Paul Spiegel, la voz de los jud¨ªos alemanes
Presid¨ªa el Consejo Central de los Jud¨ªos en Alemania desde 2000
Con la muerte de Paul Spiegel, a consecuencia del c¨¢ncer, a los 68 a?os, la comunidad jud¨ªa alemana pierde a su presidente y tal vez al ¨²ltimo dirigente que sufri¨® en propia carne el Holocausto. Cuando el pr¨®ximo noviembre, el Consejo Central de los Jud¨ªos Alemanes elija al sucesor de Spiegel se producir¨¢ un relevo generacional en la presidencia.
Spiegel naci¨® el 31 de diciembre de 1937 en un pueblo de Westfalia, al oeste de Alemania. Su padre, un tratante de ganado, huy¨® a B¨¦lgica con su mujer, su hija Rosita y su hijo Paul, de dos a?os, antes de que el nazismo alcanzase su m¨¢xima virulencia. En Namur, Paul vivi¨® refugiado en una casa de campesinos cat¨®licos que lo hicieron pasar por un pariente alem¨¢n, lo llevaban a misa y le hac¨ªan rezar un rosario que llev¨® consigo hasta su muerte como un amuleto.
Los nazis se llevaron a su hermana Rosita, de 11 a?os, que muri¨® en no se sabe qu¨¦ campo de exterminio. Su padre consigui¨® sobrevivir a tres de ellos, Dachau, Buchenwald y Auschwitz. A pesar de esta experiencia, decidi¨®, junto con su mujer y su hijo, regresar a Alemania al final de la guerra, para terror de Paul, que cre¨ªa que "all¨ª viv¨ªan gigantes que mataban a los ni?os jud¨ªos". Ni siquiera hablaba alem¨¢n tras los a?os pasados en B¨¦lgica. Spiegel eligi¨® la profesi¨®n de periodista que ejerci¨® algunos a?os. Despu¨¦s fue directivo de las cajas de ahorros y se independiz¨® al frente de una agencia para la representaci¨®n de artistas.
La comunidad jud¨ªa alemana, que contaba antes de la guerra con unos 600.000 miembros, hab¨ªa quedado reducida a 15.000 cuando se fund¨® en 1950 el Consejo Central de los Jud¨ªos en Alemania, en cuya presidencia Spiegel sucedi¨® al legendario Ignaz Bubis en enero de 2000. Como portavoz de la comunidad jud¨ªa, Spiegel tuvo que hacer frente al problema de la integraci¨®n en Alemania de los jud¨ªos procedentes de la desaparecida URSS. Esta emigraci¨®n elev¨® la cifra de los jud¨ªos alemanes de algo menos de 30.000 en 1990 a los 110.000 actuales. A los problemas econ¨®micos y de log¨ªstica derivados de la recepci¨®n en Alemania de jud¨ªos que ni siquiera hablaban el idioma, se un¨ªan en su trabajo la labor de mantenerse siempre alerta ante el menor atisbo de antisemitismo o rebrotes neonazis.
En esta lucha de defensa de las minor¨ªas siempre hizo o¨ªr su voz en los seis a?os que dur¨® su presidencia hasta la hora de su muerte. Polemiz¨® con J¨¹rgen M?llemann, el pol¨ªtico liberal que luego se suicid¨®, cuando acus¨® a los jud¨ªos de ser responsables del antisemitismo. Tambi¨¦n con el escritor Rolf Hochhuth por su coqueteo con el historiador brit¨¢nico David Irving, negador del Holocausto.
Sufri¨® los ataques de los antisemitas rabiosos de tendencia neonazi que, seg¨²n declar¨® a Der Spiegel, llegaban incluso a firmar cartas con textos como: "Cerdo jud¨ªo, ?por qu¨¦ abres tu boca apestosa? ?Se trata de nuevo del dinero, el ¨²nico elixir vital que os mueve a los jud¨ªos a los que no gasearon como es debido?".
Tambi¨¦n se enfrent¨® al antisemitismo que ve¨ªa en declaraciones de la jerarqu¨ªa cat¨®lica al comparar el aborto con el Holocausto, y el progresista de los intelectuales de izquierda. Con cierta resignaci¨®n constataba Spiegel que su trabajo al frente de la comunidad jud¨ªa no hab¨ªa dado frutos: "El antisemitismo es mucho peor que antes. No lo hubiera cre¨ªdo cuando llegu¨¦ al cargo".
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