Sin misas en el pueblo del cardenal
Suspendidos los actos religiosos en Sinarcas por ofensas al p¨¢rroco
Un conflicto religioso ha estallado en Sinarcas (Valencia). La mayor¨ªa del pueblo no puede ni ver a su cura; y el arzobispo, de quien depende la parroquia, ha decretado la suspensi¨®n de las misas hasta que el Ayuntamiento, gobernado por los socialistas, se disculpe p¨²blicamente "por las graves ofensas a la Iglesia y a la eucarist¨ªa", y por las "coacciones" que el sacerdote afirma venir padeciendo. El alcalde rechaza pedir perd¨®n, por entender que el Consistorio no es responsable de una ofensa que consisti¨® en la parodia de una boda gay oficiada por un hombre vestido de cura y cuya escenificaci¨®n participaron algunos vecinos en las fiestas del verano pasado.
Sinarcas, situado en el interior valenciano, a pocos kil¨®metros de Utiel, no tiene una trayectoria antirreligiosa. Es el pueblo de adopci¨®n del cardenal Antonio Ca?izares, arzobispo de Toledo, primado de Espa?a y vicepresidente de la Conferencia Episcopal, quien acostumbra a oficiar all¨ª dos misas al a?o.
El vicepresidente de la Conferencia Episcopal, Antonio Ca?izares, oficia all¨ª dos veces al a?o
El p¨¢rroco, Javier Abad, de 34 a?os, aseguraba ayer que el conflicto no es irreversible y que todo "es cuesti¨®n de sentarse a dialogar". Abad es p¨¢rroco de la poblaci¨®n de jueves a domingo, estudiante de Teolog¨ªa en la Universidad Pontificia de Comillas el resto de la semana y colaborador habitual en peri¨®dicos locales.
Sus art¨ªculos cr¨ªticos con las costumbres y fiestas de la poblaci¨®n parecen haber abierto, sin embargo, una grieta insalvable con la mayor¨ªa de los 1.234 vecinos. "El pueblo no quiere que el cura se calle. El pueblo quiere que el cura se marche", afirma Carlos Le¨®n, de 21 a?os, descargador de camiones y poco frecuentador de la iglesia. Y Antonio Mart¨ªnez, de 46 a?os, y su mujer, Dolores, de comuni¨®n semanal, sentencian: "Que le vaya todo bien, que se vaya del pueblo y que manden a otro bueno, que aqu¨ª hemos tenido curas muy buenos".
El p¨¢rroco Abad lleg¨® a Sinarcas en octubre de 2004. El primer encontronazo serio con los vecinos se registr¨® en verano. En una de las cuatro carrozas tiradas por tractores de las fiestas populares se simulaba una boda homosexual, y un joven disfrazado de sacerdote alzaba una copa que representaba un c¨¢liz. Ferm¨ªn Cremades, de 81 a?os, conversaba en ese momento con Abad -a quien describe como "bueno y santo"- cuando el p¨¢rroco "sali¨® como una bala" hacia la carroza y les reproch¨® su falta de respeto. "Si no se pegaron, les falt¨® poco", asegura Cremades. Abad consider¨® la representaci¨®n inaceptable, "porque la eucarist¨ªa es lo m¨¢s sagrado para los creyentes", y exige desde entonces una disculpa oficial. El alcalde, Fidel Clemente, considera que el gobierno municipal no tiene responsabilidad en el asunto y que no puede limitar la "libertad de expresi¨®n" de los vecinos.
El siguiente encontronazo lleg¨® a finales de abril. Los j¨®venes celebraron como cada a?o la fiesta de San Marcos con abundante vino, y Abad censur¨® con dureza en un art¨ªculo los excesos, que atribuy¨® a la alcald¨ªa y al PSOE.
Los quintos respondieron convocando un botell¨®n a la puerta de la casa del p¨¢rroco. Y el pasado domingo, un grupo de sinarque?os esper¨® a Abad a la salida de misa y le sigui¨® en una cacerolada. No hubo agresiones, pero el cura consider¨® su actitud "violenta" y lo denunci¨® a la Guardia Civil.
Abad parece haber tocado la fibra m¨¢s sensible de Sinarcas. "Aqu¨ª tenemos tres o cuatro fiestas tradicionales, de anta?o, y por lo que sea, a este se?or no le gustan. Pero por encima de ¨¦l pasan el pueblo y esas fiestas", concluye, muy serio, Antonio Mart¨ªnez.
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