una parte de la colecci¨®n que Fran?ois Pinault ha acumulado desde hace treinta a?os. Ser¨¢n unas 150 obras de entre las 2.000 que posee, que van de Fontana y Tapi¨¨s hasta los minimalistas americanos, el arte povera, el pop art y su descendencia actual, Damien Hirst, y Jeff Koons, cuyo Balloon Dog de acero inoxidable se levantar¨¢ sobre el Gran Canal.
A los 2.300 metros cuadrados que ofrece el palacio (lejos de los 32.000 proyectados en Billancourt) se unir¨¢n otros 2.500 en un terreno vecino, llamado Teatrino, y quiz¨¢ alg¨²n d¨ªa tambi¨¦n el extraordinario espacio de la Aduana mar¨ªtima, uno de los m¨¢s suntuosos y evocadores de Venecia. La Fundaci¨®n Guggenheim fij¨® en ¨¦l sus ambiciones, antes de lanzarse a su objetivo de McDonalizaci¨®n del arte que parece haber fracasado en todas partes, excepto en Bilbao y en el Venitian Resort Hotel de Las Vegas, ese noble lugar del entertainment, "inspirado por la poes¨ªa y la grandeza de Venecia". All¨ª, gigantescas parodias de palacios venecianos flanquean un canal donde las g¨®ndolas arrastran su sombra sobre un fondo de pocos cent¨ªmetros, en un estanque de aguas claras como las de las piscinas californianas.
Tras la petici¨®n de Massimo Cacciari, alcalde de Venecia y fil¨®sofo especialista en Kant, Nietzsche y el pensamiento vien¨¦s, el financiero y su arquitecto trabajan para transformar este punto del Dorsoduro en un anexo del Palazzo Grassi y en un lugar de exposiciones donde terminar¨¢n de disolverse las melancol¨ªas venecianas en favor del ineluctable turismo mundializado. Aunque es cierto que en Venecia, como apuntaba ya L¨¦on-Paul Fargue en 1924, la propia luz "asciende como una multitud".
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