Una cita con los valles lebaniegos

Julio II (el mecenas de Miguel ?ngel) concedi¨® el jubileo (indulgencia total) al monasterio c¨¢ntabro de Santo Toribio de Li¨¦bana, situ¨¢ndolo as¨ª al mismo nivel que Roma, Jerusal¨¦n o Santiago. ?ste es a?o jubilar, y aumentar¨¢n sin duda los peregrinos a Li¨¦bana. Pero esa comarca, que no es un valle, sino cuatro, se ha convertido en s¨ª misma en una explosi¨®n de j¨²bilo. Ciclistas y ovejas, casas rurales y lecher¨ªas -que no son pocas, se vive del queso-. Por fortuna, el hecho de que una buena tajada territorial que de dentro del parque nacional de los Picos de Europa ha servido de freno a la especulaci¨®n, y los valles lebaniegos est¨¢n que da gloria verlos.

Precisamente acaba de abrirse, a las puertas de Potes, donde confluyen los cuatro valles, un Centro de Interpretaci¨®n de los Picos de Europa. El edificio, del estudio navarro Capilla & Valle Arquitectos, consiste en un cubo de madera de aspecto minimalista; el interior, en cambio, re¨²ne los m¨¢s complejos adelantos en este tipo de instalaciones. Para conocer de cerca los rasgos vern¨¢culos habr¨¢ que acudir a la iglesia g¨®tica de San Vicente, recientemente restaurada para alojar el Centro de Estudios Lebaniegos. A sus puertas, una escultura del m¨²sico Jes¨²s de Monasterio (de la generaci¨®n perdida en la Guerra Civil) intercambia sus miradas de bronce con las de una feligres¨ªa a?osa y fiel, que no falta a su cita con el sol.

Potes, cabeza comarcal, transpira un cierto aire de frontera, por el ajetreo de sus tiendas universales (lo mismo compras unos cordeles o alpargatas que unos chorizos) y sus muchos figones y bares, para gente que siempre est¨¢ camino de algo. Claro, que la gente que viene a ganar las indulgencias no se fija mucho en ese friso magn¨ªfico de picachos nevados, ni siquiera en el barrio umbr¨ªo del r¨ªo Quiviesa y sus puentes comidos por la hiedra. Van a lo que van, y para eso hay que subir al monte Viorna, a cinco minutos en coche. All¨ª se retir¨® un monje de Palencia llamado Toribio con cinco compa?eros de ascetismo en el siglo VI. Fundaron un cenobio en honor de san Mart¨ªn de Tours (por lo que el valle se llam¨® antiguamente de Turieno). Quedan esparcidas por el monte seis de las muchas ermitas que hubo, adem¨¢s de la llamada Cueva Santa y, claro est¨¢, el monasterio; el que ahora vemos es muy posterior, de 1256, con a?adidos a¨²n m¨¢s recientes. Cinco padres franciscanos lo cuidan y atienden a las aldeas vecinas.

Cuando los ¨¢rabes invadieron la Pen¨ªnsula, los cristianos del sur se fueron replegando hacia el norte, hacia las monta?as m¨¢s seguras, con sus libros, ornamentos y reliquias. Fue as¨ª como al monasterio de Turieno vinieron a parar el cuerpo de un obispo santo de Astorga, que tambi¨¦n se llamaba Toribio, y una reliquia del Lignum Crucis que ¨¦l mismo se hab¨ªa agenciado en Tierra Santa en el siglo V. As¨ª que el monasterio de Turieno pas¨® a llamarse de Santo Toribio (por el prelado de la reliquia, no por el fundador), y el pedazo de cruz de Cristo (el mayor de la cristiandad) comenz¨® a ser objeto de gran veneraci¨®n e hizo prosperar al monasterio.

Tanto prosper¨® y tal fama adquiri¨® que fue elegido como refugio por un monje procedente de C¨®rdoba o Toledo, llamado Beato. Un erudito ¨¢spero que figura como abad en el a?o 776, autor de unos comentarios al Apocalipsis de San Juan que ven¨ªan a ser como un manual o catecismo de la resistencia contra los invasores musulmanes.

El valle m¨¢s angosto

En el claustro del monasterio lebaniego puede verse una exposici¨®n con facs¨ªmiles de algunos de los beatos m¨¢s hermosos. En total se han conservado 32 c¨®dices, 24 de ellos casi completos y bellamente miniados; son casi la ¨²nica fuente para conocer algo de la pl¨¢stica moz¨¢rabe. El monasterio vigila el ingreso al valle que ahora llaman de Camale?o (o tambi¨¦n de Valdebar¨®). El m¨¢s angosto, que desemboca en un cul-de-sac donde est¨¢n el parador y el telef¨¦rico de Fuente De, con panoramas alpinos. Hay muchos alojamientos rurales con encanto, recientes, y pueblos colgantes tan hermosos como Mogrovejo.

De Potes hacia el sur parten otros dos valles, el de Cereceda, que sube a San Glorio, y el de Valdeprado, que lleva al puerto de Piedrasluengas y Palencia. En este ¨²ltimo se encuentra Cabez¨®n, que tiene una destiler¨ªa de orujo (visitable) y es el desv¨ªo para subir a Piasca; all¨ª, perdida entre prados y un par de casucas, se esconde una joya inesperada: la iglesia de un monasterio desaparecido que posee un deslumbrante repertorio de figurillas rom¨¢nicas, talladas en t¨ªmpanos, dovelas y canecillos. Quienes van sobre aviso buscan, en la puerta meridional, el beso que parecen darse dos cabezas masculinas.

De Potes hacia el norte se abre el llamado valle de Honor de Bedoya, con pueblos subidos a las monta?as, donde se prensan y ah¨²man los quesucos lebaniegos, que tienen (como el orujo) denominaci¨®n de origen. Poco antes de entrar en el desfiladero de la Hermida, Santa Mar¨ªa de Lebe?a es otra referencia obligada. Fue levantada, al parecer, en el a?o 925, y es un raro y exquisito muestrario de arte prerrom¨¢nico (visigodo y moz¨¢rabe). La garganta de la Hermida agota todos los adjetivos y frases de admiraci¨®n. Y tambi¨¦n la paciencia de los conductores, sobre todo en horas punta (fines de semana), cuando hay que entrar o salir de la Li¨¦bana en fila india y a paso de procesi¨®n. Algo que, bien mirado, resulta bastante propio, si se van a buscar las indulgencias del jubileo.