La guerra de todos
Durante 10 a?os, la fot¨®grafa Sof¨ªa Moro ha buscado y retratado a los ¨²ltimos protagonistas de la Guerra Civil. La generaci¨®n del 36 que combati¨® por sus ideales. Brigadistas internacionales, fascistas italianos, j¨®venes falangistas y leales republicanos. A punto de cumplirse 70 a?os del comienzo de la guerra, ¨¦ste es su testimonio, tambi¨¦n reunido en el libro titulado 'Ellos y nosotros' y en una exposici¨®n.
No es lo mismo conocer la Guerra Civil por un libro de historia que te la cuente una mujer a la que, embarazada, asesinan al marido delante de sus ojos. Un soldado que te describe el tr¨¢gico ¨¦xodo republicano hacia la frontera francesa con la nieve sembrada de cascos y armas inservibles. Otro que a¨²n llora al evocar los cad¨¢veres de un beb¨¦ y su madre muertos tras un bombardeo. O el falangista que recuerda aquella machacona musiquilla de un tiovivo que envolv¨ªa los fusilamientos de sus compa?eros". ?sa ha sido la intenci¨®n de la fot¨®grafa Sof¨ªa Moro (Madrid, 1966). Retratar nuestra contienda a trav¨¦s de los recuerdos de sus protagonistas. De sus testimonios y sus viejas im¨¢genes. Sin filtros. La historia de hombres y mujeres muy j¨®venes; espa?oles y miles m¨¢s llegados de todos los rincones del planeta. Con la vista puesta m¨¢s all¨¢ de nuestras fronteras: en el futuro de una Europa que se debat¨ªa entre el fascismo y el comunismo, que viv¨ªa el preludio de la II Guerra Mundial. Ideales de un mundo mejor. La maravillosa generaci¨®n del 36. Frente a frente en los campos de batalla durante tres a?os.
La guerra es la foto ajada que a¨²n preside su cartera. Cambi¨® su destino. Se rompieron familias y muchas sue?os
Hoy son ancianos que recitan de un tir¨®n sus recuerdos: Brunete, Gernika, Guadalajara, Teruel, Belchite, el Ebro, Valencia. Escenarios b¨¦licos que conocen como la palma de su mano. All¨ª, nacionales y republicanos sufrieron el mismo miedo, hambre y fr¨ªo. Coincidieron en el tiempo y el espacio. Pero cuentan los acontecimientos desde un punto de vista muy distinto. Todos hablan sin odio. Algunos no perdonan. Como la enfermera comunista Trinidad Gallego (Madrid, 1913): 16 c¨¢rceles franquistas, y d¨¦cadas de tortura y vejaciones. Para Trini, contar su historia es la ¨²nica forma que le queda de hacer justicia. "Siempre ser¨¦ comunista". Otros, como Teodomiro Hidalgo y Leandro P¨¦rez, del bando nacional, reconocen despu¨¦s de 70 a?os que aquello fue un error. "Esta est¨²pida guerra. ?Tanto sufrimiento!".
La guerra es la foto ajada que a¨²n preside su cartera. Marc¨® su biograf¨ªa. Cambi¨® sus destinos. Se rompieron familias y sue?os. Fernando Macarro (Salamanca, 1920) vio morir a su madre en una zanja a las puertas de la c¨¢rcel franquista donde estaba encerrado; el hermano del capit¨¢n legionario Juan Jos¨¦ Orozco (Las Palmas, 1911) expir¨® en sus brazos en el frente del Ebro. Mercedes Sanz Bachiller (Madrid, 1911) perdi¨® a su marido -On¨¦simo Redondo, cofundador de Falange, asesinado a los seis d¨ªas de comenzar la guerra- y al hijo que esperaban. La guerra ha estado siempre presente en sus vidas. "Lo ¨²nico que me llev¨¦ a mi casa desde Espa?a en 1938 fue un duro de plata. Cuando me cas¨¦, mand¨¦ hacer con ¨¦l mis alianzas. Son ¨¦stas", confiesa Vicenzo Tonelli (Italia, 1916), soldado de la XII Brigada Internacional.
