F¨²tbol con 'hiyab'
Las aficionadas de Ir¨¢n celebran la ley que les permitir¨¢ acudir a los estadios
Eran apenas tres centenares, pero los alirones y gritos de entusiasmo cada vez que su equipo estaba a punto de meter gol resonaban fuera del estadio. "Es muy emocionante", declaraba la joven Shaghayegh con la cara enrojecida de tanto chillar. La ocasi¨®n merec¨ªa la pena. Justo en medio de la pol¨¦mica sobre el acceso de las mujeres a los estadios en Ir¨¢n, el pasado viernes se celebr¨® el primer partido de f¨²tbol femenino desde la revoluci¨®n isl¨¢mica, y si alguien dudaba de que las iran¨ªes tuvieran afici¨®n a ese deporte, aqu¨ª estaba la prueba.
En el c¨¦sped, la selecci¨®n nacional iran¨ª se distingu¨ªa enseguida del equipo alem¨¢n invitado por algo m¨¢s que el color del uniforme. Ambas alineaciones jugaban con pantalones largos y el preceptivo pa?uelo isl¨¢mico, pero mientras los ch¨¢ndales rojos de las alemanas se pegaban al cuerpo y revelaban los antebrazos, las amplias camisetas blancas de las iran¨ªes se prolongaban p¨²dicamente hasta las rodillas. La ¨¢rbitra y las jueces de l¨ªnea luc¨ªan un llamativo uniforme amarillo que disimulaba las formas del cuerpo.
L¨ªderes religiosos creen que no se debe permitir "la mirada de la mujer sobre el cuerpo de los hombres"
S¨®lo hab¨ªa mujeres en el centro deportivo Ararad. Padres, hermanos o amigos esperaban fuera del recinto para llevarlas a casa. Pues si las iran¨ªes est¨¢n en v¨ªas de conseguir autorizaci¨®n para asistir a los encuentros deportivos masculinos, la posibilidad contraria ni siquiera se plantea. "?Por fin lo hemos conseguido!", celebraba Sayesteh.
Varias agentes de polic¨ªa revisaban los bolsos a la entrada y vigilaban que se mantuviera la compostura en las gradas. Pero el entusiasmo desbordaba todo control. Las asistentes, en su mayor¨ªa adolescentes con pantalones ajustad¨ªsimos y pa?uelos m¨ªnimos, aprovechaban los cantos y el agitar de banderolas para contonearse al mismo ritmo. M¨¢s que un partido era una fiesta. "Es normal, no existen otras diversiones", justificaba una madre que acompa?aba a sus dos hijas.
"Me encanta el f¨²tbol; veo todos los partidos en televisi¨®n", aseguraba por su parte Shaghayegh, que cuenta los d¨ªas para el Mundial. A su lado, Mehr Noosh asent¨ªa. "Estamos muy contentas de que nuestro presidente [Mahmud Ahmadineyad] haya anunciado que podemos entrar en los estadios", coincid¨ªan todas las consultadas, deseosas de asistir a un encuentro entre el Esteghal y el Pers¨¦polis, el equivalente a un duelo Real Madrid-Barcelona.
La medida no est¨¢ exenta de pol¨¦mica. Pocas horas antes del partido, justo a la salida de las plegarias del viernes, Ansar Hezbol¨¢, un grupo religioso militante, hab¨ªa celebrado una manifestaci¨®n para "protestar por la depravaci¨®n de una sociedad que tolera que sus mujeres no observen el hiyab [cobertura isl¨¢mica]". Las participantes, todas cubiertas de la cabeza a los pies con el chador, la pieza de tela negra que se ha convertido en el s¨ªmbolo de la revoluci¨®n isl¨¢mica, desaprobaban la decisi¨®n de Ahmadineyad.
Es algo m¨¢s que un debate anecd¨®tico. Varios dignatarios religiosos de alto rango, que sin embargo respaldan al presidente, han criticado su medida. El gran ayatol¨¢ Mohamed Fazel-Lankarani incluso ha promulgado un decreto que proh¨ªbe "la presencia de mujeres en los recintos deportivos en los que se mezclan los dos sexos [porque], seg¨²n la jurisprudencia, no est¨¢ permitida la mirada de las mujeres sobre el cuerpo de los hombres, incluso si no es con lascivia".
Curiosamente, Ahmadineyad hab¨ªa razonado que "en contra de lo que algunos defienden, la experiencia muestra que la presencia nutrida de familias y mujeres en los lugares p¨²blicos impone una moralidad y un decoro saludable en esos sitios".
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