Semillas de calabaza
John Maxwell Coetzee (Ciudad del Cabo, 1940) es uno de los escas¨ªsimos escritores capaces de hacer que sus novelas cuenten al mismo tiempo, sin estorbarse y sin desdecirse mutuamente, la Historia de la Literatura y una historia concreta, que es en lo que consiste ser un cl¨¢sico. En Foe le da una vuelta de tuerca descarnada e ir¨®nica a Robinson Crusoe y al propio Daniel Defoe, a la vez que instituye al n¨¢ufrago como la figura central de su mundo; en Esperando a los b¨¢rbaros completa -contin¨²a, reescribe, profundiza- El desierto de los t¨¢rtaros, de Dino Buzzati; en El maestro de Petersburgo logra que la investigaci¨®n que lleva a cabo Dostoievski para aclarar la muerte de su hijo se convierta en una de las mejores obras del autor ruso; en Desgracia, En medio de ninguna parte y La edad de hierro hace que el sufrimiento ¨ªntimo y el f¨ªsico -el de la injusticia, la soledad y la enfermedad- se nos metan entre las u?as mientras estallan como par¨¢bolas en nuestro pensamiento; en Juventud y Elizabeth Costello nos conduce de la mano por los laberintos de la creaci¨®n literaria para de pronto abandonarnos en medio de ellos sin explicaciones. Por su parte, Vida y ¨¦poca de Michael K, que le vali¨® a su autor en 1983 el primero de los dos premios Booker que ha conseguido, es, adem¨¢s de un sobrecogedor relato de lectura independiente, El Castillo, de Kafka, contado de otra manera: en medio del mundo real (la Sur¨¢frica en la que se desarrolla la acci¨®n es de carne y hueso), no en un universo mental; y con un protagonista, Michael K, hijo directo de Joseph K, que no es un agrimensor -un funcionario al servicio del Estado- sino un idiota (Dostoievski de nuevo) que no colabora, que preferir¨ªa no hacer nada (otro Bartleby heredero del de Melville), lo que le insufla vida a una alegor¨ªa que corr¨ªa el riesgo de quedar reducida a un mero problema intelectual.
VIDA Y ?POCA DE MICHAEL K
J. M. Coetzee
Traducci¨®n de Concha Manella
Mondadori. Barcelona, 2006
187 p¨¢ginas. 16 euros
Vida y ¨¦poca de Michael K cuenta la vida de un joven que, en una Sur¨¢frica dividida por la guerra civil, se va de la capital al campo, donde se convierte en un fugitivo doble: por un lado, se esconde tanto del ej¨¦rcito como de la guerrilla (y de sus respectivos desertores), ya que ambos trafican con lo irreconciliable, con un S¨ª fan¨¢tico plagado de v¨ªctimas; por otro, se sit¨²a en un espacio donde no cabe la guerra pero tampoco la paz, ese lugar m¨¢s all¨¢ del bien y del mal que comparte con los arbustos, los coches desguazados o los insectos. Michael K, sin embargo, no es un fil¨®sofo con argumentos para explicar esta actitud o un sujeto consciente del alcance de su rebeld¨ªa. De hecho, es alguien de inteligencia lenta y deformidades f¨ªsicas que se alimenta de larvas, saltamontes, gorriones y lagartijas y de las calabazas y melones que siembra en una granja abandonada. Un solitario esquel¨¦tico que duerme, inocente y alerta como los topos o las cabras salvajes que le rodean, como el beb¨¦ que en cierto modo sigue siendo, en una especie de madriguera y que escapa a la primera oportunidad cuando le confinan en un campo de internamiento o en un hospital. Su no colaboraci¨®n con la violencia y la injusticia es radical pero no ideol¨®gica: se limita a intentar vivir confundido con la naturaleza y al margen de la historia (en "lo abierto", ese territorio de libertad pura por donde, seg¨²n Heidegger, deambula el poeta), no a poner las bases de una cr¨ªtica o de un movimiento de protesta social.
Michael K, como dice un m¨¦di
co que le atiende y que est¨¢ fascinado por ¨¦l, no tiene palabras, ya que todas (derechos, amor, patria, justicia, verdad, esperanza) las han secuestrado los que se matan entre s¨ª, pero tiene semillas de calabaza. Con ellas dentro de una bolsita, lo ¨²nico de lo que nunca se desprende, algo m¨¢s valioso que todas esas palabras juntas quedar¨¢ a resguardo de la furia y el odio: la tierra que las cobijar¨¢, el agua que las regar¨¢, el sol que las har¨¢ madurar y el hambre que les dar¨¢ sentido. Semillas de calabaza que tambi¨¦n son las letras que han fructificado en este libro estremecedor y necesario como pocos.
![El autor surafricano J. M. Coetzee obtuvo el Nobel de Literatura en 2003.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/CTVNNPVNAIUF6BHT63R4KU56K4.jpg?auth=1e600fa5e1f731790f7f0ba1f62d1a4ea634f575ccd5a59b4ea53c23767e48b5&width=414)
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