Tambi¨¦n son los bellos recuerdos de juventud. De aventura y romanticismo. Fernando Macarro, el republicano espa?ol que m¨¢s a?os estuvo en prisi¨®n, a¨²n es capaz de proferir: "Miro aquello casi con nostalgia. ?Joder, aqu¨¦lla fue una de las ¨¦pocas m¨¢s hermosas de mi vida!". Una afirmaci¨®n que, al otro lado de la trinchera, al final de sus d¨ªas, el teniente general Orozco Massieu, el franquista m¨¢s condecorado, tambi¨¦n compart¨ªa: "Repaso mi vida, miro mis viejos ¨¢lbumes de fotos y me doy cuenta de que mi historia es la guerra".
"En el primer momento, lo que m¨¢s me sorprendi¨® era c¨®mo se pod¨ªan contar las mismas cosas desde puntos de vista tan diferentes", explica la autora. "Y llegu¨¦ a la conclusi¨®n de que un relato sobre la Guerra Civil no es real si no cuentas con el relato del bando opuesto. Yo creo que lo que da valor a mi trabajo es que hablen los dos bandos, que est¨¦n juntos por primera vez. Es una especie de reconciliaci¨®n. Ha habido personajes a los que les ha costado entrar en este libro con gente del otro lado. Al final han transigido. Porque no he buscado buenos ni malos. No he querido retratar dirigentes, sino gente corriente, como si te lo contara tu abuelo, para que, a trav¨¦s de su testimonio, todo el mundo se sienta representado. Yo quer¨ªa saber. Entender. Soy de izquierdas, pero tambi¨¦n soy capaz de aguantar un discurso duro de derechas. Mis dos abuelos eran franquistas. Y eso me daba ventaja. Quer¨ªa saber qu¨¦ pas¨®. Y ellos quer¨ªan que se conociera su historia, que no se olvidara. No por venganza, sino por justicia hist¨®rica. Una guerra civil es una gran tragedia, y yo quer¨ªa saber de d¨®nde sali¨® ese odio que les dividi¨®. Y ellos me lo dijeron", explica Sof¨ªa Moro.
De ah¨ª el t¨ªtulo, Ellos y nosotros (editorial Blume), que la autora ha rescatado de una vieja foto que tom¨® Teodomiro Hidalgo (un m¨¦dico gallego que luch¨® con las tropas franquistas) en el frente de la Casa de Campo. Est¨¢ fechada el 20 de febrero de 1938. En ella se contempla la trinchera de los republicanos -"el enemigo"-, en la que sobresalen borrosas las cabezas de los milicianos. Est¨¢n a s¨®lo unos pocos metros de la trinchera de Teo. En el horizonte, Madrid. Hidalgo escribi¨® en el margen: "Ellos. Nosotros". Hoy, esa imagen es un documento. Pero aquel 20 de febrero, tras hacer la foto, Teo volvi¨® a disparar su fusil contra esas sombras sin rostro. Tan lejos y tan cerca.
Y quiz¨¢ la expresi¨®n m¨¢s clara de esa visi¨®n divergente de los mismos acontecimientos est¨¢ en el relato que hacen de los ¨²ltimos d¨ªas de la guerra. "La espl¨¦ndida primavera del 39", en la ret¨®rica de los vencedores. Entre ellos, el testimonio del alf¨¦rez falangista Juan Manuel C¨¢rdenas (Le¨®n, 1919): "La m¨¢xima emoci¨®n fue recibir la noticia de la entrada de las fuerzas nacionales en Madrid. Nos invadi¨® una alegr¨ªa enorme. Y al d¨ªa siguiente? la resaca. Nos mandaron a Valencia. All¨ª est¨¢bamos de se?oritos y de vencedores. ?Qu¨¦ felicidad! La guerra hab¨ªa terminado". En ese mismo instante, en ese mismo escenario, los derrotados viv¨ªan "el fin de un sue?o". Y el anticipo de lo que se les ven¨ªa encima. Lo recuerda Theo Francos (Valladolid, 1914), comisario pol¨ªtico de la XI Brigada: "Nos retiramos hacia Alicante, donde los dos ¨²ltimos barcos deb¨ªan partir. Nos juntamos millares de vencidos. Hab¨ªamos ca¨ªdo en una trampa. Los aviones italianos empezaron a bombardearnos. La desesperaci¨®n llev¨® a algunos a suicidarse tir¨¢ndose del puerto a las rocas. Desmoralizado y vencido, fui hecho prisionero".
