Debatamos sobre cultura y ciudad
El autor analiza la reforma propuesta para el eje Recoletos-Prado y asegura que no parece satisfacer los niveles de consenso, y que a Madrid le falta un modelo urban¨ªstico.
Sent¨ª no poder asistir a la concentraci¨®n del 6 de junio, pero prometo no faltar a las pr¨®ximas porque como ciudadano me siento afectado por el futuro de uno de los espacios simb¨®licos m¨¢s importantes y atractivos de nuestra maltratada ciudad y, como arquitecto, creo que la Operaci¨®n Prado constituye una excelente oportunidad para debatir en profundidad sobre la forma de hacer, vender y consumir cultura urbana en Madrid.
Y es que creo que el Prado expresa muy bien esa especie de s¨ªndrome gal¨¢ctico que padecen nuestras autoridades, por el que tratan de compensar la falta de una visi¨®n integral y estrat¨¦gica sobre Madrid, recurriendo a una estresante concatenaci¨®n de operaciones estrella, muy rentables a corto plazo, pero que, desligadas de esa visi¨®n general, pueden acabar ofreciendo insatisfactorios balances en s¨ª mismas y distraernos de retos estrat¨¦gicos m¨¢s importantes.
?Est¨¢ justificada la Operaci¨®n Prado? Se ha escrito y se va a escribir mucho sobre esta operaci¨®n, por lo que yo quisiera superar la tentaci¨®n de polemizar sobre sus detalles para poder reflexionar sobre el fondo de su l¨®gica argumental.
?Qu¨¦ nivel de identificaci¨®n colectiva y excelencia integral deber¨ªamos exigir a una actuaci¨®n sobre uno de los espacios simb¨®licos m¨¢s importantes de Madrid? ?Qu¨¦ resultados ciertos justificar¨ªan dedicar importantes recursos p¨²blicos de gesti¨®n y econ¨®micos para abordar la transformaci¨®n de uno de los pocos espacios con el que nos sentimos identificados y razonablemente satisfechos los madrile?os? ?Existen condiciones de partida, internas y externas, a la propia operaci¨®n para que realmente se pueda alcanzar el nivel de excelencia deseable en s¨ª misma y en su entorno? ?Se pueden superar las contradicciones existentes recurriendo a la convocatoria de un concurso entre los me-jores arquitectos del momento?
Mi opini¨®n es que la propuesta elaborada para El Prado no parece satisfacer los niveles de consenso y excelencia deseables, no justifica el enorme despliegue de energ¨ªas de todo tipo que requiere su realizaci¨®n, y limitar la discusi¨®n a una cuesti¨®n sem¨¢ntica sobre si se tira, trasplanta o replanta cada ¨¢rbol afectado, evita enjuiciar la mayor. Es decir, si realmente la operaci¨®n constituye una prioridad estrat¨¦gica en Madrid y si los objetivos exigibles a la misma -entre otros, pero no s¨®lo, la imprescindible conservaci¨®n de la arboleda como patrimonio natural y cultural de los madrile?os- son realmente viables a partir de las condiciones de partida, por ejemplo, la intensidad de los flujos de tr¨¢fico requeridos en la zona por el modelo de movilidad vigente en Madrid.
Soy un firme defensor del interesant¨ªsimo juego que pueden ofrecer las llamadas operaciones estrella para conseguir cambios sustantivos en m¨²ltiples aspectos clave en las ciudades; baste recodar los extraordinarios efectos socioecon¨®micos, culturales y de promoci¨®n-ciudad inducidos por el Museo Guggenheim, en un momento en que Bilbao atravesaba una grav¨ªsima crisis industrial e identitaria. Y ser¨ªa un disparate renunciar a ellas en Madrid.
Mi escepticismo surge cuando sospecho que un cierto s¨ªndrome gal¨¢ctico pueda estar invadiendo la gesti¨®n pol¨ªtica de una ciudad que, como pieza b¨¢sica del sistema urbano en el sur europeo, se halla sumida en un desarrollo efervescente con el correspondiente proceso de desajustes socioecon¨®micos, urban¨ªsticos y medioambientales.
Cuando expertos europeos viajan a Madrid se sorprenden y admiran por la cantidad de operaciones que la ciudad tiene en marcha; pero cuando profundizan en el an¨¢lisis de los sistemas vitales en que se sustenta la exuberancia de nuestro pujante desarrollo, su admiraci¨®n inicial palidece y empiezan a surgir las dudas sobre la eficiencia de las estrategias e inversiones institucionales y el predominio de lo inmobiliario y lo medi¨¢tico con relaci¨®n a la atenci¨®n que reciben los retos de fondo que nos depara el inmediato futuro.
