Cuatro cartas
Pasados los primeros momentos de estupefacci¨®n que produjo en amplios sectores el reciente cambio de consejeros en el Gobierno de la Generalitat realizado por el presidente Pasqual Maragall, tanto por la distribuci¨®n por cuotas como por la val¨ªa personal de alguno de los cesantes -y, en consecuencia, por las posibles lecturas de concesiones a grupos de presi¨®n-, un an¨¢lisis m¨¢s distanciado, sin minimizar las primeras reflexiones, permite a?adir implicaciones estrat¨¦gicas de futuro que presupon¨ªan una clara opci¨®n personal del presidente. Son implicaciones que no s¨®lo compromet¨ªan, probablemente de una forma decisiva, su campo de los posibles, sino que en cierta medida tambi¨¦n pon¨ªan sobre el tapete pol¨ªtico las ¨²nicas cuatro cartas que el consolidado mapa electoral catal¨¢n permite atisbar, m¨¢s all¨¢ de las oscilaciones coyunturales que nos ofrecen las encuestas.
Es muy probable que en el trasfondo estrat¨¦gico de la decisi¨®n de Maragall estuviese como elemento vertebrador de la crisis la continuidad del tripartito, lo que en realidad representaba apostar por su continuidad personal a una sola carta, decisi¨®n que comport¨® aceptar las imposiciones fuera de lugar de ERC, como era el caso del nombramiento de Xavier Vendrell -sean cuales sean sus responsabilidades ¨¦ticas o pol¨ªticas en los cobros denunciados-, o hacer equilibrios dial¨¦cticos ante la esperp¨¦ntica propuesta trinitaria de esta organizaci¨®n, coronada despu¨¦s por el rotundo no sobre el voto del refer¨¦ndum que habr¨ªa de ratificar el Estatuto, un no que ha estallado como una bomba de relojer¨ªa, que impone irreversiblemente, y en un plazo que viene marcado por el 18 de junio, la crisis definitiva y la convocatoria de elecciones.
He escrito que, a la luz de su trayectoria, la carta del tripartito, a pesar de haberse devaluado hasta los l¨ªmites de lo irreparable, es probablemente la ¨²nica que hoy por hoy dar¨ªa verosimilitud a la continuidad presidencial de Pasqual Maragall en una pr¨®xima legislatura. Las otras tres combinaciones electorales o bien le marginan de entrada o hacen dif¨ªcil su liderazgo. Una de ellas ser¨ªa una mayor¨ªa que fuese fruto de la suma de los votos de CiU y el PP de Catalu?a, hip¨®tesis que en estos momentos se antoja casi imposible, dada la posici¨®n demag¨®gicamente frontal que el n¨²cleo duro de la direcci¨®n espa?ola ha adoptado y que no parece dispuesta a abandonar por su rendimiento electoral en el resto de Espa?a. Aun as¨ª, no hay que olvidar que esta mayor¨ªa se ha dado en el pasado reciente y que tras la bandera del nacionalismo est¨¢n apostados intereses econ¨®micos que tienden a aproximar a ambas fuerzas. Otra combinaci¨®n ser¨ªa una hipot¨¦tica mayor¨ªa formada por CiU y ERC, uniendo las dos expresiones del nacionalismo catal¨¢n en un mismo Gobierno. Pese a que esta experiencia ha existido ya, las confrontaciones actuales; la l¨ªnea de moderaci¨®n emprendida por CiU, divergente con el maximalismo de ERC, y, en fin, la dura disputa por el voto nacionalista en que se han enfrascado las dos organizaciones hacen dif¨ªcil, si no imposible, en esta etapa su alianza parlamentaria para formar gobierno.
La ¨²ltima carta que hay sobre la mesa del campo de los posibles es la de una alianza poselectoral entre CiU y el PSC, una eventualidad por la que al parecer suspiran en la intimidad amplios sectores del PSOE y que tal vez puede haberse abierto un cierto camino en el PSC ante las repetidas situaciones de crisis generadas por el binomio Maragall-ERC. Dos apuntes m¨¢s sobre esta cuarta hip¨®tesis: el primero es que la famosa reuni¨®n de Mas y Rodr¨ªguez Zapatero vino indirectamente a darle visos de verosimilitud; el segundo es que una salida de futuro de estas caracter¨ªsticas representar¨ªa para el PSC afrontar el trauma de finiquitar el liderazgo de Pasqual Maragall y promover en su lugar una nueva figura, y si bien es cierto que cuenta con material para hacerlo, no es menos cierto que las improvisaciones siempre tienen un margen de peligro.
En todo caso, de ser cierto este an¨¢lisis, ser¨ªa posible deducir que la llave de la continuidad de la presidencia y del Gobierno tripartito sigue fundamentalmente en manos de ERC, pero que ser¨ªa fatal para esta continuidad que ERC siguiera confundiendo su llave con la omnipotencia y que no comprendiera que en pol¨ªtica el rigor no permite estar al mismo tiempo en la procesi¨®n y tocando las campanas, puesto que la misma llave que sirve para formar el gobierno puede servir para abrirse la puerta de la oposici¨®n, lo que les supondr¨ªa quedarse ta?endo solo las campanas al viento.
La trayectoria seguida por los l¨ªderes de ERC parece augurar que seguir¨¢n fieles a su vocaci¨®n testimonial, m¨¢s que modificarla a favor de asumir las servidumbres propias que el realismo exige a quienes aceptan el compromiso de gobernar en coalici¨®n. Un compromiso que si ha sabido asumir ICV, a la que no siempre se ha valorado suficientemente su aportaci¨®n a la estabilidad del tripartito, hecho que habr¨¢ de tener en cuenta el electorado.
En este contexto, si se quiere apostar por la dif¨ªcil continuidad poselectoral del tripartito, es necesario que, responsablemente, los tres protagonistas asuman que el camino emprendido en esta ¨²ltima etapa dif¨ªcilmente puede conducir a su supervivencia. En todo caso, ante la m¨¢s que posible convocatoria electoral, no hay que olvidar que las opciones que se ofrecer¨¢n a los ciudadanos tambi¨¦n habr¨¢n de tener en cuenta que nada permite augurar mayor¨ªas absolutas, lo que pondr¨¢ sobre la mesa las cuatro cartas y en consecuencia la disponibilidad para comprometer futuras alianzas de gobierno, lo que ser¨¢ tambi¨¦n, junto al programa electoral, un valor pol¨ªtico a tener en cuenta.
Antoni Guti¨¦rrez D¨ªaz es ex vicepresidente del Parlamento Europeo.
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