Un proyecto innecesario
El Paseo del Prado es un espacio clave de la historia, el paisaje y la forma urbana de Madrid. Miserablemente maltratado, contiene el que posiblemente es el mejor bulevar que queda en Europa, cuya calidad como espacio p¨²blico se debe, en buena parte, a la espl¨¦ndida masa arbolada que organiza unos recorridos luminosamente abovedados y unas fachadas poderosas frente a las de las arquitecturas de sus bordes. Su principal problema es la discontinuidad del bulevar: dividido en dos tramos, interrumpe el flujo peatonal que lo recorre.
El intenso tr¨¢fico rodado refleja su condici¨®n de articulador de la movilidad entre la capital y el Sur Metropolitano.
La idea estructural propuesta es elementalmente radical: desplazamiento del tr¨¢fico sobre la acera oeste, reduciendo los carriles de circulaci¨®n, y creaci¨®n en el espacio restante de una gran plataforma peatonal. Ampl¨ªa la acera oeste, pero mantiene la discontinuidad del antiguo bulevar.
El proyecto comporta graves efectos. Uno es la destrucci¨®n de la que todav¨ªa es una de las masas de arbolado m¨¢s hermosa y potente que existe y se enra¨ªza en la trama urbana de Madrid. El papel del arbolado en este ¨¢mbito va mucho m¨¢s all¨¢ del que juegan, de manera gen¨¦rica, los ¨¢rboles en el interior de las ciudades: purificaci¨®n, sombra, belleza natural... Aqu¨ª los ¨¢rboles hacen una contribuci¨®n fundamental a la arquitectura de este espacio urbano y son, ciertamente, una parte esencial de la memoria de los madrile?os actuales.
No valen pues las habituales monsergas: por cada ¨¢rbol que se corte se plantar¨¢n diez, se trasladar¨¢n, una de las filas se dejar¨¢ en la mediana que separe los dos sentidos de tr¨¢fico... Como si el problema de su desaparici¨®n empezase y acabase con los ¨¢rboles mismos. La arboleda del Prado es important¨ªsima, pero cobra su verdadero sentido bajo la combinaci¨®n de arquitectura y memoria. Por eso no conviene encelarse en la discusi¨®n de cu¨¢ntos ¨¢rboles desaparecer¨¢n o de qu¨¦ di¨¢metro, porque oculta el problema real: el proyecto en su conjunto, con su desproporci¨®n entre los graves da?os que puede suponer y lo insustancial de sus aportes.
Otro frente de problemas surge de la reordenaci¨®n del viario. La propuesta traslada el "coste" ambiental del tr¨¢fico y el "coste" paisaj¨ªstico de una masa de asfalto ampliada -a seis y siete carriles- a la acera oeste, por la que discurre principalmente la vida cotidiana de los ciudadanos y sobre la que se sit¨²an las fachadas del Thyssen y del Banco de Espa?a.
Aunque reducir el tr¨¢fico debiera ser generalmente bienvenido, no est¨¢ tan claro que ello fuese a comportar una mejora del impacto de la congesti¨®n, que podr¨ªa aumentarse precisamente por la reducci¨®n de carriles y por la yuxtaposici¨®n de los dos sentidos de circulaci¨®n sobre la acera oeste. La presi¨®n de la movilidad rodada sobre esta zona se genera fuera de ella: en el Sur Metropolitano y por la estructuraci¨®n de la ciudad. En todo caso, si reducir carriles supusiera realmente disminuir el tr¨¢fico, la soluci¨®n del proyecto tampoco ser¨ªa imprescindible. Con el ensanchamiento del bulevar y de la acera oeste se alcanzar¨ªa una mejora del ¨¢mbito con costes m¨ªnimos.
Actualmente, con los flujos separados por el bulevar, existe un espl¨¦ndido bosque intermedio que tiene el impagable papel de aliviar los efectos contaminantes de la movilidad rodada. Con este proyecto se acaba con el bosque y se concentra la contaminaci¨®n en esa banda donde discurre la vida cotidiana.
