Amores de poeta
Los cuentos de Hoffmann es, por muchas razones, una ¨®pera apasionante, que no deja respiro a un espectador ante el que desfilan situaciones admirablemente planteadas por sus libretistas -Jules Barbier y Michel Carr¨¦- y maravillosamente resueltas por un Offenbach que, sin embargo, no lleg¨® a orquestar su pieza -lo har¨ªa Ernest Guiraud- al fallecer un a?o antes de su estreno en Par¨ªs en 1881. A eso se le puede a?adir la rocambolesca historia de sus ediciones, con sus supresiones, a?adidos y mezclas. Para colmo, tenores como Gedda, Kraus o Domingo han sentado c¨¢tedra en el papel que le da t¨ªtulo, con lo cual, los puntos de comparaci¨®n est¨¢n ah¨ª -y con lo que eso gusta a algunos aficionados- y suman su parte de morbo a lo indudable: es una maravilla.
Los cuentos de Hoffmann
De Offenbach. Machado, Poblador, Kutzarova, Bayo, Gorny, Goeldner, Ruiz. Coro de ?pera de Bilbao. Orquesta Sinf¨®nica de Bilbao. Escenograf¨ªa y vestuario: Michael Scott. Director musical: Alain Guingal. Director de escena: Gian Carlo del Monaco. Palacio Euskalduna. Bilbao, 6 de mayo. Temporada de la Asociaci¨®n Bilba¨ªna de Amigos de la ?pera.
La producci¨®n con la que la ABAO cerraba temporada fue vista ya en el Teatro de la Maestranza de Sevilla, uno de sus productores junto con las ?peras de Niza y Roma. En ella, Gian Carlo del Monaco realiza un excelente trabajo a la hora de enmarcar esc¨¦nicamente la acci¨®n. Conociendo sus excesos en otros t¨ªtulos puede decirse que aqu¨ª va bastante a lo esencial. Lo mejor de su trabajo est¨¢ en una muy cuidadosa caracterizaci¨®n de los personajes y una eficaz direcci¨®n de actores que los hace moverse siempre con sentido. Todo funciona muy bien, fluye adecuadamente y suma certeramente cada episodio en su conclusi¨®n com¨²n, que no es otra sino el fracaso del poeta enamorado de tres -cuatro, con la cantante Stella- mujeres imposibles.
Y fueron precisamente las mujeres las triunfadoras absolutas de la noche. Katharine Goeldner hizo un Nicklaus mod¨¦lico con una presencia convincente. Milagros Poblador fue una Olympia de mec¨¢nica implacable, tal y como se le pide a un personaje como hecho a su medida. Mar¨ªa Bayo una Antonia en su exacto punto dram¨¢tico y maravillosamente cantada. Valentina Kutzarova dio a Giulietta el punto exacto de seducci¨®n que atesora.
Ingenuo y sufriente
Aquiles Machado es un Hoffmann que sabe ser, a la vez, ingenuo y sufriente. Trabaj¨® como un tit¨¢n y se dej¨® la piel sabedor de que el rom¨¢ntico alem¨¢n es una joya para los de su cuerda. Estuvo brillante en general y en la Canci¨®n de Kleinzach en particular, pero hubo tambi¨¦n momentos en los que -quiz¨¢ por haber hecho papeles que no le van del todo- la voz aparece algo mate. As¨ª en su romanza junto a Olympia, donde la expresividad flaque¨® en un pasaje que requiere un canto menos rutilante pero no menos cuidadoso. Konstantin Gorny apechug¨® con aseo con los cuatro villanos -e intentarlo tiene ya su m¨¦rito- mientras Jos¨¦ Ruiz dio una lecci¨®n de veteran¨ªa en los cupl¨¦s de Frantz.
El coro confirm¨® su evidente empaque y consigui¨® quiz¨¢ su mejor prestaci¨®n de la temporada. La Orquesta Sinf¨®nica de Bilbao respondi¨® con disciplina a la batuta experta y a veces poco sutil de Alain Guingal, a quien, en aras de la seguridad, se le escaparon un tanto los detalles de una partitura plagada de ellos. Su lectura fue demasiado directa, demasiado en primera instancia, y no acab¨® de estar a la altura de una propuesta esc¨¦nica que hubiera merecido un soporte m¨¢s flexible desde el foso.
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