Desintegraci¨®n social en la escuela vasca
Critica el autor la forma, nefasta a su entender, en que el Gobierno est¨¢ abordando la integraci¨®n del alumnado inmigrante en los colegios de la comunidad aut¨®noma.
Si los problemas que Francia, Holanda u otros pa¨ªses europeos est¨¢n teniendo con la integraci¨®n social de los emigrantes son un anticipo de lo que nos puede pasar dentro de unos a?os, lo tenemos claro. La concentraci¨®n del 82% del alumnado inmigrante de ?lava en centros p¨²blicos -cuyas plazas son ya menos de la mitad del total (47,4%)- deja bien claro c¨®mo, en nombre de la libertad de ense?anza, el Estado est¨¢ permitiendo que los centros privados concertados, es decir, financiados con dinero de todos los ciudadanos, esquiven su responsabilidad de contribuir a la integraci¨®n social de los estudiantes inmigrantes.
Si a ello a?adimos que los actuales modelos ling¨¹¨ªsticos segregan a los centros de modelo A (en castellano, con el euskera como una asignatura m¨¢s) de los de modelo B y D (euskaldunes, con mayor o menor intensidad), y dado que el 79,3% de los inmigrantes eligen el modelo A, el resultado es que el estudiantado inmigrante -hablamos de 13.600 menores, un 5% del alumnado de la ense?anza obligatoria- ni siquiera se reparte por igual en la red p¨²blica. Por el contrario, determinados centros, los de modelo A, empiezan a convertirse en lugares donde la mayor¨ªa (60-70%) de sus estudiantes son inmigrantes. Entre la ingenuidad y el cinismo, habr¨¢ quien se pregunte qu¨¦ hay de malo en ello.
La convivencia intercultural que estamos viviendo es fuente de desaf¨ªos enriquecedores y necesarios para crear la sociedad del ma?ana
El modelo del Gobierno sigue a?orando una Euskadi virtual en que los alumnos euskaldunes no se contaminen con los for¨¢neos
El modelo educativo del Gobierno vasco, contrariando lo que las leyes enuncian como objetivo principal de la educaci¨®n -contribuir a compensar las desigualdades e integrar en la diversidad-, sigue a?orando una Euskadi virtual en la que los alumnos euskaldunes no se contaminen con los for¨¢neos, salvo que ¨¦stos acepten profesar la fe vasquista que late en el curr¨ªculo vasco con el que sue?a nuestro consejero, Tontxu Campos. Eso s¨ª, para quienes no quieren pasar por el aro ikastolero, las buenas relaciones del nacionalismo con la Iglesia posibilitan la escolarizaci¨®n en centros religiosos privados donde la ortodoxia vasquista suele ser menos estricta. En tales colegios, tambi¨¦n en los laicos concertados, hay filtros econ¨®micos y sociales suficientes como para que nuestros ni?os no se mezclen con alumnos problem¨¢ticos ni desarraigados, al tiempo que su concertaci¨®n p¨²blica no los hace econ¨®micamente inaccesibles para la mayor¨ªa de la poblaci¨®n. As¨ª, siguen y siguen abri¨¦ndose aulas en centros privados, mientras se cierran escuelas e institutos dependientes de un Gobierno que parece ignorar que en cualquier lugar menos pintoresco tama?a pr¨¢ctica ser¨ªa considerada pura y llanamente malversaci¨®n de fondos. ?Tan dif¨ªcil le resulta a la Administraci¨®n exigir a esos centros una reserva de plazas para el alumnado que ahora mismo rechazan, o impedir que ampl¨ªen plazas mientras queden vacantes en la p¨²blica, so pena de retirarles la subvenci¨®n p¨²blica?
Al final, los de siempre, los alumnos con necesidades educativas especiales, los inadaptados por discapacidad o marginaci¨®n social o los inmigrantes con todo tipo de necesidades acaban siempre juntos. As¨ª pueden seguir hablando en su idioma, formando sus bandas o consol¨¢ndose de sus problemas ante la infinidad de los ajenos. Pero as¨ª no se consigue el objetivo b¨¢sico de la educaci¨®n, esto es, la integraci¨®n social de un joven al que se le prepara para afrontar los desaf¨ªos de la vida adulta con ¨¦xito. As¨ª no se euskalduniza al inmigrante ni se le castellaniza adecuadamente ni se le implica en las reglas de juego dela sociedad en la que pretende vivir. Sea con la disculpa de la libertad de elecci¨®n de los padres o de la promoci¨®n del euskera, el Gobierno vasco parece estar haciendo todo lo posible por deteriorar la red educativa p¨²blica, uno de los pilares b¨¢sicos de una sociedad igualitaria, como recientemente ha denunciado en sede parlamentaria la Confederaci¨®n de Padres y Alumnos de la Escuela P¨²blica.
Porque convertir unas cuantas escuelas e institutos en guetos no es s¨®lo un problema para quienes trabajamos en ellos. S¨ª, es verdad que a?oramos el nivel acad¨¦mico del alumnado tradicional, pero tambi¨¦n es verdad que la convivencia intercultural que estamos viviendo es fuente de desaf¨ªos enriquecedores y necesarios para crear la sociedad del ma?ana. Adem¨¢s, como empleados p¨²blicos, estamos al servicio de los ciudadanos, escriban, lean o estudien mejor o peor.
No, la nefasta manera con que se est¨¢ abordando la integraci¨®n escolar del alumnado inmigrante no es una cuesti¨®n gremial, sino un grave problema; para los propios alumnos, primero, pero para la sociedad vasca en su conjunto, en ¨²ltima instancia. Si los chicos y chicas reci¨¦n llegados se insertaran en clases donde la mayor¨ªa de sus compa?eros fuera de aqu¨ª, su integraci¨®n social ser¨ªa mucho m¨¢s efectiva, no tanto por el mayor o menor nivel acad¨¦mico, sino por la obligatoriedad de tejer lazos sociales, humanos y amistosos con nuestra sociedad. Tendr¨ªan un referente de integraci¨®n del que carecen cuando sus aulas parecen asambleas de la ONU.
La creaci¨®n de guetos no es contraproducente s¨®lo porque la palabra suene mal, sino porque estamos desperdiciando los a?os de escolarizaci¨®n obligatoria para hacer que esos chavales argelinos, chinos, ecuatorianos o ucranianos desarrollen v¨ªnculos afectivos y cognitivos con la sociedad vasca que les ayuden a conocer, comprender, asimilar y practicar los modelos de conducta c¨ªvicos que consideramos imprescindibles en una sociedad democr¨¢tica.
Si permitimos que los grupos for¨¢neos se automantengan ajenos a la sociedad que los acoge, estamos cargando las bombas que, como en Francia hace unos meses, nos estallar¨¢n en las manos en un futuro no muy lejano. Entonces, nuestros ex dirigentes de EA -les supongo ya en la oposici¨®n perpetua- comprender¨¢n qu¨¦ flaco favor hizo al euskera y a la sociedad vasca la p¨¦sima integraci¨®n social de los escolares inmigrantes que en su d¨ªa fomentaron. Quiz¨¢s todo mejore un poco cuando comprendamos que el mejor curr¨ªculo vasco ser¨¢ el que no se obceque en marginar la educaci¨®n en castellano, lengua materna y coloquial mayoritaria entre quienes trabajamos y holgamos en la comunidad aut¨®noma vasca, en pro de un pa¨ªs imaginario.
Vicente Carri¨®n Arregi es profesor de Diversificaci¨®n Curricular en el IES Francisco de Vitoria.
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