En aquel abril de 1939 se abr¨ªa un nuevo cap¨ªtulo para Ellos y nosotros. Para los leales a la Rep¨²blica empezaba un tiempo de c¨¢rcel y exilio. Y de nuevas batallas. Cinco meses m¨¢s tarde, en septiembre de 1939, estallaba la II Guerra Mundial. Muchos luchar¨ªan junto a los aliados en sus ej¨¦rcitos regulares o capitaneando la resistencia a los fascistas en Italia y Francia. Otros acabar¨ªan en campos de concentraci¨®n nazis. O purgados por Stalin. O en la Divisi¨®n Azul. La guerra durar¨ªa para ellos en total 10 a?os. Incluso m¨¢s. Los brigadistas suizos a¨²n tuvieron que pasar duros procesos de depuraci¨®n en su pa¨ªs. Y los miembros de la Brigada Lincoln fueron objetivo de la caza de brujas del senador McCarthy en los a?os cincuenta. La lucha pol¨ªtica de los brigadistas nunca concluy¨®. Su derrota en Espa?a contra el fascismo fue la tragedia de su vida. Nunca se rindieron. Hasta hoy. El brigadista norteamericano Harry Fisher (Nueva York, 1911) falleci¨® el 22 de marzo de 2003 tras participar en una manifestaci¨®n contra la guerra de Irak. Era su ¨²ltima batalla.
Para Sof¨ªa Moro han sido 10 a?os de trabajo. En solitario. Arrastrando por Espa?a, Francia, Alemania, Marruecos y Estados Unidos sus luces y una grabadora prestada. Una labor de antropolog¨ªa social con el fin de rescatar las voces de la guerra. Los ¨²ltimos del 36. Una carrera contrarreloj para no perder la memoria de una generaci¨®n que pronto se extinguir¨¢.
Sof¨ªa Moro estudi¨® biolog¨ªa, pero siempre quiso ser fot¨®grafa, como su abuelo materno, que luch¨® junto a la Falange. Tras dos a?os rumiando el oficio en el californiano Brooks Institute of Photography, regres¨® en 1993 a Espa?a y comenz¨® a trabajar en la agencia Cover. "El problema de trabajar en una agencia, con toda la presi¨®n del d¨ªa a d¨ªa, es que al final no tienes nada tuyo. Me plante¨¦ hacer cada a?o un trabajo fotogr¨¢fico personal, que no me diera dinero, pero me llenara. En 1994 hice el primero: una semana en la vieja c¨¢rcel de mujeres de Carabanchel".
En noviembre de 1996, Sof¨ªa Moro cubre para su agencia el homenaje en Albacete a las Brigadas Internacionales, 60 a?os despu¨¦s de su llegada a nuestro pa¨ªs para luchar contra el fascismo. El acto, al que acudieron 400 brigadistas de aquellos 35.000 de m¨¢s de 50 nacionalidades que pasaron por Espa?a, estaba organizado por la Asociaci¨®n de Amigos de las Brigadas Internacionales. Su presidenta, Ana P¨¦rez, ha sido un soporte b¨¢sico en todo el trabajo de la fot¨®grafa. En estos momentos, esta profesora universitaria ya prepara el 70? aniversario de la llegada de los brigadistas. Ser¨¢ el ¨²ltimo. No sobreviven m¨¢s de 200. "All¨ª mismo, en Albacete, instal¨¦ mi chiringuito, mis luces, mi fondo y empec¨¦ a retratarles. Todos estaban orgullosos de posar, de contar su vida y mostrar sus cicatrices. Hice 20 retratos. Cuando los revel¨¦ esa noche comenc¨¦ a darle vueltas; me propuse ir m¨¢s lejos. Buscar a los supervivientes espa?oles. Y no ce?irme a los republicanos, sino reflejar lo que era vivir la guerra en ambos bandos. El problema es que no sab¨ªa c¨®mo moverme, no ten¨ªa informaci¨®n, no conoc¨ªa gente. La guerra nunca me hab¨ªa interesado. Me parec¨ªa como del siglo XIX. Nunca relacion¨¦ la guerra con mi realidad. Era como un rollo de abuelos. Ten¨ªa que empezar desde abajo".
