Letra sin sangre
La ¨²ltima homil¨ªa de la banda etarra, publicada en vascuence y castellano el pasado domingo en el diario Gara, esta vez en funciones de bolet¨ªn oficial de la di¨®cesis, merece algunos an¨¢lisis elementales. M¨¢s ahora cuando estamos en periodo de verificaci¨®n sobre el cumplimiento del alto el fuego permanente decretado por la banda. Dicen los vasc¨®logos que, por su contenido y extensi¨®n, el discurso de ETA se dir¨ªa dirigido a su propia feligres¨ªa, que son patentes algunos rasgos de auto justificaci¨®n con pretensiones pedag¨®gicas cara a los que han venido m¨¢s tarde o conservan una dosis excesiva de apego a la pr¨¢ctica de la violencia. Es significativo que los etarras a la hora de sentar doctrina hayan preferido acogerse al formato dialogado de la entrevista, con tanta raigambre entre los cl¨¢sicos griegos. Los figurantes son dos encapuchados, igual que aquella vez en que se confiaron a Jotapedro.
Estamos acerc¨¢ndonos a un momento en el que todos quieren salvar la cara. Por eso, a todo trance y por encima de concesiones determinadas en el ¨¢mbito de los presos o en el de la pol¨ªtica, se trata de poner a salvo una determinada "narraci¨®n" que evite el derrumbe psicol¨®gico de los terroristas al ver vaciados de sentido sus a?os de plomo. Por eso los etarras declarantes sostienen que, gracias a su lucha -l¨¦ase atentados con bombas o disparos sobre objetivos m¨¢s personalizados-, lo que antes defend¨ªa la izquierda abertzale en solitario ahora es compartido a una escala mucho mayor. Parten pues de la vigencia de aquel principio arcaico de que "la letra con sangre entra" y parecen convencidos de la eficacia dial¨¦ctica que ha probado tener la dinamita y los disparos en la nuca.
El texto presentado como entrevista saca pecho de lata y se encastilla en la negaci¨®n de la evidencia para explicar el alto el fuego, negar la debilidad, se?alar el significado del t¨¦rmino permanente, aludir a contrapartidas y presentar como ataques las acciones del Estado de Derecho. Se pronuncia en favor de la amnist¨ªa y excarcelaci¨®n de los presos, elude condenar los episodios de kale borroka, pretende convalidar las cartas a empresarios para extorsionarlos econ¨®micamente, establece diferencias insalvables con el proceso del Estatuto de Catalu?a, vuelve de modo cansino sobre las verdades eternas de la autodeterminaci¨®n y la territorialidad, y demuestra otra vez la insaciable avidez por Navarra. Se atrinchera, en definitiva, en la postura del agredido, en la posici¨®n de la v¨ªctima para acomodar a sus adversarios en la condici¨®n del agresor y evitar cualquier interrogante.
Todo ello perfila una actitud por parte de los enmascarados etarras a la que cuadrar¨ªa muy bien la descripci¨®n facilitada por el periodista Sylvain Cypel en su libro Entre muros, que acaba de publicar Galaxia Gutemberg. All¨ª se describe de manera muy precisa el papel fundamental que en la construcci¨®n del odio desempe?a la negaci¨®n, es decir, el rechazo a reconocer como verdadero un hecho, una aserci¨®n. Una actitud que se presenta acompa?ada de la elaboraci¨®n de una imagen diab¨®lica para que sea asignada al adversario y, a la vez, de una imagen angelical propia que desnaturaliza sin pudor alguno la historia en aras de reforzar un acabado perfil de "justos" y "v¨ªctimas" con el que quieren adornarse.
La entrevista que comentamos ha levantado, adem¨¢s de algunas aproximaciones razonadas, ventoleras de encono y en¨¦rgicos llamamientos al Gobierno de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero para que proceda a responder de modo contundente y termine al mismo tiempo con las ambig¨¹edades y las posibilidades de di¨¢logo para el desistimiento. Pero de momento, antes de dar plena expresi¨®n a las discrepancias que los encapuchados suscitan, deber¨ªamos animarles al olvido definitivo de la munici¨®n y de los explosivos y darles la bienvenida al cultivo de la escritura, un ¨¢mbito en el que las posibilidades aparecen mejor repartidas. Una vez instalados en ese campo, habr¨ªa que caminar por la escondida senda que permita desactivar la "ense?anza del desprecio", rompiendo el aval colectivo que se le ha dado en las escuelas y en cierta literatura, en especial la infantil, que est¨¢ imbricada con el culto a la violencia y la autojustificaci¨®n victimista que acompa?a a toda manifestaci¨®n de agresividad. Veremos.
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