Contradicciones populares
Mientras la comisi¨®n gestora de Marbella no para de precintar edificaciones ilegales y hacer as¨ª cumplir la ley, en el PP se empe?an en mantener su discurso reclamando el anticipo de elecciones locales para resolver el problema pol¨ªtico que se da en este ayuntamiento. Esta semana se debate en el Congreso su propuesta para hacer posible esta iniciativa, que ha sido rechazada por el Gobierno de la naci¨®n por considerarla legalmente inviable. En contra de las expectativas que, inicialmente, se planteaban, lo cierto es que dicha comisi¨®n, nada m¨¢s constituirse, est¨¢ ofreciendo resultados concretos de su trabajo, a pesar de la compleja realidad que se han tenido que encontrar en este consistorio. A lo que se ve, sin mucho ruido, est¨¢n trabajando en el af¨¢n de aplicar soluciones inmediatas, no s¨®lo a los vecinos, sino, tambi¨¦n, a los propios empleados de este ayuntamiento andaluz.
En todo caso, lo de la insistencia del PP en reclamar el anticipo de las elecciones cuando ya hay una salida espec¨ªfica lo suficientemente encarrilada, no debe extra?ar lo m¨¢s m¨ªnimo. El espectro de su discurso es tan amplio que se permite el lujo de mantener una cosa y la contraria, si se tercia. Se puede comprobar cada d¨ªa que pasa en torno a la reforma del Estatuto andaluz. Lo mismo te dice que el proyecto salido del Parlamento andaluz rebasa, ampliamente, los l¨ªmites de lo que contempla nuestra Constituci¨®n que anuncia que no va a recurrirlo ante el Tribunal Constitucional. Asegura que no hace falta reforma alguna sino, m¨¢s bien, un cambio de Gobierno, pero, a rengl¨®n seguido, para no quedarse fuera, se meten de lleno en el proceso. Pone en marcha una campa?a contra esta iniciativa pero no se atreve a precisar si, finalmente, va a pedir el no cuando se someta a refer¨¦ndum por parte de los andaluces.
Situados c¨®modamente en esa estrategia, el PP no tiene, incluso, remilgo alguno en pedir la retirada del texto en el Congreso, tal y como exige el presidente del partido, Mariano Rajoy, para el caso del Estatuto catal¨¢n. Javier Arenas no quiso ser menos, de ah¨ª que pidiera lo mismo para el andaluz. Claro que, inmediatamente, se muestra dispuesto al di¨¢logo, hasta la extenuaci¨®n, en busca de un acuerdo con el PSOE. Pide afrontar las cosas con seriedad pero permite que aterricen, malamente, aqu¨ª sus dirigentes nacionales efectuando valoraciones que suenan a ofensa para los andaluces. Ha sucedido con Jaime Mayor Oreja, quien, fiel a su extremismo, no se le ocurre otra cosa que acusar a este proyecto de Estatuto andaluz de abrir la puerta al islamismo, y, tambi¨¦n, m¨¢s recientemente con Mar¨ªa San Gil, quien piensa que lo de "realidad nacional" es de chirigota.
As¨ª est¨¢n las cosas, cuando despunta un Chaves dispuesto a la pelea para defender la gesti¨®n del Guadalquivir. Se las tendr¨¢ que ver con el Gobierno de Zapatero y, m¨¢s en concreto, con la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona. Y todo ello alentado por las encuestas internas que le dibujan un panorama esperanzador.
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