Zapatero y el Estatuto
PARADOJAS de la pol¨ªtica catalana: despu¨¦s de un a?o de espect¨¢culo Estatut, ahora resulta que la mejor garant¨ªa para el ¨¦xito del s¨ª en el refer¨¦ndum es Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero. El PSC lo sabe. Y de manera indirecta va a tratar de convertir el refer¨¦ndum en un plebiscito sobre el presidente del Gobierno espa?ol. Cada vez son m¨¢s los que dicen: yo, si no me abstengo, ser¨¢ porque no querr¨ªa perjudicar a Zapatero. O sea, que al final ser¨¢ el presidente del Gobierno de Espa?a el que tendr¨¢ que redimir a Catalu?a de los disparates de sus pol¨ªticos. ?Tanta afirmaci¨®n nacional para acabar as¨ª?
Si cambiamos la perspectiva, lo que acabo de decir puede tambi¨¦n anunciarse al rev¨¦s: el refer¨¦ndum del Estatuto catal¨¢n es un envite de gran importancia para Zapatero, lo cual le obligar¨¢ a comprometerse muy fuertemente en la campa?a electoral. Y no s¨®lo para ayudar a la mayor¨ªa pol¨ªtica del s¨ª a sacar el refer¨¦ndum adelante, sino, sobre todo, porque un mal resultado atacar¨ªa la l¨ªnea de flotaci¨®n de su estrategia pol¨ªtica, precisamente en el momento m¨¢s ¨¢lgido de la legislatura.
La espantada de Esquerra obliga a Zapatero a jugar muy fuerte. Necesita disipar cualquier duda sobre el Estatut. Una derrota del s¨ª, evidentemente, ser¨ªa catastr¨®fica porque dejar¨ªa a Catalu?a sumida en la desmoralizaci¨®n y en la confusi¨®n, sembrar¨ªa de dudas el proceso vasco y envalentonar¨ªa al PP en el momento en que est¨¢ m¨¢s debilitado. Pero un resultado muy ajustado tambi¨¦n tendr¨ªa costes para Zapatero: su promesa de que las reformas estatutarias puestas en marcha reordenaban el Estado auton¨®mico para un par de generaciones quedar¨ªa en entredicho, con la bandera del Estatut catal¨¢n del 30 de septiembre ondeando a todo trapo en manos de Esquerra Republicana.
Zapatero necesita, por tanto, un refer¨¦ndum que plebiscite ampliamente el Estatut. Y esto s¨®lo puede conseguirse por dos v¨ªas: una movilizaci¨®n concertada y sin reservas de la mayor¨ªa del s¨ª -CiU, PSC, Iniciativa- y la utilizaci¨®n de toda la fuerza de arrastre de Zapatero sobre el electorado, especialmente aquellos sectores menos adictos a la pol¨ªtica catalana. Arrastrar a abstencionistas tradicionales del PSOE al refer¨¦ndum ser¨ªa adem¨¢s, para los socialistas catalanes, una magn¨ªfica manera de preparar las elecciones auton¨®micas. A veces, en pol¨ªtica, todo es empezar.
Con un s¨ª inequ¨ªvoco, el discurso del PP de la desvertebraci¨®n de Espa?a agonizar¨ªa un poco m¨¢s y Esquerra Republicana pagar¨ªa sus desvar¨ªos de los ¨²ltimos meses. Ser¨¢ interesante, a la hora de contar votos, ver c¨®mo se reparten PP y Esquerra la atribuci¨®n del no. Porque una vez metidos en las urnas, los dos noes -el del PP y el de Esquerra- son indiferenciables. Zapatero adem¨¢s dejar¨ªa al PSC en condiciones de conseguir su principal objetivo para la pr¨®xima legislatura: evitar a toda costa un Gobierno de coalici¨®n entre nacionalistas e independentistas.
Zapatero habr¨¢ aprendido en este episodio que los experimentos en los territorios perif¨¦ricos de incidencia nacionalista siempre son de alto riesgo. Los nacionalismos -como las religiones- siempre cuentan con la impunidad del que s¨®lo acepta juicios transcendentales, en este caso el de la patria eterna. Con lo cual siempre hay coartada para la deslealtad. Los nacionalismos -como las religiones- son contagiosos, con lo cual el comportamiento de los presumibles aliados puede sufrir a veces inesperados cambios transitorios o definitivos. Si al final el refer¨¦ndum obtiene un resultado positivo amplio, Zapatero dar¨¢ por bien empleadas las pesadillas que le ha procurado esta inacabable historia, porque por fin tendr¨¢ atrapados a todos sus adversarios -desde el PP hasta Esquerra, pasando por los sectores m¨¢s reactivos del PSC- en el laberinto que ha ido tejiendo desde que lleg¨® al Gobierno. Aunque siendo como es la mentalidad nacionalista, el ¨¦xito de Zapatero, si se produce, tendr¨¢ sus costes. La humillaci¨®n de que un l¨ªder espa?ol haya tenido que sacar las casta?as del fuego generar¨¢ toneladas de resentimiento contra el presidente que acudi¨® a evitar el naufragio.
En realidad, los dirigentes pol¨ªticos catalanes -y en especial los del tripartito, protagonistas destacados del desaguisado- har¨¢n bien, al final del camino, en ejercer algo de autocr¨ªtica. Porque entre la enfatizaci¨®n de la naci¨®n catalana y la cruda realidad de este episodio hay un abismo tan grande que denota por lo menos alguna deficiencia notable en la percepci¨®n del principio de realidad.
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