El golpe de suerte le llega en forma de una beca de fotograf¨ªa de La Caixa. Un mill¨®n de pesetas de 1998 que le permiten comprarse una vieja Hasselblad; una c¨¢mara manual, ruidosa, con la que se dispara desde el vientre. Con ella realizar¨¢ 150 retratos en blanco y negro. Sin m¨¢s aditamentos que un fondo negro. "Cuando se ofrec¨ªan a ponerse un uniforme o un distintivo, aceptaba; pero en cuanto vi las primeras fotos decid¨ª que lo importante eran ellos: sus rostros, sus arrugas, sus miradas, sus manos. Ah¨ª estaba la guerra".
Con el magro dinero de su beca, en 1998, Sof¨ªa Moro comienza a armar el rompecabezas de la Guerra Civil. Despacio. Armada de paciencia. Con intervalos de des¨¢nimo. Unos contactos le llevan a otros. Tras los brigadistas de Albacete comienza a trabajar con el bando nacional; fotograf¨ªa al antiguo gal¨¢n del r¨¦gimen franquista, Ram¨®n Serrano Su?er, que la recibe, casi centenario, elegantemente ataviado de blanco. Despu¨¦s les toca el turno a los anarquistas afincados en el sur de Francia. Irreductibles. Como en su lucha contra Hitler. M¨¢s tarde, los brigadistas americanos en Nueva York. Y los olvidados miembros de las Fuerzas Regulares, en Marruecos. Y los cenetistas catalanes. Y los falangistas de primera hora. Hasta llegar a los fascistas italianos de la Divisi¨®n Littorio y los comunistas italianos de la Brigada Garibaldi. El punto final es un piloto de la Legi¨®n C¨®ndor, enviada por Hitler a Franco, al que fotograf¨ªa en D¨¹sseldorf. Diez a?os de trabajo, 170 retratos, 170 historias. Y cientos de fotograf¨ªas hist¨®ricas de aquellos j¨®venes de 1936. Muchos han muerto durante el proceso. Nos quedan sus testimonios.
Diego Camacho: militante anarquista
(Almer¨ªa, 1921). Sof¨ªa Moro no olvidar¨¢ nunca la noche de 1998 en que conoci¨® a Diego Camacho. El silbido de La Internacional en el rellano de la escalera de un desvencijado inmueble barcelon¨¦s. El encuentro con el viejo anarquista. La botella de tinto y el pitillo en los labios. Las eternas ganas de luchar. "?Qu¨¦ quieres que te cuente? Aquello no fue una guerra civil, sino una guerra entre ricos y pobres. Una guerra social y una revoluci¨®n". Diego conserva intactos sus ideales anarquistas. Con s¨®lo 14 a?os se afili¨® a la CNT; con 15, ya era un l¨ªder sindical. Particip¨® en la defensa de Barcelona y en las primeras colectividades anarquistas. Tras la derrota escap¨® de Espa?a y fue internado en un campo de concentraci¨®n franc¨¦s. En 1942 volvi¨® a Espa?a para combatir con el maquis. Detenido, pas¨® nueve a?os en prisi¨®n y fue desterrado. Volvi¨® a huir de Espa?a, donde no volver¨ªa hasta 1975. La foto de la derecha fue tomada en Barcelona en 1937.