Creo en las miradas sist¨¦micas, en la complejidad y en la interrelaci¨®n entre lo f¨ªsico, lo econ¨®mico, lo cultural, lo psicol¨®gico, lo relacional, etc¨¦tera, en la ciudad, pero lo que me preocupa de nuestra forma de valorar la cultura urbana actual en Madrid es el posible exceso de seducci¨®n por el atractivo de las arquitecturas con relaci¨®n a sus propios contenidos, por lo adjetivo y lo notorio frente a lo sustantivo, por lo inmediato y el corto plazo frente a los requerimientos de futuro, y pienso si no estaremos un tanto alienados por una coyuntura de abundancia que elude la incomodidad de hacer frente con lucidez a los problemas reales a los que nos enfrentamos aqu¨ª y all¨ª, ahora y ma?ana.
Porque si fuera as¨ª, si ese ensimismamiento fuera real, correr¨ªamos el peligro de estar haci¨¦ndole el juego y festejado un conjunto de valores y una cultura urbana lastrada por lo ef¨ªmero del momento que nos estar¨ªa distrayendo con relaci¨®n a nuestras prioridades de acci¨®n en un mundo cada d¨ªa m¨¢s complejo y cuajado de contradicciones. Porque si ello fuera cierto, ser¨ªa prioritario recuperar la cordura de un discurso urbano renovado, anclado en la ¨¦tica de la lucidez, la mesura y la responsabilidad.
Un repaso por la realidad madrile?a apunta maneras nada tranquilizadoras. As¨ª, por ejemplo, llama la atenci¨®n que sin disponer de estrategias de fondo capaces de ofrecer alternativas solventes al desbordado modelo de movilidad en nuestra ciudad, se venda como el colmo de la modernidad la puesta en marcha de costos¨ªsimas operaciones viarias que, como la M-30, van a endeudar al Ayuntamiento por d¨¦cadas; que rindamos culto y declaremos iconos de la nueva cultura urban¨ªstica a todo un repertorio de formas arquitect¨®nicas cada vez m¨¢s sofisticadas, que derrochan recursos escasos en su ciclo de vida y proyectan lenguajes, valores y costes distantes de los problemas reales de nuestras sociedades; o que mientras se publicita la Operaci¨®n Prado y debatimos apasionadamente sobre la defensa de su arboleda y otros elementos urbanos, apenas se d¨¦ importancia en los medios al conocimiento y discusi¨®n sobre lo que est¨¢ pasando en las mucho m¨¢s comprometidas operaciones de rehabilitaci¨®n integral y mejora de la convivencia en los barrios m¨¢s conflictivos y con mayor inmigraci¨®n de Madrid.
Resulta contradictorio que en medio de la opulencia econ¨®mica y la acci¨®n fren¨¦tica nos sintamos tan insatisfechos con la calidad de vida urbana. Por eso nos resistimos a que se transforme una de las ¨¢reas de mayor calidad de Madrid y por eso es tan importante preguntarnos por qu¨¦ ya no somos capaces de producir nuevas piezas urbanas contempor¨¢neas de similar atractivo en la ciudad moderna; por qu¨¦ asumimos con mansedumbre la banalidad de un nuevo "espacio inmobiliario" que produce edificaci¨®n pero no crea ciudad para la convivencia; y por qu¨¦ Madrid parece destinada a consumir cada vez m¨¢s recursos escasos y a generar m¨¢s contaminaci¨®n y estr¨¦s urbano. Realmente, todos cuantos tenemos que ver con el desarrollo de nuestra ciudad deber¨ªamos pensar en anunciar a la ciudadan¨ªa la crisis cultural de nuestro urbanismo.
Terminando con El Prado, saludo la frescura de la rebeli¨®n de la baronesa Thyssen en defensa de su museo y celebro la decisi¨®n del alcalde Gallard¨®n de ampliar el plazo de alegaciones y posibilitar el debate sobre la operaci¨®n. Pero podr¨ªamos perder la ocasi¨®n que se nos brinda si olvid¨¢ramos interrelacionar la discusi¨®n sobre la operaci¨®n en s¨ª misma y la forma en que estamos haciendo, vendiendo y consumiendo cultura urbana en Madrid.
Fernando Prats es arquitecto.
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