El Ermitage despliega en Valencia la pasi¨®n rusa por el arte espa?ol
Ludmila Kagan¨¦, conservadora del museo, explica el origen de una colecci¨®n de referencia
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La emperatriz Catalina II fue embajadora de la ilustraci¨®n en Rusia y responsable de la apertura de uno de los museos m¨¢s importantes del mundo, el Ermitage de San Petersburgo. El primer edificio, un anexo al Palacio de Invierno, se erigi¨® en 1764. Y pronto alberg¨® una excelente colecci¨®n de pintura espa?ola antigua. El Ermitage fue "la primera pinacoteca fuera de Espa?a" que inaugur¨® una sala dedicada exclusivamente a artistas espa?oles, subraya la conservadora jefa de pintura antigua y especialista en pintura espa?ola del museo ruso, Ludmila Kagan¨¦.
La emperatriz de Rusia Catalina II confirm¨® todos los privilegios de los nobles y convirti¨® en siervos a centenares de miles de campesinos libres con el fin de afianzar su poder, pero fue al mismo tiempo la gran embajadora de la ilustraci¨®n en su pa¨ªs y responsable de abrirlo al arte que en sus tiempos se hac¨ªa en Occidente. Corr¨ªa el siglo XIX cuando se adquiri¨® la mayor parte de las obras de Ribera, Murillo o Vel¨¢zquez que se muestran en la colecci¨®n permanente del Ermitage. Alrededor de 200 piezas forman estos fondos de pintura espa?ola. Ahora, una selecci¨®n de 24 de estos cuadros, todos ellos de pintores valencianos (Juan de Juanes, Ribera, Ribalta...), se exhiben hasta el 16 de julio en el Museo Valenciano de la Ilustraci¨®n y la Modernidad (Muvim).
Con motivo de esta exposici¨®n, que incluye obras maestras de Ribera, Ludmila Kagan¨¦, la gran especialista de pintura espa?ola del Ermitage, explica c¨®mo la formaci¨®n de esta notable colecci¨®n est¨¢ vinculada a los avatares de la historia de Espa?a y de Rusia. "Catalina II fue la impulsora. Ella compr¨®, por ejemplo, un cuadro del taller de Ribera que adornaba la galer¨ªa del pr¨ªncipe Potemkin", explica.
Un inter¨¦s compartido
"El zar Alejandro I, cuando visitaba Amsterdam, sol¨ªa ir a la galer¨ªa de William Coeswelt. Este banquero hab¨ªa vivido en Madrid durante la guerra napole¨®nica y hab¨ªa atesorado una excelente colecci¨®n de pintura espa?ola e italiana. Alejandro I apreci¨® la colecci¨®n y compr¨® en 1814 los 84 cuadros de pintura espa?ola. Los zares siempre compraron pintura espa?ola. Luego, cuando Manuel Godoy, el valido de Carlos IV, vendi¨® su colecci¨®n [en el exilio, en 1831], tambi¨¦n muchas de las obras pasaron a formar parte del Ermitage. Adem¨¢s, la hija de Hortensia Beauharnais vendi¨® sus obras a Nicol¨¢s I, entre las que se hallaban piezas de artistas espa?oles. Un c¨®nsul ruso en C¨¢diz tambi¨¦n compraba obras especialmente para el Ermitage. Mientras que el embajador espa?ol en San Petersburgo trajo consigo cuadros espa?oles que fueron adquiridos por el museo. M¨¢s tarde, se incorporaron cuadros comprados en Par¨ªs. Despu¨¦s de la revoluci¨®n, ya entraron en el Ermitage obras de Zurbar¨¢n, de Picasso y de otros, procedentes de colecciones privadas".
As¨ª se cre¨® la notable colecci¨®n espa?ola del Ermitage. "Tenemos unos fondos muy importantes de pintura espa?ola del siglo XIX y XX, pero yo soy conservadora solamente de pintura antigua. Ahora he encontrado, por ejemplo, muy interesantes las obras de Mariano Maella, los retratos que pint¨® de los Borbones, de Carlos III, que fueron hechos por orden de Catalina II. Hab¨ªan sido mencionados por la literatura y estaban en los dep¨®sitos del Ermitage", apunta la conservadora, que se muestra prudente cuando se le pregunta por periodos y obras que no sean estrictamente de su especialidad.
Prudencia que exhibe tambi¨¦n a la hora de analizar los cambios experimentados en su trabajo tras el fin de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, pero que no le impide pronunciarse abiertamente: "No se puede comparar la situaci¨®n, porque antes no ten¨ªamos posibilidad de viajar para ver, para discutir, para estudiar. Ahora todo est¨¢ abierto para nosotros. Antes no ten¨ªamos relaciones diplom¨¢ticas con Espa?a, por ejemplo. Por eso era todo m¨¢s complicado".
En cualquier caso, el Ermitage siempre "fue un museo abierto a todos", apunta. Con unos fondos de tres millones de obras de arte de todo tipo, el museo de San Petersburgo es "como el Louvre o el Metropolitan, en el sentido de que dentro de ¨¦l hay diferentes museos". "Tenemos parte del arte primitivo oriental antiguo y moderno, el arte de Grecia, de Roma, de Rusia. Es un museo tan grande que es un museo del arte en general, de la historia de culturas. No s¨®lo del arte occidental, que es s¨®lo una parte de ¨¦l", agrega en un correcto castellano.
Dimensiones gigantescas
Un museo de dimensiones gigantescas que busca tambi¨¦n financiaci¨®n prestando y organizando exposiciones por el mundo. "Hay mucho trabajo que hacer; hay que restaurar muchas obras, preparar informes...", explica la estudiosa.
Ludmila Kagan¨¦ suspira, esboza media sonrisa y, finalmente, responde a la pregunta de si en Rusia hay nostalgia del pasado sovi¨¦tico: "Depende de la situaci¨®n de cada persona. En general, me parece que la gente no quiere regresar a los tiempos pasados. S¨®lo algunos pocos". Y c¨®mo viven los intelectuales, ?mejor o peor? "Para los intelectuales es muy dif¨ªcil vivir siempre, antes y ahora", contesta, completando su sonrisa.
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
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