Juan Jos¨¦ Orozco: Capit¨¢n de la Legi¨®n
(Las Palmas, 1911-Madrid, 2002). Un mito para el ej¨¦rcito franquista: el ¨²nico oficial que consigui¨® las dos m¨¢ximas condecoraciones al valor en la contienda: la Medalla
Militar y la Cruz Laureada. Sof¨ªa Moro le recuerda en su elegante piso madrile?o rodeado de trofeos de caza. Y profiriendo sentencias que ¨¦l consideraba hist¨®ricas: "Los socialistas y los comunistas son todos unos cobardes?, y eso no es que yo lo diga, eso lo sabe todo el mundo". Conspirador activo contra la Rep¨²blica, afiliado a grupos tradicionalistas, Orozco ingres¨® en las filas rebeldes como soldado en 1936. Alf¨¦rez provisional, legionario, herido siete veces, particip¨® en todas las batallas de la guerra. Despu¨¦s march¨® a Rusia como miembro de la Divisi¨®n Azul, donde Hitler le concedi¨® la Cruz de Hierro. "Impedimos el triunfo del comunismo en Espa?a. Si el comunismo gana aqu¨ª, ?qu¨¦ hubiera sido de Europa". La foto de la derecha fue tomada en Segovia en 1936.
Hans Landauer: brigadista internacional
(Austria, 1921). En la foto de la izquierda ten¨ªa 17 a?os. Fue captada durante la despedida a las Brigadas Internacionales, en Barcelona, en 1938. Sin embargo, Hans se resisti¨® a abandonar Espa?a. "Me qued¨¦ con un grupo de compatriotas hasta el final. El 9 de febrero de 1939 devolv¨ª mi fusil en el paso fronterizo de Portbou".
Landauer hab¨ªa llegado a Espa?a en el verano de 1937. Ten¨ªa 16 a?os. Minti¨® sobre su edad para luchar. "El triunfo del Frente Popular nos hab¨ªa llenado de entusiasmo. Por eso nos afect¨® mucho el golpe de Estado. Y decid¨ª que quer¨ªa ir a Espa?a". Hans combati¨® en Brunete, Belchite y Teruel. Tras la guerra fue deportado al campo de Dachau, donde permaneci¨® hasta 1945.
Renzo L¨®doli: alf¨¦rez fascista
(Italia, 1913). "Soy cat¨®lico y no me gustaba ver que mataban a tantos curas y las iglesias destruidas. Y soy fascista, y esperaba que el franquismo fuera fascista". Renzo
L¨®doli, alf¨¦rez de la Divisi¨®n Littorio, enviada por Mussolini en auxilio de Franco, conserva los ideales que le trajeron a Espa?a a comienzos de 1937. Hoy preside la Associazione Nazionale Combattenti Italiani in Spagna, que visita cada a?o nuestro pa¨ªs y honra a sus ca¨ªdos en los cementerios de Extremadura, Cantabria y Zaragoza. L¨®doli, un voluntario m¨¢s de aquellos 50.000 soldados y camisas negras que pasaron por Espa?a, recuerda su llegada en un barco sin nombre y con un uniforme sin insignias; la batalla de Guadalajara, donde se enfrent¨® a los brigadistas italianos, y a sus compa?eros espa?oles, "que eran de pared¨®n f¨¢cil". A partir de 1939 luchar¨ªa en la II Guerra Mundial contra los aliados. Su foto de la derecha, con gafas, fue tomada en Guadalajara en 1937.
Heinrich Neumman: piloto nazi
(Alemania, 1908-2003). Contar con un piloto de la Legi¨®n C¨®ndor era la pieza que le faltaba a la autora para armar su rompecabezas. Al final, en 2002, un pollero del barrio aficionado al coleccionismo militar le proporcion¨® un contacto. La cita fue en D¨¹sseldorf. Neumman estaba casi ciego. Y fue ambiguo al hablar de los bombardeos sobre civiles. Por ejemplo, en Gernika, en abril de 1937. "Solt¨¢bamos las bombas intentando dar a objetivos militares, pero a 4.000 metros no pod¨ªas afinar". Confesaba que su motivo para venir a Espa?a fue la aventura, "aunque tambi¨¦n quer¨ªa luchar contra el comunismo". Posteriormente fue paracaidista en la II Guerra Mundial. Su foto de la izquierda, vestido de piloto, es de 1940.
