Los inconvenientes de la falta de regulaci¨®n
El mayor riesgo regulatorio es el que se da en aquellos sectores en los que no existe regulaci¨®n. Por los intersticios de la falta de regulaci¨®n se cuelan los pillos y las irregularidades que hacen da?o sobre todo a aquellos que disponen de menos informaci¨®n y son m¨¢s d¨¦biles. Otra vez ha emergido la misma lecci¨®n con el esc¨¢ndalo de Afinsa y F¨®rum Filat¨¦lico, que no ha hecho m¨¢s que empezar y que durar¨¢ al menos una generaci¨®n. Que no nos enga?en otra vez: donde hay fuertes y d¨¦biles, la libertad oprime y la ley libera.
Desde el gigantismo de ciudades como Madrid o Barcelona quiz¨¢ no se disponga de la sensibilidad necesaria para evaluar la profundidad del fraude de los sellos. Pero hay multitud de peque?as localidades en las que un buen porcentaje de su poblaci¨®n invirti¨® en este sector (porque les convencieron de ello agentes honrados) los ahorros de una vida, el dinero de la prejubilaci¨®n, un fondo de pensiones para el retiro, o simplemente se motiv¨® por la irresistible codicia de unos tipos de inter¨¦s superiores a los del mercado. No se trata de un caso como el de Gescartera, un peque?o chiringuito piramidal, sino del coraz¨®n del sistema, y sus efectos -reales y pedag¨®gicos- correr¨¢n largo tiempo por el aparato sangu¨ªneo del mismo. Se estima que el desfase patrimonial, la diferencia entre el dinero invertido y las cantidades que tienen las empresas para responder ante sus clientes, supera al menos los 3.500 millones de euros, m¨¢s casi 2.000 millones de fraude fiscal.
Carlos Ponzi fue un estafador italiano que en 1920 puso de moda en la teor¨ªa econ¨®mica el esquema de la pir¨¢mide que tom¨® su nombre: pagar obligaciones viejas con dinero proveniente de inversores nuevos; el esquema se desmorona cuando el flujo de fondos que se ingresa por abajo (los inversores m¨¢s nuevos) comienza a reducirse en relaci¨®n con el flujo de fondos que sale por arriba (retribuci¨®n a los inversores m¨¢s antiguos). La empresa de Ponzi, afincada en Boston, dijo haber encontrado el secreto de ganar mucho dinero comprando en Europa unos cupones que se pod¨ªan redimir con sellos en EE UU; el fiscal que descubri¨® el caso se dio cuenta de que el negocio sub¨ªa como la espuma, pero la compraventa de sellos no hab¨ªa aumentado. Los clientes s¨®lo recuperaron, mucho despu¨¦s, el 37% de su inversi¨®n y Ponzi sali¨® pronto de la c¨¢rcel. La historia se repite y no siempre como comedia.
Los primeros d¨ªas de este nuevo esc¨¢ndalo se ven forjados por numerosas paradojas. La inicial es la m¨¢s universal y conviene no olvidarla nunca. El negocio se presentaba como inversiones seguras con rentabilidades muy altas, lo cual es una contradicci¨®n en los t¨¦rminos; s¨®lo hay rentabilidades extraordinariamente altas con riesgos extraordinariamente altos: el inversor puede ganar mucho dinero, pero tambi¨¦n perderlo.
La segunda es la fuerza de la demagogia: el presidente del PP -partido de ideolog¨ªa liberal-, Mariano Rajoy, ha tratado de atizar el fuego y aprovechar electoralmente el miedo de los inversores a perder su dinero, y ha pedido "que el Gobierno no deje tirados a los inversores". Y un Gobierno de tendencia socialista se encuentra atrapado entre sus responsabilidades para encontrar un equilibrio entre el inter¨¦s general, el de los inversores por recuperar su dinero y el de los contribuyentes para que no se malutilicen los impuestos que ellos pagan.
Para vigilar en las sociedades de cr¨¦dito ese equilibrio, se cre¨® a finales de los a?os setenta el Fondo de Garant¨ªa de Dep¨®sitos (FGD), una instituci¨®n que garantiza parte de los dep¨®sitos de los clientes y da soporte a las entidades financieras en dificultades. El patrimonio del FGD est¨¢ constituido por aportaciones de todas las entidades en un porcentaje de los dep¨®sitos y con recursos del Banco de Espa?a. En su historia de m¨¢s de un cuarto de siglo ha destinado alrededor de 3.500 millones de euros (una cantidad similar al desfase de los sellos) a atajar las crisis de bancos, cajas de ahorro y cooperativas de cr¨¦dito. Pero en la inversi¨®n en bienes tangibles, que depende del Ministerio de Sanidad, no se cre¨® ning¨²n sistema de protecci¨®n y lo que se haga a partir de ahora s¨®lo vincular¨¢ a los clientes futuros.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.