La propuesta del proyecto permite aumentar el espacio peatonal y ampl¨ªa la plataforma del Museo del Prado y el Jard¨ªn Bot¨¢nico, pero ?para qu¨¦ necesita el Museo del Prado ampliar la gran plataforma que ya tiene? ?Y el Jard¨ªn Bot¨¢nico, cuya monumentalidad es "interior"?
Porque, en realidad, la operaci¨®n que realmente habr¨ªa supuesto un cambio estructural realmente significativo en el Paseo ser¨ªa reunir las dos piezas del bulevar y garantizar una continuidad del flujo peatonal en toda su longitud. Una soluci¨®n seguramente inabordable en este momento, por lo que la reforma debiera haber sido planteada con algo m¨¢s de modestia y sensatez.
Aparte lo innecesario de este proyecto y sus graves impactos, parece que la idea general est¨¢ lastrada por algunas incongruencias conceptuales: desaparece el bulevar como concepto estructurador m¨¢s significativo del pasado hist¨®rico, que hoy otorga consistencia formal al conjunto, y una vez liquidado dicho concepto, se reorganiza el nuevo espacio reformando las dos piezas, cada una por su lado, en raz¨®n de la problem¨¢tica soluci¨®n de reordenaci¨®n del tr¨¢fico y del poco interesante empe?o de ampliar la plataforma muse¨ªstica.
Por un lado, resulta un remedo de bulevar entre Cibeles y Neptuno. Por otro, el bulevar desaparece totalmente entre Neptuno y Atocha en favor de la gran plataforma. El ¨²nico artefacto de la propuesta que confiere una cierta unidad estructural al conjunto es esa "macrov¨ªa" que lo recorrer¨¢ desde Cibeles a Atocha por la banda oeste.
Pero hay un problema adicional con el lenguaje arquitect¨®nico de la remodelaci¨®n propuesta. Despu¨¦s de desmontar la estructura formal y el concepto hist¨®rico de esta pieza urbana se propone reconstruirla retornando a elementos del lenguaje dieciochesco a trav¨¦s de recursos como filas de (nuevo) arbolado, amplios terrizos y pavimentos gran¨ªticos..., recursos sin duda de un manierismo ret¨®rico y algo hueco, al modo de esos nuevos caf¨¦s en locales remodelados de viejos edificios y decorados luego al estilo de los del siglo pasado.
El Paseo del Prado es un espacio hist¨®rico que quiz¨¢ no lleg¨® a tener nunca un proyecto estable pero que ahora ha consolidado una imagen urbana, hermosa y potente bajo el concepto del bulevar arbolado y otros remanentes formales del pasado. El intento de desmantelar lo sustancial de esas estructuras formales y paisaj¨ªsticas podr¨ªa haber surgido de alguna nueva conceptualizaci¨®n, o de un discurso que planteara sensiblemente el desaf¨ªo que representa tratar un espacio urbano hist¨®rico de estas caracter¨ªsticas con criterios y lenguaje decididamente contempor¨¢neos, como ya hizo uno de los miembros del equipo redactor, de manera tan po¨¦tica por cierto, en el Parque de Santo Domingo del Bonaval de Santiago de Compostela.
Dejando a un lado los talentos y la reconocida trayectoria profesional de sus autores, la propuesta sobre el Paseo del Prado se apoya por desgracia en una idea banal, ausente de esa complejidad interna que siempre subyace a un buen proyecto. Una propuesta que est¨¢ formulada, adem¨¢s, con recursos de lenguaje de un elevado formalismo nost¨¢lgico y, lo que es m¨¢s preocupante, que supone grav¨ªsimos impactos sobre la memoria del paisaje y el ambiente urbano, sin que aporte nada sustancialmente significativo ni a la arquitectura de la ciudad ni a la ciudad misma.
Luis Felipe Alonso Teixidor es arquitecto, profesor titular de Urban¨ªstica y Ordenaci¨®n del Territorio de la Escuela de Arquitectura de Madrid.
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