Trinidad Gallego: enfermera comunista
(Madrid, 1913). Trini es de las que no perdonan. Hija de una portera, las desigualdades de la ¨¦poca influyeron en su toma de conciencia social. "Con la Rep¨²blica empec¨¦ a enterarme de cosas. Conoc¨ª la casa del pueblo y vi las primeras manifestaciones anarquistas". Ah¨ª surgi¨® su militancia comunista y la creaci¨®n del Comit¨¦ de Enfermeras Laicas. "Cuando estalla la guerra me fui a la casa del partido. '?Qu¨¦ hago?', pregunt¨¦. Me contestaron que me fuera al hospital de San Carlos y empezara a funcionar. All¨ª pas¨¦ la guerra sin librar ni un solo d¨ªa". En 1939 fue detenida junto a su madre y su abuela, de 87 a?os. Pas¨® cuatro a?os en prisi¨®n. Fue violada. Hoy sigue siendo comunista. La foto antigua es de 1936.
Jos¨¦ Lacunza: oficial y maestro republicano
(Huesca, 1916). Uno de los rostros m¨¢s doloridos y de las historias menos ¨¦picas. Lacunza era maestro en un pueblecito del Pirineo. "No militaba, pero ten¨ªa ideas progresistas. Aunque del comunismo se dec¨ªa que les quitaban los ni?os a las madres y el Estado los educaba". "Cuando estall¨® la guerra me fui a alistar. Ten¨ªa la mentalidad de un ni?o: ?me ve¨ªa de oficial y con un caballo!". El sue?o dur¨® d¨ªas. En el frente de Teruel comprendi¨® el terror que le inspiraba la guerra. Que se confirm¨® durante la retirada del ej¨¦rcito republicano. "Era como lo que hemos visto de Bosnia: carreteras llenas de mujeres, ancianos y ni?os. Pas¨¦ la frontera el 9 de febrero. Fui a un campo de concentraci¨®n. Luego estuve preso dos a?os y medio". La foto de arriba fue tomada en el campo de Rivesaltes en 1939.
Mercedes Sanz: bachiller Falangista y fundadora de auxilio social
(Valladolid, 1911). El 24 de julio de 1936, On¨¦simo Redondo, cofundador de Falange, era asesinado. Y su mujer perd¨ªa el hijo que esperaban. La guerra hab¨ªa comenzado seis d¨ªas antes. "Me qued¨¦ viuda con 25 a?os. ?Una ni?a! Y con tres hijos. En esos d¨ªas pens¨¢bamos que la guerra iba a durar una semana. Por eso, cuando creamos el Auxilio Social, para ayudar a los hu¨¦rfanos de la guerra, lo llamamos Auxilio de Invierno". ?sa fue su particular batalla. Una labor que la enfrentar¨ªa con la otra dama del r¨¦gimen, Pilar Primo de Rivera. "Ten¨ªa un poco de calva, la pobrecilla". Sin embargo, sus ideas nunca cambiaron: "La guerra fue inevitable. La hicimos para que Espa?a no fuese Albania. Pero Franco debi¨® marcharse antes". La foto superior fue tomada en Valladolid en 1936.
