Las cloacas de Francia
El primer ministro franc¨¦s, Dominique de Villepin, puede llegar a lamentar no haber dejado el cargo el pasado noviembre, cuando la protesta popular por un contrato de primer empleo, hoy enterrado, amenazaba con carbonizarlo. Lo que se le viene encima ahora tiene mucho peor aspecto: un esc¨¢ndalo de corrupci¨®n pol¨ªtica, una aut¨¦ntica visita a las cloacas del Estado.
Parece probado que en enero de 2004 Villepin le pidi¨® a un alto responsable de los servicios de seguridad, el general Philippe Rondot, que investigara confidencialmente determinadas acusaciones, que luego se han demostrado falsas, de que ciertas personalidades, entre ellas el ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, ten¨ªan cuentas secretas en el extranjero a trav¨¦s de Clearstream, una sociedad radicada en Luxemburgo. Esa gesti¨®n se hac¨ªa, al parecer, con la aprobaci¨®n del presidente Chirac, que, desde luego, ha negado toda vinculaci¨®n con el asunto. Dado que Sarkozy y Villepin son los dos aspirantes gaullistas a la candidatura para las presidenciales de 2007, y no han faltado en el pasado s¨®rdidas escaramuzas entre ambos por ese motivo, muchos son los que concluyen que el primer ministro quer¨ªa destruir a Sarkozy.
El jefe de Gobierno replica que lo hizo para "evitar cualquier instrumentalizaci¨®n o manipulaci¨®n pol¨ªtica, puesto que en la lista figuraban personalidades cuyos nombres aparec¨ªan en la prensa". Pero su defensa, adem¨¢s de confusa y ambigua, va mal de memoria, porque no se public¨® ning¨²n nombre hasta abril de 2004, cuando el juez Van Ruymbeke recibi¨® las primeras listas de presuntos defraudadores.
Esta semana amenaza con ser el peor v¨ªa crucis para Villepin. Ma?ana deber¨¢ explicarse ante las huestes de su partido, y acto seguido ante la Asamblea Nacional, donde los socialistas afilan los cuchillos mientras difunden la idea de que da igual qui¨¦n quiere hundir a qui¨¦n, porque son tal para cual. Si el jefe de Gobierno tiene alguna posibilidad de salir de ¨¦sta, s¨®lo podr¨¢ ser cogiendo el toro por los cuernos. Y, como afirma Le Monde, pidiendo una audiencia personal ante la magistratura para demostrar m¨¢s all¨¢ de toda duda su inocencia. Esperar a que la justicia llame a su puerta, lo que ocurrir¨ªa si, como cabe, se expide una orden de registro de su despacho en Matignon, ser¨ªa un grave error; con olor a cloaca.
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