La marcha por una buena muerte
Grupos de Derecho a Morir Dignamente quieren radicalizar sus campa?as para forzar al Gobierno socialista a cambiar la ley
La muerte de Jorge Le¨®n ha reabierto el debate sobre la eutanasia pese a no tener nada que ver con esta pol¨¦mica figura. "Toda actuaci¨®n en el ¨¢mbito de la salud de un paciente necesita el consentimiento libre y voluntario del afectado", dice la Ley de Autonom¨ªa del Paciente, de 2002. Es decir, los m¨¦dicos no pueden imponer tratamientos si el enfermo, con facultades mentales plenas, los rechaza. La ventilaci¨®n mec¨¢nica, como la alimentaci¨®n artificial, exige del consentimiento del paciente, y no se puede obligar a ninguna persona a prolongar su vida con medios artificiales en contra de su voluntad. Fue el caso del tetrapl¨¦jico de Valladolid, que viv¨ªa con respiraci¨®n artificial contra su voluntad.
"?Por qu¨¦ la legislaci¨®n me permite disponer de mi vida salvo si necesito ayuda de otra persona?"
La lucha por la salud arma de coraje al enfermo mientras es posible sanar. Despu¨¦s, la batalla contra la muerte puede convertirse en un martirio insoportable. Pero la cuesti¨®n de la eutanasia (etimol¨®gicamente, la buena muerte) provoca enconados debates, incluso cuando s¨®lo se trata del derecho de un paciente a decidir sobre los tratamientos que se le ofrecen. Fue la Ley General de Sanidad de 1986, conocida como ley Lluch
[en referencia al ministro Ernest Lluch, asesinado por ETA en 2000], la que regul¨® esta materia, sin llegar a rozar siquiera el asunto de la eutanasia, pero proclamando los derechos de "todos a la libre elecci¨®n entre las opciones que le presente el responsable m¨¦dico".
La cuesti¨®n ahora es discernir por qu¨¦ merece un juicio penal y moral diferente la desconexi¨®n de un aparato de respiraci¨®n asistida con consecuencias mortales, que la administraci¨®n de una sobredosis de barbit¨²ricos con consecuencias tambi¨¦n mortales. Es lo que plantea Derecho a Morir Dignamente (DMD), creada hace 22 a?os. Varios de sus colectivos quieren radicalizar ahora los mensajes y aumentar las cr¨ªticas a la pasividad del Gobierno. "Existen varias velocidades: Madrid tira mucho, Galicia a ratos y Catalu?a se resiste. Hoy mismo nos plante¨¢bamos lanzar una campa?a de socios que fuera provocativa, algo as¨ª como: Si somos 40.000, nosotros te ayudaremos, cosa que creo que hacemos ya", explic¨® un directivo nada m¨¢s conocer la muerte de Jorge Le¨®n.
Con una estructura s¨®lida y miles de voluntarios, las federaciones de DMD podr¨ªan burlar el C¨®digo Penal y al sistema judicial, adem¨¢s de provocar un aceler¨®n en el cambio de leyes. "Ser¨ªa posible", a?ade. DMD conoc¨ªa la situaci¨®n de Jorge Le¨®n, pero no intervino en sus decisiones. "Nuestros esfuerzos se dirigen a cambiar la ley, no a actuar en la clandestinidad. Si una persona quiere intervenir en casos como ¨¦ste, est¨¢ obligada a abandonar la asociaci¨®n", declar¨® a EL PA?S Aurora Bau, presidenta de DMD en Barcelona.
Es la tesis oficial de DMD, al menos hasta hace unos 10 a?os. La situaci¨®n podr¨ªa cambiar. No hay un solo grupo, sino varios, en una federaci¨®n que coordina poco porque tiene mucho trabajo. "No hay contradicciones, pero s¨ª mucha diversidad. La cuesti¨®n no es si ayudar a morir a Jorge Le¨®n ha sido legal o no, discutible y que pertenece al ¨¢mbito jur¨ªdico, sino cu¨¢l es la postura de DMD ante el sufrimiento irreversible, si creemos que el ser humano tiene derecho a dimitir de su vida, a morir en libertad, y si apoyamos a las personas que ayudaron a Jorge Le¨®n y a las que lo har¨¢n en similares circunstancias. La legalidad, sin jurisprudencia y con interpretaciones contradictorias, da mucho de s¨ª. Ayudar a morir a Jorge Le¨®n no s¨®lo no es ilegal, sino que es una obligaci¨®n moral, un deber de ciudadano. La ley s¨®lo sirve para justificar una realidad hip¨®crita, en la que parece que no pasa nada, cuando todo pasa. No sirve, es necesario cambiarla. Hemos de apoyar a los que ayudaron a Jorge con rotundidad, sin titubeos. DMD tiene que ir a la cabeza, no en la cola", subraya un dirigente que pidi¨® el anonimato.
M¨¢s anal¨ªtico y desde una ampl¨ªsima experiencia, el presidente de DMD Madrid, el doctor Fernando Mar¨ªn, lo plantea as¨ª, por escrito: "Para abordar la realidad, muchas veces tenemos que parcelarla, poner rayas ficticias que se supone nos ayudan a distinguir entre lo que est¨¢ bien y est¨¢ mal. Pero en este tema la bio¨¦tica nos lleva a una situaci¨®n que desde el sentido com¨²n es absurda. ?C¨®mo es posible que un ser humano pueda renunciar a su vida cuando ¨¦sta depende de una m¨¢quina como un respirador, pero no si respira de forma aut¨®noma? ?Por qu¨¦ es l¨ªcito sedar a una persona que expresa su voluntad de no seguir sufriendo, pero no [darle] un c¨®ctel que le causa la muerte en unos minutos cuando eso es lo que desear¨ªa? ?Por qu¨¦ la legislaci¨®n me permite disponer de mi vida salvo si a consecuencia de la enfermedad necesito la ayuda de otra persona? El sentido com¨²n nos dice que antes que nada somos libres y que esa libertad se deber¨ªa poder ejercer hasta el ¨²ltimo segundo de nuestra vida. Es una cuesti¨®n de respeto y de solidaridad".
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