Fernando Aristiz?bal: Soldado vasco
(Ir¨²n, 1917-Bilbao, 2005). "La guerra es la plaga m¨¢s horrorosa que puede caerle a un pueblo". A Aristiz¨¢bal le sorprendi¨® un domingo volviendo de misa. Era militante del PNV. Ese mismo d¨ªa se alist¨® en sus milicias. "Y el 20 de julio, ya est¨¢bamos en la frontera de Navarra formando nuestras unidades. El que ten¨ªa una escopeta de caza la llevaba. No hab¨ªa uniforme. Las botas de monte y as¨ª. La principal diferencia con el ej¨¦rcito nacional era que ellos tra¨ªan mandos con preparaci¨®n militar". Aristiz¨¢bal, que durante la transici¨®n llegar¨ªa a ser diputado del PNV, combati¨® en los frentes de Bilbao y Santander. "Recuerdo Gernika tras el bombardeo, estaba todo destruido. Era desolador". Hecho prisionero por los italianos, escap¨® por los pelos de ser fusilado por los carlistas. Estuvo en prisi¨®n hasta 1943, y despu¨¦s, en la clandestinidad. En la fotograf¨ªa, con los gudaris condenados a muerte en la c¨¢rcel de Burgos, en 1942.
Mois¨¦s Broggi: Capit¨¢n m¨¦dico de la Rep¨²blica
(Barcelona, 1908). "Muchas veces, a mitad de una intervenci¨®n quir¨²rgica sonaban las sirenas, se apagaban las luces y ten¨ªamos que acabar con la luz de una linterna. En poco tiempo adquirimos una gran experiencia en cirug¨ªa de guerra". Mois¨¦s Broggi ten¨ªa el grado de capit¨¢n. Pero fue, sobre todo, un m¨¦dico.
Se dedic¨® a salvar vidas. Primero, librando del pared¨®n a prisioneros rebeldes heridos. Despu¨¦s, perfeccionando las t¨¦cnicas quir¨²rgicas. En los tres a?os de contienda trabaj¨® en los frentes de Madrid, Brunete, Belchite, Teruel, el Ebro y Catalu?a. Particip¨® en la creaci¨®n de los primeros hospitales de campa?a y las primitivas uvi m¨®viles. Tras la guerra fue juzgado e inhabilitado para trabajar en la sanidad p¨²blica. En la imagen, operando en el frente de Arag¨®n, en 1937.
Manuel Vald¨¦s: Fundador de Falange
(Bilbao, 1909-Madrid, 2001). "La guerra fue inevitable. Franco no s¨®lo salv¨® a Espa?a, sino que la transform¨® socialmente", explicaba poco antes de fallecer este arquitecto vasco. Era el prototipo del vencedor de la contienda. Defensor a ultranza de un r¨¦gimen que le premi¨® con la vicesecretar¨ªa del Movimiento y una embajada. Su carrera pol¨ªtica se inici¨® al lado de Jos¨¦ Antonio Primo de Rivera, a los 22 a?os. Detenido antes de la guerra junto a su jefe de filas, colaborador de los conjurados, d¨ªas antes del alzamiento ya sab¨ªa lo que se avecinaba. Condenado a muerte, escap¨® de milagro y organiz¨® el espionaje nacional en Madrid.
Fernando Macarro: comisario pol¨ªtico comunista.
(Salamanca, 1920). "Mis padres eran campesinos sin tierra; tan sumisos que cuando pasaba el amo hac¨ªan la se?al de la cruz, como si fuera un representante de Dios en la tierra". Pero a los 15 a?os, Macarro decidi¨® romper con su destino y se afili¨® a las Juventudes Socialistas. Con 16 march¨® al frente, pero fue devuelto por menor de edad. En 1938 volvi¨® a luchar y alcanz¨® el grado de comisario pol¨ªtico. Tras la guerra fue detenido en Alicante, torturado y condenado a muerte. Pasar¨ªa 23 a?os en las prisiones de Franco. "La c¨¢rcel fui mi universidad. Coincid¨ª con Miguel Hern¨¢ndez, Buero Vallejo y muchos m¨¢s". All¨ª comenz¨® a escribir poemas bajo el seud¨®nimo de Marcos Ana. Y comenz¨® una gran amistad epistolar con Alberti. La imagen superior es en la c¨¢rcel de Porlier, en 1939.
