30 a?os no es nada
Con frecuencia el idioma resulta desabrido, soso, incompleto y encontramos palabras desparejadas, casi hu¨¦rfanas, abandonadas de los sin¨®nimos, que son esos compinches que nos acompa?an en los ratos felices o simplemente necesarios. M¨¢s de 13 a?os llevo refugiado en esta columna para consumo de lectores madrile?os, con escasas incursiones a otros temas que se salgan de la plantilla y la obligaci¨®n original. Mientras, el diario triplic¨® vida, ha renacido durante tres decenios el milagro de verse amontonado con otros similares, esperando esa mano voluntaria que lo aparta de los dem¨¢s, lo escoge, sin saber demasiado bien por qu¨¦ lo hace.
He pensado, a menudo, en el origen y el por qu¨¦ de la existencia de los peri¨®dicos, entre los que ha transcurrido mi existencia y rar¨ªsima vez he ca¨ªdo en la trampa de sospechar de la mala fortuna o el rev¨¦s incomprensible de la suerte. A lo largo de nuestra vida hemos visto nacer y crecer y morir muchos medios de expresi¨®n y es poco frecuente el an¨¢lisis acertado a prop¨®sito de su ¨¦xito o infortunio. Docenas de veces hemos le¨ªdo -algunas las hemos escrito- esas palabras dolientes con las que se despide una publicaci¨®n y el inerte gemido de quienes la han dejado escapar de entre las manos: "Cuando un peri¨®dico muere, algo de todos muere un poco". ?sa es una de las mayores tonter¨ªas que m¨¢s se han repetido. El triunfo de una actividad humana depende siempre de elementos misteriosos, de azares inexcrutables, de convergencia de circunstancias que se dan hoy y que no fueron posibles ayer ni lo ser¨¢n ma?ana. Un peri¨®dico es algo vivo, delicado, en permanente riesgo y en perdurable crecimiento, donde intervienen r¨¢fagas m¨¢gicas que, con frecuencia, ni siquiera son detectadas.
Cuando un peri¨®dico -una emisora de radio, de televisi¨®n, un medio temporal- triunfa se debe, sin duda, al buen planteamiento, la gesti¨®n prudente de administraci¨®n de recursos y al insondable equilibrio entre lo que pueda pensar y sentir el monstruo imprevisible que es la masa lectora, y el desarrollo del trabajo profesional cotidiano. Hay una relaci¨®n oscura e inexplicable entre quien siente el deseo renovado de leer el mismo diario, aunque no coincida con sus cambiantes pensamientos y los que tienen el deber y el oficio de sacarlo adelante cada d¨ªa, con la sensaci¨®n de emprender en toda amanecida una cosa distinta, pero que se parezca a la anterior, lo que tiene que ver con la cuadratura del c¨ªrculo.
Cuando un medio de comunicaci¨®n se ve obligado a cerrar es, en la inmensa mayor¨ªa de los casos -salvando situaciones pol¨ªticas excepcionales- que el proyecto ha fracasado, que los periodos, el tempo, no son los correctos.
Durante la Segunda Rep¨²blica -de lo que tengo memoria directa, aunque testimonial- hab¨ªa en Madrid m¨¢s diarios que ahora. Durante el franquismo, tambi¨¦n. Un cambio general en los h¨¢bitos de la civilizaci¨®n que nos rodea termin¨® con la inmediatez de la prensa y las ediciones matutinas o vespertinas. Para aprovechar los correos -el tren fue el gran medio de reparto- se adelantaba la impresi¨®n y, correlativamente, la sede de los cotidianos se desplazaba hacia la periferia de las grandes ciudades, para eludir el embotellamiento de las fuertes entregas a primera hora. Quiz¨¢ han sido los ingleses los ¨²ltimos en mantener la edici¨®n de la tarde y ello para mantener la tradici¨®n de tener algo entre las manos que eludiera la conversaci¨®n en el tren de cercan¨ªas que los devuelve a casa.
Otra variante la han constituido los pr¨®speros peri¨®dicos regionales -que en Espa?a suelen estar bastante bien hechos- remediado con esfuerzo por las tiradas independientes de los grandes ¨®rganos centrales. Este diario celebra nada menos que XXX a?os de vida, una existencia activa completa y parece que fue ayer cuando empez¨® a dar una batalla que parec¨ªa nueva y que s¨®lo pose¨ªa, por la v¨ªa m¨¢gica, la mayor parte de los ingredientes que conforman un buen ¨®rgano de opini¨®n, aunque mucha gente no haya llegado a averiguar en qu¨¦ consist¨ªa. Se le atribuye una alta dosis de influencia pol¨ªtica, social y de costumbres y es posible que as¨ª sea, pero su fuerza, mientras dure, ser¨¢, como siempre lo es, de origen misterioso, porque s¨ª. Y continuar¨¢ mientras quienes de ¨¦l se ocupan piensen que se lo est¨¢n inventando cada vez que se levanta el sol nuestro de cada d¨ªa.
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