Leandro P¨¦rez: zapador del ej¨¦rcito franquista
(La Coru?a, 1916). El 18 de julio de 1936 le pill¨® en la Residencia de Estudiantes de Madrid. Quer¨ªa ser ingeniero. All¨ª coincidi¨® con Lorca, Bu?uel y Dal¨ª. Cuando estall¨® la contienda no regres¨® a su pueblo. "Mi idea era aguantar. Pensaba que en unos d¨ªas todo estar¨ªa arreglado, pero no fue as¨ª". Fue alistado en una compa?¨ªa de zapadores minadores. Su misi¨®n era volar puentes, abrir trincheras, minar. Ir por delante. "Estuve en todas las batallas. De 183 hombres que ¨¦ramos, quedamos 23. Vi de todo. El horror. Im¨¢genes que no te puedes quitar de la cabeza. Yo no me acuerdo mucho de la guerra; si no, me volver¨ªa loco. Las guerras hay que evitarlas a toda costa. Yo fui del Movimiento, pero si yo llego a saber que la democracia era esto?". En la foto, Leandro, a la izquierda, en 1937.
Jos¨¦ Ram¨®n Calparsoro: piloto de la aviaci¨®n franquista
(Guip¨²zcoa, 1908). "Nunca pienso en la guerra. Tengo m¨¢s de 90 a?os, as¨ª que la guerra no ha sido m¨¢s que un tres por ciento de mi vida". Es curioso que este ingeniero vasco haya borrado de su memoria la Guerra Civil. ?l, que fue el piloto de bombardero m¨¢s condecorado del ej¨¦rcito nacional. Y el primer espa?ol destinado en la Legi¨®n C¨®ndor. Para ingresar en la aviaci¨®n minti¨® sobre sus escasos conocimientos aeron¨¢uticos. S¨®lo ten¨ªa ocho horas de vuelo. "?La madre santificada! ?Est¨¢bamos haciendo la guerra! ?Nosotros! Pero con el ¨¢nimo que ten¨ªamos nos com¨ªamos el mundo". Pilot¨® un Heinkel 46 en los principales frentes. Y recibi¨® la Medalla Militar. Tras la guerra volvi¨® a dirigir la empresa de su familia. En la foto superior, a la izquierda, en el aer¨®dromo de Sanjurjo, en 1938.
Vicenzo Tonelli: soldado de la brigada Garibaldi
(Italia, 1916). "C¨®mo no voy a llevar a Espa?a en el coraz¨®n. Cuando llegamos los brigadistas, los espa?oles nos recib¨ªan con flores y naranjas". Vicenzo era miembro de las Juventudes Comunistas italianas desde 1934. En 1936 se vino junto a su mejor amigo, Armelino Zuliani, a defender la Rep¨²blica. "Cuando me dieron por primera vez un arma se me puso la piel de gallina. ?Yo, el antimilitarista, aprendiendo a hacer la guerra!". Y aprendi¨®. "Aunque al horror y el miedo no te acostumbras nunca". Luch¨® cuerpo a cuerpo contra los moros de Franco en la Ciudad Universitaria de Madrid; en Brunete, con un calor terrible, y en Guadalajara, contra los italianos fascistas. En 1938 abandon¨® Espa?a y luch¨® en la resistencia contra Hitler y Mussolini. La imagen superior fue tomada en 1937.
Theo Francos: comisario de la XI Brigada Internacional
(Valladolid, 1914). Theo Francos se despidi¨® de Sof¨ªa Moro con esta frase: "Cuando quieras presentar tu libro me llamas, que doy un golpe de mano y me presento en Madrid". Theo es el ejemplo vivo de una vida dedicada a luchar contra el fascismo. Franc¨¦s de origen espa?ol, comunista desde los 16 a?os, "cuando en Espa?a se produjo el alzamiento me indign¨¦. Me asust¨® que el fascismo estuviera ganando posiciones cerca de nuestras fronteras". Particip¨® en la defensa de Madrid, donde fue herido. Despu¨¦s, Brunete, Belchite, el Ebro. En 1939 fue detenido en Alicante y torturado. Huy¨® y se uni¨® al ej¨¦rcito brit¨¢nico como paracaidista, participando en la liberaci¨®n de Europa. La foto es de 1937.

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